Habíamos visto en las guías que señalaban una iglesia en
Harlem donde recibían bien a los turistas y se podía presenciar la misa con sus
cánticos góspel. Cuando llegamos el domingo a la hora recomendada nos
encontramos con un nutrido grupo de españoles que habían hecho lo mismo que
nosotros. Una chica que entendía bien el inglés, (debía residir en Nueva York
porque su pareja era americano), nos dijo que por tratarse de la misa de Pascua
no había ya sitio para entrar. Nos fuimos a otra y luego a otra y recorrimos
varias iglesias evangélicas o episcopalianas hasta dar con una que ocupaba un
antiguo teatro y que nos recibió. La misa es una amalgama de situaciones que
incluyen lecturas bíblicas, animados sermones del reverendo y, lo que a
nosotros nos interesaba, música y animados canticos gospel. A los turistas nos
metieron en la platea, mientras que la congregación, todos ellos
afroamericanos, se sentaban en el patio de butacas. En un momento de la
ceremonia, que dura más de dos horas y durante la cual la gente entra y sale y
se toma una hamburguesa o se fuma un cigarro, preguntaron cuantos españoles
estábamos y levantamos la mano casi toda la platea. Luego había unos pocos
italianos y algunos franceses, todos nosotros pertenecientes a países de
tradición católica.
Como era domingo, a medio día nos
tomamos un buen descanso, con siesta y todo después de comer. Por la tarde nos
fuimos a dar una vuelta a la Little Italy, el barrio de los italianos, que hace
mucho que se dispersaron por todo Manhattan y que ha sido ocupado por los
orientales del Chinatawn. Little Italy es una calle de restaurantes italianos
para turistas: Mulberry. Cenamos pasta.
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