Si el martes fuimos al MoMA, el
miércoles hicimos lo propio con el Guggenheim. Aquí el contenedor (el museo)
tiene aún más interés que el contenido (la obra). El edificio es, como sabéis, una
de las obras maestras del arquitecto Frank Lloyd Wright. La colección incluye
también en este caso impresionistas franceses, Picasso, Matisse, Modigliani,
Kandinsky y tantos y tantos maestros del modernismo pictórico. Pero además, en
la espiral que se recorre al ir subiendo en círculos el edificio, pudimos ver
una exposición de esculturas de chatarra del recién desaparecido John
Chamberlain. Es interesante la forma en que este artista realizó un camino
similar al del “expresionismo abstracto” pero utilizando materiales de
reciclaje, que incluyen la chatarra de coches en grandes obras, pero también
materiales como el papel, el cartón y otros en esculturas más pequeñas. Todo
ello relacionado con el pop, por utilizar materiales de uso común y con el “arte
conceptual” por cuanto que supone una reflexión sobre nuestro tiempo de consumo
y derroche de materias primas.
Antes del museo pasamos por la
tienda de accesorios de cocina de Williams Sonoma, que recomienda Elvira Lindo
en su libro sobre sus sitios de la ciudad.
Dando un nuevo paseo por el gran “reservoi”
del Central Park, nos llamaron nuestros amigos, nuestros generosos anfitriones
de la semana anterior que volvían de Boston y con los que comimos aquel día.
Por la noche fuimos al Village
Vanguard, un local mítico en mi memoria musical, el local donde habían grabado
sus mejores discos en directo músicos de jazz de la talla de John Coltrane,
Bill Evans, Art Blakey y los Jazz Messengers, y tantos y tantos otros músicos
geniales. En mi recuerdo el local era tan grande en lo musical que cuando lo
vimos en realidad nos pareció muy pequeño. Según reza un cartel de seguridad el
aforo es de 123 personas y, efectivamente, aquello tendrá poco más de 100 m2. Un
pequeño bar, situado en un sótano, al que se accede por una larga escalera de un
solo tramo que incumpliría varias normas de seguridad en España. Sin embargo
los músicos que allí tocan siguen teniendo buen nivel y el sonido es bueno. En
un pequeño local así es donde se puede escuchar bien esta música. Si no fuera
porque te sirven una copa, (que por cierto cobran aparte), el ambiente sería
tan concentrado como el de una sala de conciertos (de cámara). Para disfrutar
de una actuación es conveniente llevar hecha la reserva desde casa por internet
si no quieres quedarte sin sitio. Pasamos un buen rato.
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