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jueves, 30 de septiembre de 2010

Después de la huelga la economía.

He leído los comentarios de la prensa sobre la huelga de ayer y constato que cada vez estoy más atónito ante el pensamiento único que se está imponiendo. ¿Dónde están aquellas voces que clamaban por modificar el capitalismo para que estuviera al servicio de la gente?

Se habla de economía como si de una ciencia exacta se tratara. Si fuera así, ¿por qué nadie predijo la enorme crisis en la que se han sumido Europa y los Estados Unidos? Según se agudiza la crisis se imponen los criterios más tópicos de la derecha, ya no hace falta explicarlos. Por ejemplo, para promover el empleo hay que facilitar el despido, que equivale a decir que para comer hay que cerrar la boca. Si yo digo esto me dirán que estoy loco, pero si digo lo primero podré presumir de estar muy informado en asuntos económicos.

Todas las tesis económicas son muy discutibles, pero ya no se discuten. Por ejemplo hay que reducir el gasto público para poder financiar la deuda nacional que nos permita sostener un mínimo de prestaciones sociales toda vez que la actividad ha decaído. Se podría objetar que eso también se arregla subiendo los impuestos. Se nos contesta que no, que eso evita la creación de empleo porque las empresas y los ricos no invierten si aumenta la carga impositiva. Pero ese mismo argumento no le impidió al Gobierno bajar el sueldo a los funcionarios (que no son ricos pero son muchos) y paralizar las inversiones públicas que, como todos los economistas saben, son la forma de salir de una crisis. Pero es que además el gasto público se puede reducir de muchas maneras. El arquetípico caso de la crisis griega tiene una de sus razones en el enorme gasto militar que griegos y turcos mantienen en la callada guerra fría en la que se enfrentan por defender territorios que ambos reivindican. Aprendiendo de los errores ajenos, también se puede reducir el gasto público en España, por ejemplo sacando las tropas de Afganistán, del Líbano y otros conflictos y reduciendo el gasto militar en general. Pero eso no les gusta a los políticos porque les impide sacar pecho delante de todos a costa de nuestra “deuda pública”. También se puede tratar de mantener el gasto público reduciendo las cantidades astronómicas que se gastan en construir autopistas y AVEs pero mejorando las infraestructuras básicas necesarias. Pero claro, eso no es lo que le gusta a las empresas constructoras, ya que aquellas obras son las que dejan beneficios astronómicos.

La clave para entender estas polémicas es que no existe la economía, no solo porque no es una ciencia exacta como estamos viendo, sino porque lo que existen son economías. Usted tiene su economía, yo tengo la mía y mi vecino de al lado tiene la suya. Los empresarios y los trabajadores tienen dos economías diferentes y a menudo contrapuestas, cada una con su verdad propia. Esto siempre se había entendido y lo aceptaba incluso la derecha. Es la base del consenso democrático: como usted y yo tenemos intereses opuestos los negociaremos en un sistema democrático donde las mayorías mandan. Ahora estamos desmontando todas las teorías del pasado que nos parecen caducas porque eso es lo postmoderno, de tal manera que en cualquier momento podemos negar hasta la ley de la gravedad.

Se niegan leyes que nos ayudan a entender las cosas. Eso es lo que quieren algunos, vendernos una ciencia económica que ellos saben que trabaja en su beneficio y niega el nuestro. Pero lo grave es que nos la estamos creyendo. Mientras, una generación preparada de españoles está a la espera de que el mercado de trabajo se abra y aparezcan ofertas de empleo. De momento abaratamos el despido y les pedimos que cierren la boca, hasta para comer.


martes, 28 de septiembre de 2010

Yo también voy.

