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jueves, 27 de marzo de 2008

En la muerte de una víctima de ETA.


Leo en la prensa el obituario sobre la muerte del que fuera presidente de la Audiencia Nacional, Fernando de Mateo Lage y el periódico El Mundo aprovecha para hacer un comentario sobre el luctuoso día en que recibió el paquete bomba que le cortó las dos manos y acabó casi con su vista. De todo ello me quedo con un dato. Los criminales colocaron su insensata carga mortal cobardemente escondida en un libro: El espía secreto de John Le Carré. ¿Qué pensarían estos estúpidos sátrapas que con la insana intención de hacer valer sus putrefactas ideologías decimonónicas se empeñan en la asquerosa empresa de acabar con la vida de personas y pretenden rodear su vil faena de un halo de culta erudición reivindicando su oficio con tan inmerecidas referencias?
¿Podrá esa bendita tierra del Norte volver alguna vez a ser un lugar de bien después de haber albergado a tan repulsiva troupe.

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