Si te quieres tomar un café te
vas a un Starbucks donde te dan medio litro de aguachirri en un baso de
plástico y te puedes pasear por la ciudad con esa impedimenta, coger el metro y
hasta el autobús, pues lleva una tapa de plástico que impide que mojes al
vecino. Si tienes hambre puedes elegir entre tomarte una hamburguesa en
Burguer King o en McDonalds, un trozo de pollo de KFC según la fórmula del
Coronel Sanders, (Kentucky Fried Chicken),
una pizza, un bocadillito o un donut en Dunkin Donuts.
Cuando aquí se fumaba en todas partes ellos lo
hacían sólo en la calle, a la puerta de las oficinas. Ahora que lo hacemos
nosotros así ellos ya no fuman ni en la calle. Tampoco se ve beber. Beber en la
calle está prohibido, aunque todo el mundo va haciendo sus comidas por las
aceras y el metro. En el coche no puedes llevar alcohol si no es en el maletero
y envuelto en bolsas, pues de lo contrario podrían pensar que vas bebiendo y detenerte.
Lo venden en sitios específicos, fuera de los supermercados. En New Jersey nos
pedían un carnet para demostrar la mayoría de edad aunque hayas superado con
creces el medio siglo. Es decir, beber
no está prohibido pero te ponen todas las trabas que pueden, de manera que está
dejando de ser un hábito cultural. Lo sirven en los restaurantes y el domingo
vimos un hombre tirado en la acera y también el sábado por la tarde a dos
chicas en el metro que iban como una moto, pero en general, consumir alcohol es
algo reservado a la intimidad. Y mal
visto.
De igual modo está mal visto
comer bien. Sólo algunos presumidos neoyorquinos lo hacen y lo disfrutan. Si
quieres algo más allá de comer por la calle vas a un sitio de hamburguesas, un
típico restaurante con muchas pantallas de televisión donde ponen en directo
los partidos de baseball, baloncesto, futbol, hockey e incluso, fútbol europeo
(soccer), y unas simpáticas jovencitas te traen cocacolas con la comida. En casa no se come, por lo visto.
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