La verdad es que hasta el último momento no me he terminado de decidir pero yo mañana voy a la huelga.
Volví el lunes de las vacaciones y no he tenido tiempo para reflexionar. Porque hay muchas razones para ir pero también para no ir. Empecemos por estas. La primera es que bastante nos han quitado ya del sueldo a los funcionarios para que encima perdamos un día de jornal, con todo lo que te descuentan. Pero es que además, si estamos cansados de este gobierno que un día nos defiende y al día siguiente toma unas medidas como las que tomó para neutralizar las presiones de los mercados, también estamos cansados de unos sindicatos que nos ignoran y que han seguido la senda de los partidos de vivir bien a costa de los demás y olvidarse de los problemas de la gente, salvo contadas y honrosas excepciones. Unos sindicatos democráticos pero que recuerdan tanto a los sindicatos verticales del franquismo por su conexión con los Presupuestos Generales del Estado que lo que quieren con la huelga es demostrar una fuerza que, en realidad, no tienen. No menos importante es la razón de que todo el esfuerzo de la huelga puede no servir para nada, ya que nuestra suerte ya está echada, se ha resuelto en algún despacho de inversores en Londres o Nueva York.
Alguien me podrá decir que podía haberlo dicho antes y de paso hubiera llevado a algún lector de este blog a secundar la huelga. Uno tiene una lista de lectores muy reducida pero alguno podía haberme hecho caso. No importa, lo que importa en este caso, según mi modesta opinión, es que vayamos tomando conciencia de la que se nos viene encima y que estemos preparados para la defensa de nuestras posiciones, que no son otras que las que siempre han sido, es decir: defender la comodidad y la dignidad de los que nos ganamos la vida trabajando.
El que al final me haya decidido a secundar la huelga está motivado por un artículo que leí el lunes en El País. Se trata de un artículo de Almudena Grandes, con quien siempre he estado de acuerdo con su narrativa pero no siempre con sus posiciones políticas. Ella es militante de Izquierda Unida y yo no soy militante de nada. Sin embargo el artículo que leí el lunes es para ponerlo en un marco. En lugar de eso lo voy a poner aquí porque no tiene desperdicio, no le sobra ni le falta una sola palabra, hay que leerlo como si de una oración se tratase. Se titula Yo voy.
*
Porque no quiero que mis hijos vivan peor de lo que he vivido yo. Porque no es justo que los trabajadores paguen la cuenta de una crisis que ha enriquecido a sus responsables. Porque este Gobierno no ha reinstaurado el impuesto sobre el patrimonio, no ha gravado a las grandes fortunas, no ha incrementado el tipo impositivo de las Sicav, donde los más ricos invierten el dinero que les sobra para contribuir a los gastos del Estado con un mísero 1%, y a cambio, ha castigado a los más débiles con una reforma laboral inadmisible. Porque no se puede admitir que un empresario despida a sus empleados con cuatro días de antelación, solo porque “prevé” perdidas para el próximo ejercicio, ahorrándose de paso más del 50% de la indemnización. Pero, además, porque la crisis está sirviendo para enmascarar un cambio de ciclo destinado a liquidar el Estado de bienestar. Porque si no hemos sido capaces de exportar nuestro progreso a los trabajadores de las grandes potencias emergentes, como China y la India, lo que nos espera es la importación de sus espantosas condiciones de trabajo. Porque Occidente ya ha recordado que esclavizando a la gente se gana mucho más dinero. Porque detrás de los recortes de derechos laborales, vendrán los de derechos civiles. Porque siempre habrá una agencia calificadora, o un premio Nobel, que proclame que los retrocesos son imprescindibles para avanzar.
Y, sobre todo, porque digan lo que digan Zapatero, Saldado o el sussunconda, los trabajadores somos el motor de la economía. Porque ni los bancos, ni las multinacionales, ni las grandes cadenas pueden subsistir sin nosotros. Porque si nosotros paramos, se para todo. Porque hemos heredado, junto con nuestros apellidos, la experiencia de que no existe otra manera de proteger nuestros derechos. Por todo eso, yo voy a la huelga general del 29 de septiembre“. (Almudena Grandes).




