Jose Manuel Lechado en La globalización del miedo, (Ediciones Espejo De Tinta, S.L, 2005), llega a una conclusión que nos parece acertada, a saber: que en estas cuestiones de política internacional, el remedio es siempre peor que la enfermedad. Lo refiere el autor al problema actual del terrorismo, (el mayor reto al que se enfrenta el mundo según los políticos que rigen las grandes potencias), en el cual, el mayor daño colateral es la destrucción de los fundamentos democráticos, como ha sucedido en EE.UU. donde una serie de políticos ultraconservadores, (neoconservadores se dice ahora), han conseguido retrotraer su país a épocas remotas, (anteriores a los padres fundadores de la Patria), destruyendo el consenso que dio origen a la democracia allá por el siglo XVIII. En aras de conseguir un triunfo en esta mal llamada guerra contra el mal llamado terrorismo, naciones punteras en los derechos humanos (según ellos presumen) han llegado a legalizar las torturas, la invasión de cualquier país por sus agentes y la anulación de los derechos fundamentales de sus propios conciudadanos, como el derecho a la intimidad, el derecho de reunión, asociación, la libertad de expresión, etc.
Con muy buen criterio, lo primero que hace Lechado es preguntarse qué es terrorismo, llegando a la conclusión de que el término terrorismo no tiene una semántica propia sino que sólo tiene significado en función del contexto en que se cite. Por ejemplo, Menahen Meguin fue, incluso para occidente, un terrorista peligroso y sin escrúpulos en los años cuarenta, cuando dirigió el terrorismo sionista. El mismo personaje fue considerado un aliado fundamental de los EE.UU. cuando fue elegido presidente del gobierno de Israel, a pesar de que sus acciones contra los palestinos no se diferenciaban en lo sustancial de lo que había venido haciendo con anterioridad y cuando fue forzado a pactar con éstos los acuerdos de Camp David fue investido con el Premio Nobel de la Paz. De terrorista al Nobel de la Paz. De igual modo, Muamar el Gadafi ha pasado de ser un criminal terrorista a un aliado de occidente. Según Lechado para cualquier poder es terrorista el que queramos que lo sea. Desgrana el autor la historia del terror en la política y constata la dificultad de llegar a una definición, cosa que tampoco hacen las leyes de los países que están tan interesados en esta guerra, porque no es posible una definición del término.
Su recorrido histórico por el terror está bastante bien documentado y, en especial, informaciones sobre la red de Al Qaeda, los wahabistas saudís y los chiitas. Señala, con acierto, que la guerra contra el terrorismo es necesaria para apuntalar el dominio de EE.UU. sobre el mundo, toda vez que la Guerra Fría se ha terminado y los norteamericanos son un imperio en declive.
Un buen libro para conocer el tema, bien documentado y bien escrito. Como crítica cabría señalar, si acaso, que en ocasiones vierte expresiones en base a ideas que no están bien demostradas, sin más análisis, para poder avanzar en la narración. Se trata de ideas que el autor conoce muy bien y no las desgrana ya sea por pereza ya sea por falta de un esquema mejor, aunque hay que reconocerle que de haberlo hecho, el texto sería más extenso y más difícil de leer y no están los tiempos para exigirle mucha lectura al personal.
Con muy buen criterio, lo primero que hace Lechado es preguntarse qué es terrorismo, llegando a la conclusión de que el término terrorismo no tiene una semántica propia sino que sólo tiene significado en función del contexto en que se cite. Por ejemplo, Menahen Meguin fue, incluso para occidente, un terrorista peligroso y sin escrúpulos en los años cuarenta, cuando dirigió el terrorismo sionista. El mismo personaje fue considerado un aliado fundamental de los EE.UU. cuando fue elegido presidente del gobierno de Israel, a pesar de que sus acciones contra los palestinos no se diferenciaban en lo sustancial de lo que había venido haciendo con anterioridad y cuando fue forzado a pactar con éstos los acuerdos de Camp David fue investido con el Premio Nobel de la Paz. De terrorista al Nobel de la Paz. De igual modo, Muamar el Gadafi ha pasado de ser un criminal terrorista a un aliado de occidente. Según Lechado para cualquier poder es terrorista el que queramos que lo sea. Desgrana el autor la historia del terror en la política y constata la dificultad de llegar a una definición, cosa que tampoco hacen las leyes de los países que están tan interesados en esta guerra, porque no es posible una definición del término.
Su recorrido histórico por el terror está bastante bien documentado y, en especial, informaciones sobre la red de Al Qaeda, los wahabistas saudís y los chiitas. Señala, con acierto, que la guerra contra el terrorismo es necesaria para apuntalar el dominio de EE.UU. sobre el mundo, toda vez que la Guerra Fría se ha terminado y los norteamericanos son un imperio en declive.
Un buen libro para conocer el tema, bien documentado y bien escrito. Como crítica cabría señalar, si acaso, que en ocasiones vierte expresiones en base a ideas que no están bien demostradas, sin más análisis, para poder avanzar en la narración. Se trata de ideas que el autor conoce muy bien y no las desgrana ya sea por pereza ya sea por falta de un esquema mejor, aunque hay que reconocerle que de haberlo hecho, el texto sería más extenso y más difícil de leer y no están los tiempos para exigirle mucha lectura al personal.
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