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viernes, 15 de julio de 2011

¿A Dónde fueron mis impuestos? (2) La deuda pública y sus intereses.

En aquellos años del franquismo en los que España salía del túnel de la autarquía económica, es decir, que dejábamos de ser un país con una economía de guerra y empezábamos el tránsito hacia un capitalismo dirigido estatalmente, un agricultor con posibles en un pueblecito castellano se acercó a la oficina de la caja de ahorros local a cambiar unos billetes cuando el director de la sucursal, un joven bien trajeado que había estudiado en Burgos un peritaje mercantil, le tendió un cigarro y le invitó a sentarse en su mesa. El empleado bancario le explicó las muchas ventajas que podían derivarse de abrir una cuenta corriente y las facilidades que iba a encontrar disponiendo de un talonario de cheques. El hombre accedió a abrir la cuenta, recibió su talonario y empezó a dar talones a todo el mundo. Aquello le pareció magnífico. ¡Qué “alantos”! Sin necesidad de andar gastando monedas y billetes, sacaba su talonario y pagaba en la ferretería, en el sastre o en el taller donde le arreglaban el tractor.
Al cabo de cierto tiempo, al pasar cerca de la sucursal de la caja de ahorros, el director de la oficina el llamó sonriendo. Le hizo pasar, ofreciéndole un cigarro americano le invitó a sentarse a su mesa. Le preguntó qué tal le había ido con su nueva cuenta corriente, a lo que el hombre contestó que muy bien. El labrador no paraba de hablar maravillas de ese magnífico sistema de pagos. Finalmente el director fue al grano explicándole que gastando y gastando había agotado todo el dinero que ingresó en la cuenta corriente y se había quedado sin un duro; incluso le dijo que tenía un pequeño “descubierto” de unas mil pesetas.
“No hay ningún problema”, contestó el labrador, “Ahora mismo le extiendo un cheque por cinco mil pesetitas y asunto terminado”.
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Este viejo chiste que todo el mundo conocerá, viene a cuento por la terrible situación económica en que nos hemos visto involucrados sin saber hacia dónde nos llevará. Vivimos en unas economías que están bajo el síndrome de la irresponsabilidad compartida. Las cuentas públicas tienen que soportar una serie enorme de gastos que vienen de distintos frentes. La derecha quiere que se paguen pocos impuestos para que el dinero fluya hacia la economía privada que genera riqueza de la que luego nos beneficiamos todos. La izquierda quiere que se atiendan las demandas de la población en cuanto a pensiones, subsidios, subvenciones, sanidad, educación, ayudas a las familias, cultura, ocio, etc. Otros piden que se ayude a las empresas que son las que generan empleo y otros quieren que tengamos las mejores infraestructuras del mundo, no porque sean una necesidad actual, sino como una forma de crear más desarrollo. El Estado no puede atender las demandas de unos y de otros sin subir los impuestos. La solución entonces es endeudarse. El estado está permanentemente endeudándose. Pero si el endeudamiento es permanente pierde su sentido. Nosotros pagamos las deudas que contrajeron gobiernos de hace diez años y, dentro de diez años, pagarán las deudas que contrajimos nosotros, al tiempo que se endeudarán para que lo pague la hacienda pública dentro de veinte años. En esta rueda permanente del endeudamiento uno no ve cuál es la virtud de esa práctica. Si nadie se endeudara tendríamos el mismo dinero y nos ahorraríamos los intereses. El problema está en que en las economías actuales los gobiernos actúan como el labrador: “Que no hay dinero para todo lo que la sociedad nos reclama, pues pedimos otro crédito y ya está”. Si no, cómo es posible que con la guerra que nos han declarado los especuladores sigamos pidiendo créditos a unos intereses que empiezan a ser desorbitados.
Parece que nadie se da cuenta de lo absurdo que es vivir permanentemente por encima de nuestras posibilidades. El problema está en que nadie le quiere poner el cascabel al gato y adaptar el gasto público a los ingresos públicos en lugar de vivir siempre endeudado. Por ejemplo, la dramática economía de Grecia está soportando uno de los gastos militares más altos del mundo, mayor aún (en proporción del PIB) que el de los EE.UU. la potencia militar global.
Y no lo rebajan.


2 comentarios:

Enrique Falcó dijo...

Querido Manolo! Tu blog cada día es más interesante, y el de todas las músicas sencillamente soberbio para los amantes de la música. Yo no paro de recomendarlos y me consta que muchos sonde la misma opinión que yo. Es necesario que si no dispones ya de ellas te abras de inmediato cuentas en facebook y twitter para promocionar tus blogs porque realmente son dignos de ello. Se me olvidó comentártelo el otro día cuando nos vimos,a ver si te animas!!! y no dejes de avisarme para hacerte amigo al momento!!! un abrazo!!!!

manuel larios dijo...

La verdad es que no entro en las redes sociales por miedo a perder mucho tiempo. Es que tengo un verdadero problema de tiempo. De todas maneras lo veré.
Un saludo