viernes, 17 de septiembre de 2010

Cuaderno de Viaje IV


Martes, 7 de septiembre.
No sólo el casco antiguo de Dresde presenta un patrimonio monumental inmenso, sino que también en las afueras de la ciudad encontramos ejemplos de su pasado esplendor. Subiendo el curso del río Elba, que nace en las montañas que separan a Sajonia de la Bohemia checa, nos encontramos con el palacio y los jardines de Pillnitz. La gente de la ciudad viene aquí en bicicleta paseando plácidamente por los jardines que bordean el río. Nosotros, al contrario, nos metemos en la tupida maraña de autopistas y carreteras del país para, al cabo de una hora de rodeos y vueltas a empezar en el mismo punto, alcanzar el parking que está enfrente del Ayuntamiento de la localidad.
Hermosos pabellones barrocos se encuentran rodeados de románticos jardines y fuentes con esculturas. Uno de los palacios da al río y tiene una escalera para bajar a las embarcaciones que antaño servían de paseo para los nobles. Hoy día una compañía de pequeñas embarcaciones hace su recorrido desde Dresde por un módico precio. Detrás de los palacios se extienden varias hectáreas de jardines asilvestrados con varias zonas diferenciadas. Un jardín inglés, un jardín chino, (tal vez debería decirse con más propiedad un jardín japonés), alojan numerosos tesoros naturales y construidos. Por ejemplo, se presenta la mata, (ya de tamaño arbóreo), más antigua en Europa de camelias, para alojar la cual se ha construido un curioso pabellón acristalado cuya climatización, dice, está controlada por un sistema automático al objeto de asegurar la pervivencia de la planta. También podemos ver en el jardín chino un pabellón modernista decorado con ilusionismos orientalistas, un estanque con patos o unos invernaderos totalmente automatizados para recibir los beneficios del clima y protegerse de sus inconvenientes. Otros paseos y palacios se extienden a lo largo del río pero el programa del viaje no da tiempo para más. Habrá que volver tal vez un día.



Miércoles, 8 de septiembre.
Dadas las dificultades del tráfico alemán nos parece arriesgado llegar a Berlín y encontrar con éxito un camping en una ciudad tan enorme. La solución es poner en el buscador el texto “camping Berlin”, tomar uno que nos parezca adecuado y anotar las indicaciones de Google para llegar a él. Vemos uno que ofrece en su página en la red una imagen de unas instalaciones muy modernas y unos textos en alemán que por pereza no intento descifrar, aunque fuera sólo parcialmente.  Desde Dresde vamos tomando todas las salidas que nos aconsejó el buscador, especialmente al llegar a la ciudad. Totalmente concentrados en no tomar una vía equivocada vamos salvando todos los escollos, entramos en las calles de la ciudad y seguimos fielmente las indicaciones hasta que finalmente encontramos la imagen que ya habíamos visto en la red. Me bajo del coche y me acerco a las instalaciones para comprobar abrumado que aquello es una tienda de productos de camping y no un campingplatz, como ellos los llaman. Tras el primer estupor decidimos tomárnoslo a broma y buscar uno con un sistema más convencional, mirando la indicación de camping más próxima en nuestro mapa de carreteras. Desgraciadamente no tienen wifi y la publicación de comentarios en este blog se verá interrumpida durante algún tiempo.
Aprovechamos la tarde para hacer una visita al sitio recomendado más próximo a nuestro campamento que resulta ser el palacio de Charlottenburg. De nuevo un palacio en estilo barroco tardío rodeado de hermosos jardines, un pabellón clasicista a imitación de Bramante y unos estanques con patos y puentes peatonales al estilo Eiffel para pasear, donde los berlineses se relajan de los ajetreos de la ciudad.



