PRÓLOGO MORAL.
Nunca la modestia intelectual ha
sido una de mis mayores virtudes. ¿Qué le vamos a hacer? Cada uno es como es.
En lo demás, creo que soy una persona modesta, yo diría muy modesta. No me
gusta apabullar a la gente que puede sentirse inferior a mí, no me gusta
presumir de estatus, no me siento superior a nadie y, por lo tanto, no
considero a ningún ser humano inferior a mí, ya sea de cualquier etnia, de
cualquier país, de cualquier género. Pero si creo que tengo razón, no porque
esté por encima de la gente y tenga poder para imponer mis opiniones como hacen
muchos, sino porque intelectualmente lo que estoy discurriendo me parece
cierto, en ese caso soy totalmente inmodesto y además no me importa hacérselo
saber a todo el mundo. Es mi mayor defecto, ese y a menudo la ira. Bueno de
cuando en cuando la pereza y a veces la falta de entusiasmo. Bueno, vamos a
dejar mis defectos que éste podría ser un tema muy largo y tampoco importa
mucho a nadie.
DIGRESIÓN ECONÓMICA
Viene a cuento esto, porque acabo
de darme cuenta de que por fin, el prestigioso premio Nobel de economía Paul
Krugman, ha leído este blog y está empezando a entender lo que está sucediendo.
Ha dejado ese discurso keynesiano que llevaba tanto tiempo defendiendo y ha comprendido
nuestro pensamiento. En su último artículo en el suplemento económico de “El
País”, titulado “Robots y capitalistas sin escrúpulos” adopta nuestras tesis
respecto del empleo, todavía de forma moderada, concluyendo el mismo así: “Como he dicho, este es un debate que apenas
se ha iniciado; pero es hora de ir empezando, antes de que los robots y los
capitalistas sin escrúpulos conviertan nuestra sociedad en algo irreconocible.”
Sin embargo parece que va entendiendo esto, cuando comenta: "aunque es verdad que los tipos de las finanzas siguen teniendo un éxito tremendo (en parte porque, como ahora sabemos, algunos de ellos son en realidad ladrones)".
Sin embargo parece que va entendiendo esto, cuando comenta: "aunque es verdad que los tipos de las finanzas siguen teniendo un éxito tremendo (en parte porque, como ahora sabemos, algunos de ellos son en realidad ladrones)".
Hace ya casi un año, nos
preguntábamos aquí: “¿Hay que trabajar más?”; en respuesta a unas declaraciones
de Dolores de Cospedal en ese sentido. En aquel entonces, después de razonar
que la creación de paro es algo inherente al sistema y que no se va a detener,
decíamos que el trabajo está sometido al mercado como un producto más y que, al
igual que los empresarios agrícolas cuando sus productos bajan de precio los
tiran al mar para que suban, hacíamos una propuesta que, detrás de su ironía, escondía una opinión sobre lo que está
ocurriendo y lo que nos espera: “Tenemos
un bien que es cada vez más escaso: el trabajo; cuya oferta decrece y escasea
cada vez más porque la tecnología lo hace cada vez menos necesario. Al tiempo
tenemos una cada vez mayor demanda de trabajo que son los parados, los
que quieren entrar al mercado laboral y no pueden, los despedidos con más de 45
años de edad, etc. ¿Qué sucede? Que, cada vez más, la fuerza de trabajo vale
menos. Habría que tirar los parados y los trabajadores al mar para que la
fuerza de trabajo subiera de valor, se cotizara más alta y los empresarios
dieran más por ella. “
MORALEJA.
Después, intentando recuperar un
poco la sensatez, añadíamos: “Pero como
la solución evidentemente no es tirar a la gente al mar, la alternativa es
trabajar menos horas, para que el valor de la hora trabajada suba de precio.”
Por eso los empresarios, en especial en la economía especulativa, tienen
tanto interés en lo contrario. No hay que olvidar que lo que es bueno para el
capital es malo para la fuerza de trabajo. No hay una economía, hay muchas. De
hecho, cada uno tiene la suya propia, con sus intereses propios, a veces
coincidentes, a veces contrapuestos a los de los demás. El resumen de esta
crisis es que el capital está aplastando a la fuerza de trabajo que se ha
desarmado ella sola engañada por los cantos de sirenas de los Díaz Ferrán.
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