La visita a la pequeña población de Haddonfield nos permite
conocer un auténtico pueblo americano, con su ayuntamiento de construcción
clasicista, sus casitas de estilo colonial, sus iglesias de diferentes
confesiones y para mi sorpresa un enorme edificio con un cartel en su puerta
que dice: “salón de la masonería”.
Me encanta este pueblo que tiene una barbería antigua con un
tubo con los colores rojo, blanco y azul en la puerta y unos sillones de mimbre
de toda la vida y a la que no me acerco a fotografiarla porque me da
vergüenza. De hecho, según fotografío
una enorme casa colonial muy decorada, el conductor de una furgoneta me increpa
con una frase que no entiendo, aunque percibo un tono de broma o de sarcasmo.
Pasan los autobuses escolares. Aquí todos los autobuses
escolares son de color amarillo y con ese diseño antiguo tan conocido, son los
únicos que circulan porque, como ya he dicho, apenas hay transporte público y
los niños son los únicos que no pueden conducir.
Hay una tienda de antigüedades en la que compramos una
máscara africana y algunos anillos antiguos y un bar típico, con decoración de
los años sesenta, (no una imitación vintage sino que lo conservan así desde
entonces), donde la gente como pizzas. Es curioso ver a hombres muy mayores
comiendo pizzas, hot dogs y hamburguer, cosas que en España son muy propias de
niños.
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