Jueves, 9 Septiembre.
Emprendemos la hercúlea tarea de visitar Berlín el único día del viaje en que nos visita la lluvia. Cosas del destino. No obstante, hay que comprender que la lluvia es un tópico de la ciudad y que está así más auténtica aunque mi pasión por fotografiarlo todo sufra las consecuencias de la falta de iluminancia.
Desde nuestro camping tomamos el metro de Berlín pagando la factura del viaje en una de esas asquerosas máquinas expendedoras de billetes que hora no admiten monedas, hora no admiten uno de los billetes, o les da por no aceptar nuestras tarjetas, que rechaza como si estuvieran infectadas por un virus extranjero y exótico. En todo el metro de Berlín los únicos empleados son los que conducen los trenes. Aún no han conseguido suprimirlos aunque están en ello y no creo que tarden mucho en hacerlo. Cuando en nuestro país esta forma de gestionar los servicios se haya impuesto no sé cual será nuestra tasa de paro, en vista de la que ahora padecemos. Pero dejando estas cuitas para otro momento, nos bajamos en los Tiergarten y nos dirigimos al monumento conocido como el palacio Bellevue, comprobando que antes que nosotros llegó Angela Merkel y lo tomó como residencia de la presidencia federal. Bueno, tal vez lo hicieran anteriormente Helmut Kolhl y Gerhard Schröder. El caso es que no se puede visitar ni siquiera entrar en sus jardines. Vemos también la estatua de la Victoria, un altísimo monolito con estatua que está cubierto de andamios y en obras, como casi todo aquí. Finalmente damos con el edifico que andábamos buscando, la sede del Bauhaus Archiv, los archivos de la Bauhaus que además alojan una exposición sobre aquellos tiempos y de la que escuchamos las explicaciones en nuestro idioma con un auricular. Artesanías, objetos de cocina, cristal, cerámica, diseños gráficos en anuncios y carteles, objetos domésticos, como lámparas, muebles y finalmente la arquitectura de su fundador Walter Groupius y sus maestros, como el pintor Maholy-Nagy y el arquitecto Mies van der Rohe: los fundadores de la modernidad.
Después de la magnífica exposición tomamos un metro que discurre sobre la ciudad y pasa alternativamente por barrios occidentales y de la antigua RDA y por lo que parece que fueron tramos del muro de Berlín. En las fotos antiguas, hasta los años ochenta, los espacios alrededor de la Puerta de Brandenburgo eran explanadas vacías y abandonadas, hoy reciben la operación urbanística más intensa que se realiza en Europa. Nos bajamos en la Plaza de Potsdam, (Potsdamerplatz), y el espectáculo edificado es grandioso. Renzo Piano, (el arquitecto que hizo el Centro Pompidou en París), ha construido un edificio basado en el que fue uno de los iconos más poderosos de la arquitectura de Mies van der Rohe y que no se había llegado a construir nunca, pero del que habíamos visto planos y maquetas en la casa de la Bauhaus. Es ese rascacielos de cristal en forma de cuña. Supongo que estas cosas forman parte del sueño hecho realidad que la reunificación alemana ha supuesto para ellos. También está el Sony Center y muchos edificios comerciales y de negocios. Bajando hacia la puerta de Brandeburgo están las embajadas y edificios culturales de otros países, todos con interesantes diseños modernos.
La Puerta de Brandeburgo es el símbolo de Berlín. Estuvo partida por el muro y ahora es la cabecera de la avenida Unter den Linden (Bajo los Tilos), que es como los Campos Elíseos de la ciudad. No han tenido ningún problema en adosar a la puerta dos edificios iguales y simétricos del CommerzBank, una claudicación a los nuevos dueños de la ciudad: los que tienen el dinero. Después del Banco está la embajada de los EE.UU. El imperio que ganó la guerra fría. Bajando la avenida, una de las calles que la cruzan es la Friedrichstrasse, donde se están construyendo muchos edificios modernos aunque respetando la fisonomía que siempre tuvo esa calle. Hay edificios antiguos rehabilitados, otros que se han ampliado con elementos modernos, otros son modernos con diseños que rememoran los antiguos y otros son modernos pero con un cuidado diseño que no supone una agresión a los edificios históricos, siempre cuidando que coincida la altura de las cornisas de todos ellos, dando al conjunto dispar un sentido de unidad. Más allá de la puerta está el Reichstag, que fue quemado antes de la guerra, (seguramente por una maquinación de Hitler para justificar su ascenso al poder), que ahora ha sido rehabilitado por Norman Foster. No lo visitamos porque había cola para entrar y preferimos dejárselo a los naturales del país. Después hay muchos edificios modernos para alojar dependencias del Gobierno Federal y del Parlamento de Alemania. Al final de la avenida Unter den Linden está la isla de los museos, que estuvieron en la RDA y que por eso aún precisan de la rehabilitación que ahora sí se ha acometido, reconstruyendo incluso edificios que fueron derruidos por los bombardeos aliados cuando la ciudad fue la última morada de Hitler. La avenida termina en la Alexander Platz. Allí, la iglesia más antigua de Berlín, del gótico francés, fue humillada por la construcción de una torre de comunicaciones justo detrás de ella y superándola ampliamente en altura, como símbolo de la superioridad de la modernidad sobre las tradiciones. Modernidad que, por cierto, hoy nadie quiere recordar.



