Todos tendemos a considerar la vida
con una cierta deformación profesional. El juez, el abogado o el funcionario judicial
piensan que gracias a la justicia la sociedad funciona aceptablemente bien y
que la cosa más importante que existe es la Ley y el ordenamiento jurídico en
su conjunto. Para un arquitecto lo más importante es crear los entornos
humanizados en los que se puedan realizar todas las actividades de la gente, entornos
agradables, seguros, bellos y bien ordenados. El médico piensa que lo más
importante en la vida es la salud, que la enfermedad es la cruz de la vida y
que el más importante es el trabajo que él realiza. El agricultor piensa que
sin su trabajo nadie comería, el mecánico que sin él todos ellos estarían en su
casa sin poder moverse, el maestro que sin educación las personas no alcanzan a
realizar sus potencialidades, y así podríamos seguir ad infinitum.
Pero este vicio de la propia sobreestima,
que parece llegar a todos los profesionales, alcanza su clímax en los
profesionales cuya objetivo es el dinero. Me refiero a los empleaos de banca de
cierto nivel y a los empresarios. Pero no a los empresarios industriales, (antes
se generalizaba con el nombre de industriales a todos los empresarios); sino a
los actuales empresarios especulativos, que son los que mueven hoy el mundo.
Yo les he visto en un bar
tomando el aperitivo el domingo y hablando entre ellos:
- No sé qué
regalarles este año a los niños.
- ¿Qué edad
tienen los tuyos?
- Cinco y
nueve años.
- La edad
de los míos, más o menos. Pues yo ya sé el regalo que le voy a hacer a mis
hijos para “Reyes”.
- ¿Qué has
pensado?
- Les voy a
regalar una colección de monedas conmemorativas del tricentenario del tratado
de Utrecht en oro de ley de 24 quilates.
- ¿Tú crees
que eso les va a gustar?
- ¡Hombre!
Estamos hablando de 24 quilates…
Pues bien, este colectivo es
el que, según parece, ha tomado el poder en España. La rápida transformación
que han sufrido los medios de comunicación públicos del Estado Español, RTVE, otrora
adalides de la información veraz, independiente y crítica, no merece comentario
alguno por ser de todos conocida. Pero hay un detalle que no deja de llamar mi
atención. Me refiero a la segunda cadena de Televisión Española. Ésta, que
había tenido siempre un carácter cultural, centrada en el mundo de las artes,
los libros, el teatro, el cine, la música, desde su fundación allá en la época
franquista, ya dejó abandonada en su penúltima etapa la difusión musical por
alguna razón extraña. Los socialistas, que dirigieron el gobierno de la nación
en esa anterior legislatura, han sido siempre unos negados para la música.
Recuerdo habérselo oído decir a Felipe González en una entrevista de hace
muchos años. Hablaba de libros, de historia, de poesía, de ensayo, pero
afirmaba rotundamente que la música no tenía el menor interés para él. Lo
recuerdo muy bien. Solamente, Alfonso Guerra, que siempre ha ido por libre,
colaboró en aquella tarea de finales de los años ochenta de promover la música
de Mahler.
Ahora, la actual directiva
del “ente” ha decidido que la segunda cadena se dedique en exclusiva a la
economía porque, estos adelantados del neoconservadurismo, hace ya mucho
tiempo que consideraron que el dinero no era un medio, (poderoso donde los haya
desde luego), sino un fin. El único fin, o más metafísicamente: el fin último.
O sea, Dios.
P.D. El otro día he visto en
mi peluquería a un cliente regalarle a mi peluquero un DVD con la integral de “La
bola de cristal”. Cosas de cuando había televisión. Ahora lo que hay es algo
diferente: ya no es TV es TDT.
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