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martes, 26 de julio de 2011

¿A Dónde fueron mis impuestos? (3). Los rescates bancarios.

El premio Nóbel de economía Stiglitz diciéndole a los indignados que tengan cuidado con las carteras cuando se crucen con un banquero. (foto EL PAÍS)

Una caja de ahorros es como un banco público, o mejor una cooperativa de ahorro. No tienen ánimo de lucro y el dinero que metemos en ella entre todos va a parar a obras sociales o culturales. Esa es la teoría.
Ahora que ha habido que rescatar a la CAM, supongo que tendremos que poner dinero de nuestros impuestos para sacar adelante los compromisos que tiene adquiridos y para que el sistema bancario no se vaya a pique.
Ahora, además de la teoría, conocemos la práctica. La CAM ha concedido créditos por valor de 161 millones de euros, (nada, poco más de 26.500 millones de pesetitas), a sus consejeros a unos intereses ridículos. Nada que ver con los intereses que pagaríamos nosotros si alguien nos diera un crédito, cosa que no va a suceder. Los consejeros de las cajas, como casi todo en este país, los nombran los políticos y, claro, para que no se cuele cualquier sinvergüenza lo que hacen es nombrar a los propios políticos o a sus amigos. Concejales, diputados provinciales, directores de la cámara de comercio, son “las bases” de las que se nutren las cajas. Dice EL PAÍS: “El caso más sorprendente es el de José Ramón Avilés, presidente de la comisión de control. En los últimos seis años realizó 23 operaciones de crédito por casi 38,5 millones.”
¿Quién controla esto entonces?
Puestos a dar créditos, estos abnegados políticos (y compinches) dieron créditos a los políticos, es decir a la Generalitat Valenciana, para que hiciera las obras faraónicas que dejaron nuestros impuestos exhaustos. 
Ahora quieren cerrar 122 oficinas y despedir a 973 personas.
Dicen que estamos ante una gran crisis económica: los que fueron consejeros de la CAM no están en crisis. 
Sálvese quien pueda.
El último que cierre la puerta.

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