Viernes, 10 de septiembre.
Después de la experiencia del día anterior, en que hicimos kilómetros por las calles de Berlín y pasamos horas en los museos, comercios y demás locales, cargado con mi pesada EOS 20D y con un objetivo de 82 mm. para captar la escasa luz de aquel día lluvioso, mis vértebras lumbares se veían afectadas y me dolían, así que decidí salir sin cámara, pues además había de nuevo predicciones de lluvia. Cosas del destino, aquel día lució un sol espléndido, (para la latitud de Berlín), con nubes y claros alternándose para iluminar de forma magnífica los edificios de la ciudad. Qué se le va a hacer.
Decidimos visitar el Neues Museum, (el Museo Nuevo), que aloja, fundamentalmente, la obra del antiguo Egipto que los alemanes recuperaron y que arrebataron a sus entonces indiferentes propietarios. El patrimonio que allí se muestra es muy importante destacando, sobre todo, la hermosa escultura de la cabeza de Nefertiti, una obra impresionante si pensamos que fue hecha por artesanos que vivieron 1.300 años antes de Cristo.
Después volvemos a ver la ciudad. Repetimos algunos puntos clave y nos encontramos con otros lugares que no habíamos visto el día anterior, como el Check Point Charlie, la frontera que separaba el sector oriental del norteamericano, que ha permanecido en la calle como un recuerdo para turistas. También una exposición sobre los crímenes nazis en una explanada donde estuvo la sede de la GESTAPO, que se complementa con el monumento a las víctimas del arquitecto americano Peter Eisseman, un enorme conjunto de prismas de piedra colocados de forma precisa en una cuadrícula pero en el que cada elemento tiene una altura diferente.
Al volver al campamento, cerca del barrio de Spandau, la visión de una central térmica soltando una nube de gases contaminantes inmensa sobre los edificios nos habla de nuevas agresiones sobre Berlín.



Razones extrañas al viaje nos hacen regresar a la patria y volvemos cruzando en tres días los 2.500 kilómetros que nos separan de Berlín.

martes, 7 de septiembre de 2010

Cuaderno de Viaje III


Domingo, 5 de septiembre.  
Viajar por Alemania es fácil, pero hay que ir con cuidado. Con un tamaño algo menor que España, un urbanismo disperso en pequeños núcleos residenciales de viviendas casi siempre unifamiliares y el doble de población, las carreteras son una intrincada red de autopistas llenas de cruces que te llevan a otras autopistas. Pasarse uno de esos cruces supone hacer un montón de kilómetros  caer en el pecado de la blasfemia y perder mucho tiempo, por eso lo mejor es comprarse en cuanto que se entra en la República Federal un mapa de carreteras a una escala de 1/300.000 o aún mayor, como 1/200.000 y estar muy atento a las salidas y cruces de autopistas.
Llamo a mi hija a Barcelona y me dicen que se ha ido a la playa. Aquí hemos tenido 5 grados por la mañana y hemos encendido la calefacción de la caravana. ¡Qué contraste tan grande!
Hemos cruzado el país del oeste al este y además hemos subido hacia el norte. Estamos en Dresde, (Dresden en alemán), qué estuvo en la Alemania del Este,  (DDR), ya sabes, aquella que ganaba todas las medallas olímpicas en atletismo femenino porque atiborraban a las mujeres de testosteronas. Se ven los bloques de viviendas, tan escasos en la occidental, que se construyeron durante la dictadura estalinista. Hay aún edificios con la huella innegable de la dictadura. ¡Con qué facilidad apreciamos esa huella! Todas las dictaduras hacían la misma arquitectura, la misma decoración, con motivos alegóricos al trabajo, una estúpida pasión por los bajorrelieves, (como en el imperio romano), y una inexplicable ansia por imitar el diseño más burgués. En el centro aún están las casas elegantes de la clase alta de aquel régimen, los altos cargos del Partido Comunista, construidos sin recato en medio del centro histórico. Hoy con el mismo descaro se han llenado de modernísimos comercios y se están haciendo apartamentos de lujo, exclusivos, según reza la publicidad. 


Lunes, 6 de septiembre.
El patrimonio histórico de Dresde es impresionante. Antes de caer del otro lado del Telón de Acero, fue un centro importantísimo de industria y, a consecuencia de ello, la ciudad estuvo dominada por una gran burguesía que construyó grandes edificios públicos y privados. Anteriormente ya había sido la sede del importante gobierno de Sajonia y la nobleza había creado palacios, catedrales e iglesias imponentes. Destaca el conjunto del Zwinger, con palacios y jardines rococós, la Kreutzkirche, el palacio real, la ópera romántica construida por Semper un arquitecto amigo de Wagner y la Iglesia de Nuestra Señora, Frauenkirche. Como quiera que casi todo el conjunto edificado de Dresde quedó arruinado una noche de 1945 por un inmisericorde bombardeo anglo americano, esta última iglesia quedó sin reconstruir, como muestra de la insensatez de la guerra, dijeron las autoridades de entonces. Pues bien, a partir de los años noventa se ha reconstruido en su totalidad, inaugurándose de nuevo en el año 2005. 





