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lunes, 25 de junio de 2012

Mentiras arriesgadas.


La mayoría de las veces la mentira no es inmoral es estúpida. Pudiendo tener la verdad para qué queremos la mentira. La verdad funciona mejor y es más útil.
Una generación entera de españoles ha crecido y se ha hecho mayor escuchando que España era una potencia mundial, un país eminentemente rico y que aquí no podía pasarnos ya nada porque lo teníamos todo. También se dijo que, naturalmente, éramos un país serio y que se podía confiar en nuestro futuro. Tanta fuerza tenía esa tesis absurda que cuando ya los buitres se cernían sobre nuestras cabezas el presidente del gobierno español aseguraba que el susto ya se había pasado y que a lo lejos se vislumbraban unos brotes verdes que nos anunciaban que “volverá a reír la primavera, que por cielo, tierra y mar se espera”.
Así pasaron dos o tres años sin que se hiciera nada por atajar la crisis que nos caía encima que no era una crisis, era mucho más, era un cambio de ciclo de largo alcance. Al final, echamos al presidente a la calle, con lo cual nosotros perdimos tres años, su plan se fue al garete y él perdió la poltrona. ¿Para qué tanta mentira? ¿No hubiéramos acabado antes y mejor diciendo la verdad?
Nos habían dicho que la crisis era un asunto creado por la inoperancia del anterior presidente del gobierno y que lo único que hacía falta para arreglarlo era cambiar de presidente, poner al suyo y aquí paz y después gloria. Si con el anterior gobierno se elevó la prima de riesgo hasta cerca de 500 puntos, con el actual se rozaron los 600 puntos básicos respecto de la deuda alemana de referencia. Explicación: todo venía del anterior presidente, este gobierno lo había hecho todo de maravilla. Una herencia envenenada, oiga.
Se nos había dicho que nuestro sistema bancario era uno de los mejores del mundo, muy superior al del resto de países de nuestro entorno, incluidos los muy poderosos. Nosotros nos hubiéramos conformado con que fuera una cosa del montón, algo mediocre, sin destacar; pero nos decían una y otra vez que no, que era uno de los mejores del mundo. Pues mira que bien, decíamos. Así que llegó el nuevo gobierno y continuó diciendo lo mismo, hasta que un día echó el alto y dijo que el banco que habían creado sus amigos, (en realidad una caja de ahorros), necesitaba más dinero para tapar sus agujeros que todo el que nos llevaban recortado, que era mucho, muchísimo. Las cifras eran aterradoras, pero ahora la mentira tenía un sentido: había servido para centrar el rescate en el banco de sus amigos, pasando por encima del resto de los bancos. Pero todos los bancos estaban llenos de “activos tóxicos”. Unos porque tenían las hipotecas de muchos trabajadores que se habían quedado sin trabajo y no podían pagarlas o porque no habían tenido nunca idea de pagarlas porque las habían comprado para especular, para venderlas al poco tiempo, y ahora se las habían tenido que “comer con patatas”, en otros casos porque habían financiado terrenos urbanos que ahora eran inviables y que nadie iba a poner en circulación habiendo un millón de pisos vacíos, con lo que estos bancos tenían un capital inmovilizado que iba a estar improductivo durante decenios. De modo que la verdad se impuso y lo que había sido el mejor sistema bancario del mundo se convirtió en el peor, hasta el punto que sus problemas lastraban la recuperación de España, de la propia Europa y hasta de la economía mundial, por lo que el presidente de los EE.UU. empezó a urgir a Europa para que solucionara el problema de la banca española. ¡Jóder, con el mejor sistema financiero mundial!
Nos habían mentido y ahora teníamos que sufrir la humillación de ser rescatados, pero el gobierno no se amilanó y como Europa no tiene capacidad para rescatar al país, se decidió un rescate light que sólo afectara a la banca, de manera que el gobierno empezó a venderlo como un chollo, como un regalo que la habilidad de nuestros dirigentes le había arrancado a la Unión Europea.  Se prohibió en la prensa controlada por el gobierno, (que es casi toda), la palabra rescate y se le llamó línea de crédito, que es una cosa así como de PYME, como de créditos para carniceros y taxistas. Con esa simple terminología se había eludido la ofensa de aparecer como lo que somos: la vergüenza financiera del mundo mundial.
Continuará… (hasta que dejen de decir mentiras y se pongan a solucionar lo que se pueda solucionar).
  

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