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jueves, 10 de abril de 2014

El Gran Hotel Budapest, de Wes Anderson.




Me alegro de que Wes Anderson se haya fijado en Stefan Zweig, un escritor olvidado en Europa y desconocido en EE.UU. Dice el director tejano que hay una cierta recuperación de Zweig y en alguna entrevista alude a una razón muy trivial: porque se ha agotado el plazo de devengo de derechos de autor y sus herederos ya no pueden cobrar por su obra. Me parece una razón demasiado prosaica, quiero pensar que algo habrá en nuestro tiempo para que la gente se empiece a interesar por este autor. "El Gran Hotel Budapest" es una película basada en los textos de Stefan ZweigPara empezar por el final, diremos que Stefan Zweig y su mujer se suicidaron en Brasil en el año 1.942 porque pensaron que el nazismo iba a triunfar en el mundo y que, en todo caso, el mundo que se estaba fraguando no era un sitio en el que valiera la pena vivir.
Hay que tener en cuenta que elmundo del que procedía Zweig era un lugar muy hermoso. La Viena en la que estudió filosofía e historia de la literatura era una de las capitales mundiales de la cultura, junto a París, Londres o Berlín. Por entonces pertenecía a un gran imperio: el Imperio Austrohúngaro. Un lugar donde reinaba el equilibrio, un país con capacidad para realizar cualquier sueño, pero además, en aquella Viena se estaban produciendo los movimientos que darían lugar a las vanguardias culturales y artísticas de Europa. Era la ciudad de pintores como Gustav Klimt, Oskar Kokoschka y Egon Schiele, donde nació el estilo secesión, que aquí llamamos modernismo, donde nació la arquitectura y el diseño modernos de la mano de Otto Wagner y sus seguidores: Adolf Loos, Josef Hoffmann y J. Olbrich, entre otros, una ciudad en la que tenía su consulta un psicólogo judío llamando Sigmund Freud, pero también trabajaban Adler y Bruno Bettelheim, donde un músico, (también judío), Arnold Schönberg, (o Schoemberg, como se haría llamar en EE.UU. después de exiliarse), acabaría con el sistema armónico occidental para crear una nueva escuela de Viena que cambiaría el curso de la música, y donde todavía dirigía las orquestas un director llamado Gustav Mahler y, otro, Max Steiner llegaría a ser el primer gran músico del cine. Hay veces en que se da la coincidencia de un lugar y un momento en el tiempo. Una de esas coincidencias es la Viena de principios del siglo XX. La mayoría de estos personajes eran de origen judío, como los directores de cine Fritz Lang, Billy Wilder, Otto Preminger, o los mayores filósofos del siglo XX, como Karl Popper, Arthur Koestler y Ludwig Wittgenstein. La psicoanalista Melanie Klein decía: “yo nací en Viena en marzo de 1882, esto fue lo mejor que me pasó, el haber nacido judía y en la Viena finisecular, fue algo fantástico. Viena era el mundo de la cultura en ese momento, además donde los judíos podían desarrollarse con pocas dificultades”. El filósofo Karl Popper, por su parte, afirmaba: “…antes de 1914 reinaba una atmósfera de liberalismo en la Europa situada al oeste de la Rusia zarista, atmósfera que se extendió también por Austria y que fue destruida, al parecer para siempre, por la primera guerra mundial. La Universidad de Viena, con sus numerosos profesores verdaderamente eminentes, gozó de un alto grado de libertad y autonomía, así como también los teatros, que fueron tan importantes en la vida de Viena (casi tanto como la música). El emperador se mantenía distanciado de todos los partidos políticos y no se identificó con ninguno de sus gobiernos”.
Es verdad que era una Viena burguesa, que no toda la población de aquel Imperio alcanzó un nivel de vida adecuado ni tuvo acceso a todas las oportunidades vitales que se estaban produciendo, pero, con sus defectos, era una sociedad que funcionaba y donde se podía vivir bien.
Todo se acabó con la I Guerra Mundial. En realidad se acabó cuando los países de Europa tomaron el camino de la guerra, de la destrucción, del odio y de la prepotencia chovinista. Al acabar esa guerra el Imperio Austrohúngaro fue disuelto y Austria se convirtió en un pequeño país sin salida al mar.
Pero eso no fue lo peor. Las razones que llevaron a la Gran Guerra fueron las que hicieron que la paz que siguió fuera la más mezquina de las posibles y que pronto las cosas se pusieran aún peor, terminando en el ascenso al poder de la gentuza nacional socialista.
De esa época, en la que la Europa de la libertad, de la belleza y el respeto estaba acabada y la llegada de la debacle era cuestión de tiempo, es de lo que trata esta hermosa película, que me parece que está muy bien hecha.


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