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martes, 2 de septiembre de 2014

De casta le viene al Guerra.


Los Solana y Solchaga se entendían bien con los americanos. Peces Barba dialogaba con la iglesia. Corcuera y Nicolás Redondo con los trabajadores y Felipe sonreía a diestro y siniestro. Mientras, él Hablaba de descamisados, de obreros en alpargatas. Sacaba del archivo todo el crédito del exilio, toda la memoria de los republicanos, (recién llegados que estaban de Suresnes de acabar con el socialismo español, de Rodolofo Llopis, y pasarse al “socialismo de los mercados”). 

Decía una cosa y hacía la contraria. Tiene el dudoso honor de ser uno de los padres fundadores de la Casta. Mientras mantenía una retórica más a la izquierda que los comunistas, su hermano aprovechaba su despacho para reunirse con los alcaldes del área de Doñana. Querían que el Parque dejara de ser una reserva biológica para pasar a ser una reserva de los mercados. Hacía de intermediario entre los inversores y los alcaldes de las pequeñas aldeas y les convencía de que había que abrir nuevas carreteras que trajeran el progreso. En un país de ignorantes iletrados, vino a descubrirnos las sinfonías de Mahler y la poesía de Machado. Con eso se daba un barniz culto. En resumen, era de izquierdas, era culto, era un prodigio de la política, mientras ponía a su hermano a llenar el cazo. Fue el inventor de la corrupción generalizada. Un antecesor de Jordi Pujol.  

Si España hubiera podido llegar a ser una democracia plena, habría acabado en la cárcel. En cambio, le hicieron callar la boca, se fue a su casa con un retiro millonario y dedicó el resto de sus días a vivir como un señor. Como el señor que dijo: el que se mueve no sale en la foto. Frase que compendia toda la basura que trajeron aquellos que se quedaron con las siglas de Pablo Iglesias, el tipógrafo, no el profesor.

Pues ahora viene a meterse con él, con el profesor. Viene a ponerle freno a sus excesos izquierdistas y reclama una Santa Alianza con la derecha. Ya no le viene bien seguir usando su retórica de izquierdas.

Que hable, que siga hablando. 

Así le echara una manita a Podemos. 

Si este fuera un país normal, a este señor no le dejaban salir de casa sus propios compañeros, pero esto es lo que hay: Alfonso Guerra, un genio de la política.   



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