LUNES 8 DE AGOSTO.
Dimos una vuelta haciendo fotos por la villa de Ochagavía (Otzagabia, en euskara, que aquí es todo doble), y tomamos dirección hacia el siguiente destino, al otro lado de Irati, en la zona de Roncesvalles.
Por la tarde visitamos la Colegiata de Roncesvalles y la villa del mismo nombre, formada por unas pocas construcciones, todas ellas de origen religioso: hospitales para peregrinos, hostales, iglesia, colegiata y la más antigua: el llamado silo de Carlomagno. Por debajo de Roncesvalles se creó un pequeño núcleo habitado, un burgo, precisamente de nombre Burguete (Auritz), y un poco más abajo, junto al río Urrobi un camping en el cual fuimos a instalarnos.
Después nos acercamos a la localidad francesa de Saint Jean Pied de Port, en la que el Camino de Santiago abandona Francia para cruzar el Pirineo y llegar a Roncesvalles. Esta localidad francesa tiene un casco antiguo que es una muestra excelente de cómo eran los pueblos vascos por estos montes. Bien conservado, aunque con una multitud de turistas y con sus calles principales cuajadas de comercios, apenas sin residentes, como muchas ciudades francesas bien rehabilitadas, pudimos disfrutarlo a partir de las seis de la tarde, pues a esa hora ya se les ha hecho tarde a los franceses y se han marchado a casa para hacer la cena.
MARTES 9 DE AGOSTO.
A pesar de estar en el camino del apóstol, nosotros preferimos volver a adentrarnos en el bosque de Irati para buscar nuestras rutas senderistas.
Subimos en coche hasta la antigua fábrica de municiones e hicimos un sendero que lleva por el bosque de hayas. Lo hicimos un poco más largo alcanzando el collado de Usategieta y volviendo por el GR-11 y luego enlazando con el GR-8. Por aquellas cimas se divisan los dos valles: el del Itolazco erreka en Irati y los valles que dan al camino de Santiago en la zona de Roncesvalles, donde habíamos hecho acampada. Después del collado la zona, es de pino albar (pinus sylvestris, como el pino Valsaín), pero los níscalos que allí encontramos resultaron ser de la variedad pirenaica, lactarius salmonicolor, que son más sosos que el lactarius deliciosus que tantas veces hemos disfrutado en Segovia.
A última hora, hicimos un breve recorrido por Roncesvalles, aunque sin entrar en los lugares que sólo se pueden ver con la visita guiada. La colegiata de Santa María es un magnífico ejemplo de gótico francés puro. A falta de la solemnidad que le da a estas obras el inmenso volumen de las catedrales, esta iglesia resulta agradable por su escala, más humana, y por sus proporciones. Hospitales para peregrinos, hostales, y la construcción más antigua, el llamado silo de Carlomagno, completan el conjunto monumental.
MIERCOLES 10 DE AGOSTO.
Hicimos la ruta por el bosque de Aezcoa. Subimos hasta las simas de Anbulolatz, aunque nosotros no vimos allí nada parecido a una sima. Su presencia nos pasó desapercibida y no vimos tal cosa. Después subimos al monte Azalegi, donde al coronar e ir a cubrirme con una sudadera de manga larga, debió de caerse de mi macuto mi gorra de verano al ser atacado por un grupo de abejas, mi gorra a la que yo llamaba la de irlandés borracho, pero que para mis adentros yo siempre llamé la gorra Van Morrison. Bajamos después a la ermita de San Esteban y al llano de Arrazola donde habíamos aparcado.
No contentos con esto, después fuimos en coche hasta el refugio de Azpegi y dimos una vuelta por la zona de restos megalíticos. Quien haya visto un dolmen como el de Lácara, (cerca de Mérida), lo que allí vimos le resultará más que restos trazas. No obstante, nos sirvió para subir al cerro de Soroluze, completando una jornada de 800 m. de ascensiones.
Repetimos la receta de Patatas al corro de brujas, pues las muchas provisiones de carpóforos que teníamos así lo aconsejaba.
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