De modo que todo el mundo habla de lo que piensa la prensa alemana por un artículo que es una mentira, un burdo montaje de manipulación y no se habla tanto de lo que piensa la prensa americana, esto sí, en un editorial que el New York Times dedica a la crisis española, según informaba el martes El País.
Su análisis no coincide con el del manipulador Roberto Centeno pero es muy interesante. Resume la causa de la crisis en la burbuja inmobiliaria y los excesos de crédito y avisa de que por el camino de la austeridad el Estado no va a recaudar los recursos necesarios y la crisis se va a agravar, como estamos viendo.
Los manifestantes han estado
llenando las calles de las capitales del sur de Europa, (en numero demasiado
elevado para que los políticos lo ignoren), en protesta por las últimas medidas
económicas de austeridad. Cientos de miles han salido en Lisboa, Madrid y
Atenas, y otras manifestaciones se producirán en los próximos días.
La paciencia del público se está
agotando por las políticas de austeridad exigidas por el gobierno alemán y los
líderes de la Unión Europea, que han fracasado ostensiblemente en su objetivo
declarado de reducir la carga de la deuda y preparar el camino para la
recuperación económica. Por el contrario, es evidente que estas medidas están
acelerando el hundimiento de los niveles de empleo y dañando los programas de
seguridad social cuando más se necesitan.
La atención se centra ahora en
España, donde el primer ministro Mariano Rajoy está tratando de hacer nuevos
recortes presupuestarios, sin provocar nuevas explosiones de cólera y sin alimentar
la retórica separatista en las regiones conflictivas como Cataluña, centro
económico del país. Pero la mezcla de nuevos recortes en los servicios
públicos, las congelaciones salariales y los aumentos de impuestos que el señor
Rajoy anunció la semana pasada, con toda seguridad harán que tanto la situación
política como la económica empeoren. Los expertos pronostican ahora un segundo
año consecutivo de crecimiento negativo en España para 2013, con un desempleo,
superior al 25 por ciento, que es más del doble de la media de la Unión
Europea.
Sin embargo si no se continúa en
la senda autodestructiva de la economía española, (que precisaría de un milagro
para conseguir nuevos ingresos fiscales que permitieran cumplir con las metas
poco realistas de los presupuestos), Alemania amenaza con retrasar la
desesperadamente necesaria unión bancaria europea que ayudaría a recapitalizar
los bancos españoles en bancarrota. A diferencia de Grecia y Portugal, España,
hasta el momento, evitó un rescate formal por la Unión Europea. Eso le da un
poco más de libertad para establecer su propio curso económico. Pero el señor
Rajoy no es realmente un actor libre. Sin el permiso alemán para aprobar la
unión bancaria europea, España, también, se verá pronto obligada a solicitar un
acuerdo sobre el rescate de la deuda vinculante.
Los actuales problemas de deuda
en España no son el resultado de los gastos excesivos del gobierno durante los
años de bonanza. Proceden de la abrupta explosión de una imprudente burbuja inmobiliaria en el sector privado,
propiciada por un crédito artificialmente barato. El estallido de esa burbuja
acabó con millones de puestos de trabajo en España, arrastrando hacia abajo los
ingresos fiscales y el gasto del consumo. También obligó al gobierno a prometer
miles de millones de euros que no tenía y de los que ya no podrá disponer para
rescatar su tambaleante sistema bancario. Nuevos despidos de trabajadores que
aún conservan su empleo así como recortes a su poder adquisitivo no traerán la
recuperación. Solo traerán más miseria y confusión.
El Sr. Rajoy también quiere
frenar el gasto de los 17 gobiernos regionales de España, que pagan una gran
parte de los costes de atención a la salud y a la educación. Los gobiernos
regionales despilfarraron miles de millones en inútiles proyectos de obras
públicas durante los años de auge. Pero ese dinero se perdió y la salud y la
educación no deben estar sujetos a grandes recortes, ni aún en tiempos
difíciles.
Tampoco una profunda recesión es
el momento para abordar los problemas a largo plazo de los costes de las
pensiones y de la demografía descendente de una población que envejece. Con las
prestaciones de desempleo acabándose para muchos de los desempleados de larga
duración, los pagos de pensiones son la principal fuente de ingresos que queda
para cientos de miles de familias extensas.
Ya no le quedan muchos sitios de donde
recortar fácilmente servicios o gastos sin correr el riesgo de desastre social.
La historia es muy similar en Grecia y Portugal.
El tiempo se está acabando. Sólo
un cambio radical en las políticas económicas puede salvar el euro. Los líderes
europeos, (sobre todo la canciller de Alemania Angela Merkel), tienen que
reconocer que la vuelta de la zona euro a la solvencia requerirá renovados
esfuerzos para fomentar el crecimiento económico a través de metas presupuestarias
menos rígidas y no continuando por la senda de la austeridad impuesta a los
gobiernos que reciben las presiones de Berlín y Bruselas.
traducción: Manuel Larios.
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