DOMINGO 26
de agosto. Después de ver las informaciones turísticas decidimos ir a recorrer
el Parque Natural del Señorío de Bertiz. En principio no habíamos previsto
visitarlo porque tiene un jardín con árboles traídos de muchos lugares, lo que
no es un tema que nos interese especialmente pero, como los jardines de la
Granja, está rodeado de bosques y estos sí son espacios naturales interesantes: bosques de
robles, castaños y sobre todo hayas, con algunos abetos y un bosquete de cedros
que sembraron en lo más recóndito. La ruta presentaba varias posibilidades pero
como nos encontrábamos bien fuimos metiéndonos más y más en el parque hasta que
lo recorrimos todo entero. En total hicimos 27 km., con un desnivel de la ruta de 560 m., pero con un acumulado de casi 700 m., en definitiva una paliza
importante de 7 horas, osea: andar casi sin parar. Fue una ruta agradable porque la
primera mitad la hicimos por la vertiente solana donde el hayedo está más
abierto que, por ejemplo, en Irati y es más luminoso y alegre. El regreso lo
hicimos por un río que le confiere al entorno un cierto frescor y el sonido
amable del agua que va saltando los canchales de piedra.
Cuando
conseguimos bajar hasta la localidad de Oronoz nos tomamos unos cuantos
botellines de cerveza en un bar que no tenía ni barril y donde un paisano me
hablaba en euskera. Cuando le conteste que no entendía tan hermosa lengua, se
pasó al castellano para glosarme las glorias de un pelotari que estaba jugando
en ese momento en un partido retransmitido por la tele local, y quien a sus 43
años era muy conocido en toda Euskal Herría. La camarera, no obstante, puso un
pizca de duda al comentar: veremos si ahora no le sacan alguna cosa de dopaje. Lo que nos llevó a concluir la conversación con el caso Armstrong.
LUNES 27 de
agosto. Tras la paliza en Bertiz, decidimos tomarnos la mañana de descanso,
bajar a Elizondo y realizar algunas compras, como una pila de reloj y cosas
así. Nos gustó mucho el pueblo, pero por la tarde, una ligera indisposición nos
impuso un poco de relax. Así que, como el calor era intenso, nos fuimos a dar
un chapuzón a la piscina del camping. Un chapuzón y nada más, un rato a la
sombra y de vuelta a la caravana se puso a diluviar: una tormenta.
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