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lunes, 11 de julio de 2011

La que se nos viene encima.


El candidato Rubalcaba se apresta a luchar por recuperar una mayoría suficiente que le permita gobernar los próximos años después de la debacle sufrida por su partido en las elecciones locales. Sin embargo, estando como estamos seguros de que el candidato lee este blog, vamos a darle algunos consejos que quizás le sean útiles en su empresa.
Es de todos sabido que el P.P. no gana nunca las elecciones o, para decirlo de otra manera, las gana siempre. Quiero decir que es ya sabido que la derecha tiene un electorado fiel que, pase lo que pase, acude a depositar su voto al único partido que tienen para votar: el Partido Popular. Desde la extrema derecha más radical, los nostálgicos del régimen anterior, los xenófobos y racistas, hasta el centro más moderado o los liberales que no sólo creen en la libertad de empresa sino que, equiparables a los otros partidos europeos, defienden los derechos individuales y colectivos de todos. Todo ese amplio colectivo de derechas, algunas de ellas bastante diferentes, votan como una sola persona a los populares.
La izquierda por el contrario es un maremágnum de facciones de todos los tipos que tienen el difícil inconveniente de ser excluyentes unos de otros. Véase si no lo que ha pasado en la Comunidad de Extremadura con la desunión de las izquierdas. Se podrán hacer llamamientos a la unidad en base al sentido común y demás, pero esto no conducirá a nada. A la hora de la verdad, en la izquierda cada uno va por su lado. Cuando los acontecimientos lo requieren y la situación creada por la derecha lo propicia, los votantes de izquierdas nos olvidamos de credos partidistas y vamos como un solo hombre todos a votar a… el PSOE, claro. El PSOE, que recibe una enorme cantidad de votos  de los que, en rigor, no son suyos todos, se cree capacitado para repetir esa victoria cada vez que haya unas elecciones, pero no es así. Si no hay que levantarse contra la intervención española en la guerra injusta de Irak, si no hay que tapar la boca a un gobierno ignominioso que después de haber permitido que grupos de terroristas islámicos campearan a sus anchas por el país sin detectarlos y que lo pretenden arreglar después diciendo que ha sido ETA quien ha cometido el atentado más grande de nuestra historia, si no hay una situación de ese calibre, la izquierda vota como le corresponde, a saber: un cierto porcentaje de fieles a los socialistas que son quienes lo hacen siempre, como sucede en la derecha, un porcentaje de gente que vota a los pocos partidos que quedan a la izquierda del socialista, I.U., el BNG en Galicia, Esquerra Republicana o Iniciativa per Catalunya en esa comunidad y un tercer grupo (last but not least) que es el de los muchos votantes de izquierdas que se quedan en casa desencantados con toda la política, grupo donde abunda la juventud, pero también los sectores más conscientes de la izquierda.  
El error del PSOE, a mi entender, ha sido propiciar el monopolio de la izquierda. Este error le viene del enorme éxito que obtuvo en la transición cuando se esperaba que el Partido Comunista liderara la izquierda en las urnas como había hecho en la calle. La gran cantidad de votos que los socialistas recibieron crearon una sensación de triunfo que les llevó a pensar que podían mantener un sistema bipartidista en España. La derecha, que se inició dividida en la transición, si cumplió su parte para propiciar ese bipartidismo, pero fueron los votantes de izquierdas quienes no lo hicieron pues, el votante de izquierdas es crítico por naturaleza, es parte de su propia esencia y por eso el sistema bipartidista funciona bastante mal del lado izquierdo. Se podrá decir que las cosas han sido así porque así eran. Pero no es cierto. El monopolio de la izquierda por parte del PSOE es una estrategia que viene de Felipe Gonzáles y que se ha apoyado, como no podía ser de otra manera, en los pocos medios de comunicación de los que ha podido disponer, especialmente y de manera destacada en el grupo PRISA.
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El caso es que si una gran parte del electorado de izquierdas se va a la abstención, el triunfo de la derecha está cantado. Ante la tesitura de compartir el poder con otros grupos de izquierda y la de perder siempre las elecciones a manos de la derecha el PSOE debería replantearse algunas cosas.
Tengo la duda de si el candidato Rubalcaba será consciente de esto o si, siendo como es, de la primera hornada socialista, (fue uno de los más jóvenes ministros de Felipe Gonzáles), decidirá seguir por el mismo camino y tratar de conseguir el poder en exclusiva para el PSOE. A decir verdad, el juego funciona así, los partidos no quieren repartir parte del pastel electoral con otros. Así que me temo que seguirá igual. Llegará el día de las elecciones y como todo el mundo espera, el Partido Popular alcanzará todos los poderes del Estado, locales, autonómicos y centrales.
La alternativa, que la hay, no tiene tiempo ya de articularse para las próximas generales. La alternativa pasa por llenar el espacio de la izquierda que ahora mismo tiene unos agujeros enormes. Lo hemos visto con los jóvenes indignados, pero hay también muchos otros que cuando votamos sabemos que, hagamos lo que hagamos, no nos vamos a sentir a gusto. Abstenerse, votar al PSOE o votar a Izquierda Unida, son opciones que no son suficientes. La abstención en la izquierda es endémica, es una herencia libertaria y tiene sus raíces en considerar, como hacen ahora los indignados, que los partidos que conocemos no nos van a solucionar los problemas, e incluso, más allá de eso, que no se trata de votar a un partido y luego dejarles hacer lo que quieran. Se trata de mantener un cierto poder de la sociedad, de limitar el sistema de representación política a lo imprescindible.
Izquierda Unida es un partido que tiene un electorado muy digno pero muy limitado. Son los trabajadores más proletarizados del país, los jornaleros agrícolas del sur y los trabajadores menos capacitados que engrosan las cifras del paro. Sociológicamente están cada vez más limitados porque este tipo de población está formado por trabajadores inmigrantes que no votan. De manera que su sustrato social es cada vez más pequeño. Por otra parte el hundimiento del comunismo les ha dejado desconcertados y amarrados a un republicanismo que, en nuestra opinión, tiene una carga ideológica reformista similar a la del partido de Geroge W. Bush, o sea: ninguna.  
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