sábado, 4 de septiembre de 2010

Cuaderno de Viaje II



Miércoles, 1 de septiembre.
El viaje a Friburgo es de apenas 3 horas. Esta ciudad es como un primer amor: La primera ciudad extranjera que visitamos al salir al extranjero, a finales de los años ochenta, visita que hemos repetido varias veces. La ciudad reúne las mejores virtudes de las ciudades alemanas. Con un casco antiguo interesante, en el que destaca su catedral gótica construida en piedra caliza roja por artesanos suizos, sus calles tienen unos pequeños canales por los que, siempre, discurre una rápida corriente de agua cristalina. Ciudad universitaria y cosmopolita, está próxima a Francia y a Suiza. La región (Länder) de Baden-Würtenberg destaca por su espíritu abierto motivado, en mi opinión, por su carácter multifronterizo y por el hecho histórico de que aquí han convivido de siempre católicos y protestantes a partes iguales. La comarca, der Schwartzwald, (literalmente el bosque oscuro, no sé por qué mal traducido como la Selva Negra), es un sitio acogedor lleno de bosques mixtos de abetos entremezclados con hayas, en los que crecen también arces, abedules, tilos y otras especies que se extienden por suaves montañas de poca altura y valles salpicados frecuentemente por lagos.
La primera tarde la pasamos recorriendo de nuevo sus calles para terminar en la cervecería Hausbrauerei Feierling disfrutando la excelente cerveza local.

Jueves, 2 de septiembre.
Desde el propio camping, (campingplatz am Möslepark), se toma el primer camino y nos adentramos en el inmenso bosque. La ascensión se va complicando por intrincadas sendas y pistas forestales, pero el ascenso es tan largo que no hay tiempo de ganar la cima. Aún así disfrutamos de un agradable paseo por el bosque donde encontramos una gran variedad de setas, que fotografiamos, aunque no encontremos ningún Boletos. Por la tarde subimos por una carretera que nos lleva a la cima salvando más de mil metros de desnivel. En medio del Parque Natural, es un sitio de unas vistas magníficas y por el que hacemos alguna excursión.

Viernes, 3 de septiembre.
Hoy toca lago. Nos dirigimos al Sluchsee, a unos 40 kilómetros de la ciudad. El lago tiene forma alargada de casi 10 km. de longitud y está recorrido por un ferrocarril, una carretera y un barco que lo rodea. También por un carril bici y un camino peatonal. Todos los accesos están presentes aquí. Es una maravilla de la voluntad humana la forma con que se ha hecho accesible la naturaleza para los habitantes de la zona. Hacemos un recorrido de unos 16 kilómetros y, al final, tomamos el barco para hacer el último tramo y disfrutar de una navegación muy agradable. Terminamos tomando un café en una terraza con vistas al lago que prolongamos todo lo que podemos para dar descanso a nuestros cuerpos y solaz a nuestros ojos. 





Sábado, 4 de septiembre.
La zona de Feldberg es uno de los sitios más conocidos para el excursionismo en La Selva Negra. Subimos a la Naturhaus y hacemos la ruta al lago que se llama Feldsee. Al contrario de lo que pensábamos, el camino hacia el lago es descendente. No importa, a la vuelta será ascendente. El lago es el más espectacular de la zona. Aún siendo una lago pequeño, las vistas de los bosques que caen hasta la orilla en unas paredes muy inclinadas y abarrotadas de abetos y hayas lo convierten en una maravilla natural. Luego ascendemos por una montaña que al final acaba en una estación de esquí.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Cuaderno de Viaje I


No siempre es fácil tener conexión wifi viajando. En el camping de Arcachon nos quisieron cobrar 5 euros por cada hora de conexión y nos negamos. Por fin hemos encontrado quien nos cobra de forma conveniente. Aquí pongo algún resumen de por donde andamos, como un “cuaderno de viaje”. El editor no para de darme problemas. Puede que sea porque estamos en una conexión alemana y no entiende las eñes. No sé.

