Ahora que hemos dejado atrás las elecciones y sus consecuencias podemos empezar a preocuparnos de las cosas importantes.
Hay una arquitectura que intenta deslumbrar mediante efectos grandilocuentes, digamos efectos de trazo gordo y otra más sutil que busca el efecto pero mediante una llamada al público inteligente, al observador curioso. Entre los primeros en España tenemos al arquitecto-ingeniero de Valencia-Zurich: Santiago Calatrava. Entre los segundos he visto cosas divertidas del portugués Alvaro Siza en el pabellón de Portugal de la Expo de Lisboa con una losa de hormigón finísimo, (que ocultaba un progresivo engrosamiento), que daba la impresión de que era apenas un lienzo de hormigón; o el museo de arte contemporáneo de Santiago de Compostela, donde presenta un vano imposible, engaño que en realidad es una obra apoyada perpendicularmente a lo que aparenta. El edificio del Caixaforum en Madrid de los suizos Herzog y de Meuron está en esta última onda. Central eléctrica decimonónica restaurada, parece que hubieran suspendido el edifico en el vacío, edificio de pesados muros de ladrillo que parecen flotar en una calle próxima al Paso del Prado de Madrid y que, para colmo, presenta un jardín vertical en sus inmediaciones.
En la foto parece como si las mujeres, asombradas, buscaran la explicación del prodigio de un edifico que no se sustenta en el terreno.
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