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sábado, 8 de septiembre de 2012

Cuaderno de vacaciones: Etxalar, Lesaka y Ondarribia


JUEVES 30 de agosto. Se acaba el mes y por fin se acuerda de llover un poco. Pero la perspectiva de la lluvia hace que desistamos de preparar ninguna ruta senderista. Así que decidimos ir a Etxalar a ver las palomeras. En ese pueblo hay un paso favorable para atravesar el Pirineo que utilizan todos los años las palomas en sus migraciones de ida y vuelta desde antes de que existieran los seres humanos. Posteriormente, tal vez desde tiempos prehistóricos, se dispusieron trampas para cazar las palomas aprovechando la certeza de su paso por esos collados. Hacia el siglo XV parece que se construyeron unos muros de piedra que se cerraban hasta un paso angosto en el que se disponían unas redes para cazarlas.
Damos un paseo por el pueblo y como tantos otros nos parece muy hermoso. Tiene un gran frontón en el que encontramos a los jóvenes del pueblo, seguramente aún estudiantes, que pasan sus ratos de ocio pegándole a la pelota a cubierto del chirimiri que cae en esos momentos. En el río hay un caserón antiguo, muy grande, que debió de utilizar las caudalosas aguas para algún tipo de aprovechamiento industrial. En el pueblo no ponen los nombres de las calles sino de cada uno de los caserones que lo forman. En estas zonas, como ya he dicho, todos los habitantes debieron ser campesinos ricos, (nobles de poca categoría), desde tiempos inmemoriales. Hoy parece un poco paradójico ver esos caserones nobiliarios con sus escudos blasonados y sus pancartas de “presos a casa”. Cuanto más grande es el caserío, más fácil es que el joven de la casa tenga por nombre Ernesto, pues sus padres confundieron las luchas de liberación sudamericanas con sus problemas con el estado español, como si unas y otras tuvieran algo que ver. En Sudamérica son los pobres los que luchan contra los ricos del norte y sus empresas. Al final del pueblo el único edificio de viviendas en bloque está cerrado con un vallado, es la casa cuartel de la Guardia Civil. Unos niños en bañador juegan en el balcón sin salir a la calle.
Fuimos a comer a Lesaka y nos encontramos con el típico restaurante vasco en el que de forma sencilla pero profesional dan bien de comer sin robarte la faltriquera.
Por la tarde, aprovechamos que habíamos subido tanto por la carretera de Irún, para acercarnos a Ondarribia (Fuenterrabía) que siempre merece una visita.

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