Viernes 27 de agosto
Los gitanos no quieren buenos principios. Estas vacaciones van a ser fantásticas porque el principio no puede ser peor.
Con cerca de cuarenta grados me dispongo a montar en el coche el portabicicletas. En ese momento el sol de las cuatro de la tarde cae sobre mi calle como una maldición. Luego hay que bajar todo el equipaje y después la bici. Todo eso nos lleva un buen rato. Empieza la deshidratación. Después hay que ir a por la caravana y enganchar. Previamente hay que bajar todo lo que no nos vamos a llevar: el avance, el suelo de plástico, (donde vamos hay césped en los camping), y otros cachivaches que no necesitaremos. Ya deshidratados salimos en dirección a Cáceres. A los pocos kilómetros se me suelta la bici. Se le ha ido una cintita que engancha la rueda al porta y se ha soltado. De milagro no me he quedado sin bici o hemos tenido un accidente. Pero en esa dichosa carretera no hay apenas arcén y, como tráfico no ha puesto radares, la gente pasa a la velocidad que en la autovía no puede permitirse. Nos jugamos la vida para desmontar la bici y el porta y meterlo todo dentro de la caravana. Afortunadamente no nos arroya ningún coche y podemos seguir camino. Estamos exhaustos por el calor. Es entonces cuando llama mi hermana.
Llegamos al camping de Salamanca, porque ya no hay tiempo de avanzar más y nos instalamos. La gente se comporta ruidosamente, como en cualquier camping español, hay un perro que ladra sin parar, los borrachos se meten en mi parcela con su cubata en la mano, en fin, mañana estaremos en Francia.
Antes de dormir volvemos a hablar con mi hermana.

Sábado 28 de agosto.
Por la mañana tenemos la primera sensación de frescor al levantarnos. La temperatura está dentro de los límites en los que la vida humana se desarrolla de forma adecuada. Por el camino hablamos con mi hermana y así llegamos al País Vasco, donde comemos un tentempié excelente que llevábamos preparado: gazpacho y trocitos de escalope.
El periódico vasco que ojeé en San Sebastián ya lo anunciaba: el viernes había habido grandes retenciones en el peaje de Biriatou. Solemos enfadarnos mucho con las cosas que se hacen mal en nuestro país pero a veces te encuentras cosas cuando sales al extranjero que en España serían impensables. Lo digo porque si el primer peaje nos hizo perder un rato en el siguiente pillamos una retención de más de una hora para pagar. En el País Vasco Francés te van cobrando los peajes a poquitos, de manera que a cada rato tienes que parar para darles un poco de calderilla, en lugar de organizarse a base de un tique y que te cobren a la salida. Pues en uno de estos fue donde echamos una hora en una retención. Me parece increíble.
Después de llamar por teléfono a mi hermana llegamos al camping en Arcachón, justo debajo de la gran duna.

Domingo 29 de agosto
Se la conoce como la gran duna de Arcachon pero, en realidad, no debería llamarse duna, se trata más bien de una montaña. Una montaña de arena rubia, limpia. Es curioso como la acumulación de arenas en la desembocadura del río ha podido dar lugar a una formación geológica como ésta. El ascenso es difícil pero, por el contrario, dejarse caer por la arena abajo es una sensación placentera que termina en la playa.



Lunes, 30 de agosto.
Volvemos a coger otro atasco de una hora para llegar a Burdeos. Comprobamos atónitos que estaba motivado porque un coche se quedó averiado en el borde. No había ni un solo policía en la carretera. Debían de estar persiguiendo a los gitanos rumanos.
La ciudad de Burdeos está declarada Patrimonio Universal por la UNESCO. Se trata de una ciudad del siglo XVIII construida con sillarejos de piedra caliza y que se ha conservado bien, con algunas calles de casas burguesas del XIX y algún edificio aislado del siglo XVI o XVII. Está bastante rehabilitada aunque aún les queda mucho por hacer. Tiene una catedral gótica en la que se puede ver cómo los primeros pilares son románicos y luego se construyó toda en estilo gótico. Al lado está el Ayuntamiento, que es un antiguo palacio, una construcción imponente. Muchas calles peatonales y una buena organización urbana. El transporte público es en su totalidad a base de tranvías y en frente de un gran palacio han construido una fuente formada por difusores de agua vaporizada sobre la que juegan los niños en verano, (y también los mayores).



Martes, 31 de agosto.
Hemos cambiado los planes, en lugar de ir al norte de Alemania, que está sometido a continuas tormentas, vamos a ir al sur. Desde Arcachon hasta Friburgo, la puerta sudoeste de Alemania, hay que atravesar toda Francia. En Tournus, en la Borgoña, hacemos noche. Desde Burdeos hasta aquí, recorremos el mapa del vino francés y brindamos con una botella de Saint Emilion. Por fin nos dan wifi gratis en el camping.