12
DE SEPTIEMBRE.
Decidimos
irnos el viernes por no hacerlo el sábado, ya que habría más
tráfico y podía ser que no hubiera plazas en los mejores campings.
750 km. es una buena distancia pero está lejos del record de 1.200
km. que hemos hecho más de una vez. Pero andar por Navarra y el País
Vasco es pesado porque hay mucho tráfico. Salvo los abundantes
montes, el resto está muy poblado y además estas carreteras son la
entrada occidental en España y hay muchos camiones. Esperábamos
mejorar al entrar en los peajes francesas y así fue después de
Baiona, en el País Vasco francés. Pero al llegar al Macizo Central
de los Pirineos, (la zona de Tourmalet, Luz Ardident y demás), ya el
tráfico aumentaba y cuando íbamos camino de Toulouse, se puso
francamente pesado. Luego al llegar a la que sube por el Languedoc,
el tráfico era como el de la M-30 de Madrid en horas punta. A esto
hay que añadir que en las autopistas francesas no encuentro mi sitio
con la caravana: los camiones va a 100 km/h., los coches a 130 y yo
quiero ir a 110-120 y me cuesta mucho. Si me pongo a la izquierda voy
interrumpiendo a los coches y se me pongo a la derecha tengo que
adelantar constantemente y eso, con ese nivel de tráfico intenso es
muy difícil. Así que cuando llegamos al principio de la Provenza y
vimos el primer camping nos metimos sin más dilación. El camping
era el municipal de Saint Etienne de Gres, (debe de ser el patrón de
los soladores y de Porcelanosa). .
Allí
unos españoles de origen ecuatoriano nos ayudaron un poco por el
idioma a encontrar las cosas del camping
13
DE SEPTIEMBRE.
Visitamos
el siguiente pueblo por la mañana y vimos que era mucho más
agradable y además tenía ¡cinco campings! Así que decidimos
instalarnos en uno de los que hay en Saint Remy de Provence, un
camping magnífico, con unas instalaciones extraordinarias y que, a
pesar de todo, costaba algo menos que el de Navarra. En España el
vino es muy barato pero los campings son muy caros, (y en general
malos).
Después
de instalarnos fuimos a dar una vuelta. Llegamos a los Alpilles, unos
montes de vegetación mediterránea espléndidos, con montañas de
poca altura pero de una orografía muy especial. En medio de esas
pequeñas montañas está Baux en Provence. Como era sábado y había
mucha gente aplazamos la visita al lunes.
Siguiendo
camino paramos en Maussane les Alpilles, el siguiente pueblo en el
camino. En la Provenza todos los pueblos son muy agradables, con las
casas antiguas bien conservadas y rehabilitadas, todo muy arreglado y
lleno de cosas para que la gente viva bien y sea feliz: muchas flores
en los lugares públicos, cafeterías y bares con toda la fachada
abierta a la calle y terrazas espléndidas donde tomarte una buena
cerveza de barril mientras contemplas la animación de la calle.
Siguiendo
el camino llegamos a la Chapelle de Saint Gabriel y paramos a
visitarla. Rodeada de olivares, (esta es la zona de Francia que más
olivos tiene), es una construcción del siglo XII con un curioso
románico que se mezcla con elementos clasicistas que no sé de qué
le vienen, si de la tradición local, (toda la zona conserva muchos
restos romanos), o de arquitectos italianos por la proximidad con el
país.
Al
final llegamos a Tarascón (patria de Tartarín de Tarascón). Es un
caso típico de una localidad que cae en el abandono. No sé si la
raíz de ello fue la pérdida de su actividad económica principal, o
simplemente un recorte de la recaudación de impuestos locales, pero
el caso es que al entrar en la ciudad se nota un abandono de lo
público en las infraestructuras. En el país que mejores asfaltos
tiene de Europa las calles están cubiertas de un material gastado,
lleno de baches y abultamientos irregulares. Conserva los edificios
históricos, pero en estado de abandono. Una gran puerta da acceso al
casco antiguo. Al traspasarla aparece una hermosa ciudad barroca,
pero sus casas están llenas de desconchones y óxidos. Los
habitantes empezaron abandonando sus domicilios y los precios de la
vivienda cayeron. Como consecuencia de ello fueron adquiridos por
quienes menos tienen, que son los inmigrantes y, a continuación, los
antiguos habitantes abandonaron sus casan con mayor urgencia porque
no querían convivir con gentes de otras culturas extrañas. En el
interior de Tarascón no se ven europeos, sólo muchachos, mujeres
con velo y hombres con chilabas del norte de África y de Oriente
Próximo. Este rechazo hizo que la gente se dejara llevar por los
cantos de sirena de la extrema derecha. Han puesto cámaras de
vigilancia en todas las calles del casco antiguo, para tener
controlado el gueto. En la oficina de turismo te informan de una
iglesia (bastante mediocre) y del gran castillo, que están
extramuros, pero no te mencionan el casco antiguo. Para ellos no
existe. Sin embargo en la plaza mayor, las mujeres francesas que
regentan los comercios de por allí, tomaban una copa de champán
celebrando la boda de un familiar e invitaban a los argelinos que
estaban sentados en las terrazas y todos reían y hacían bromas. En
el ayuntamiento había una boda mixta. La novia vestía de blanco,
pero sus amigas, le hacían ese grito bereber que hacen las mujeres
del norte de África. Tampoco parecía tan difícil convivir.
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