Los amigos, como los hijos, se quieren a todos a por igual, y, si no fuera así, se debe de actuar como si lo fuera. Digo esto porque de todos los amigos que tengo, (que no son muchos por cierto), hay alguno con el que llegas a una comunicación más especial, por su propia forma de ser. Mientras que con la mayoría de ellos hablas mucho de futbol, de política o de trabajo, con algún otro hablas de cosas verdaderamente importantes, como por ejemplo, lo útil que es guardar las tarjetas de invitación para reciclarlas escribiendo cosas, utilizándolas de borrador para anotaciones urgentes. Amigos así son los que te enseñan las fotos de su abuelo de antes de la guerra y comparten contigo las reflexiones que eso les suscita. A mí me pasa así con mi amigo Antonio Muñoz Molina. Yo soy amigo suyo desde que leí El Jinete Polaco. Desgraciadamente él no es amigo mío. No por nada, sino porque, sencillamente, no me conoce. Pero las confidencias, las reflexiones, las cosas tan íntimas que mi amigo Antonio me ha venido contando desde aquel feliz día, hacen que se me haya vuelto imprescindible. Bueno, realmente todos los amigos son imprescindibles, si no, no serían amigos, serían conocidos, compañeros, o algo así, pero no amigos. Prescindir de un amigo debe ser casi tan doloroso como prescindir de un hijo, algo poco menos que imposible.
Aunque mi amigo Antonio tiene ese aspecto tan adusto, en el fondo es un tipo simpático y divertido, no te imaginas las historias que cuenta. Ese aspecto adusto es muy propio de los andaluces, porque ya sabemos que eso de que los andaluces son todos unos chistosos permanentes es mentira, eso no pasa ni en Canal Sur, (por cierto que mi amigo Antonio se queja mucho de los contenidos y de la Andalucía tópicamente graciosa que ese canal quiere transmitir). Los andaluces graciosos de verdad son los que, como Antonio, suelen aparentar ser tan serios. Estos cuando sueltan su sentido del humor son tremendos.
En esta dirección se puede ver un video de mi amigo en su casa y en su ambiente.
Aunque mi amigo Antonio tiene ese aspecto tan adusto, en el fondo es un tipo simpático y divertido, no te imaginas las historias que cuenta. Ese aspecto adusto es muy propio de los andaluces, porque ya sabemos que eso de que los andaluces son todos unos chistosos permanentes es mentira, eso no pasa ni en Canal Sur, (por cierto que mi amigo Antonio se queja mucho de los contenidos y de la Andalucía tópicamente graciosa que ese canal quiere transmitir). Los andaluces graciosos de verdad son los que, como Antonio, suelen aparentar ser tan serios. Estos cuando sueltan su sentido del humor son tremendos.
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