Contar historias. Según Antonio
Muñoz Molina, por alguna razón que están estudiando los neurólogos, los seres
humanos necesitamos contar historias. Historias que sirvan para explicarnos la
vida, que es algo inexplicable, que sirvan para enseñar a vivir, que es algo
que nunca se aprende y que sirvan para dejar constancia de lo que es
inconstante, incongruente e inconsistente. La narración de historias es un
universal: está en todas las culturas. Por muy atrasada y pobre que sea una
cultura, ha creado una gran cantidad de historias, historias complejas y muy
elaboradas. Estas historias pueden ser cuentos de transmisión oral, pueden ser
narraciones cortas, poemas, novelas o verterse en comics, obras de teatro o
películas de cine, pero al final son siempre las mismas historias: de abandono
y de encuentro, de amor y de desamor, de solidaridad y de soberbia, de
justicieros y de injusticias, de vida y de muerte. Cuando el lunes llegamos a
la oficina, lo primero que hacemos es un corto relato del fin de semana: estuve
en la playa, vino mi familia, fuimos a una boda, me quedé en casa con un
tremendo catarro. Cuando narramos algo le damos coherencia a una cosa que no la
tiene, porque la vida no tiene coherencia. Ese fin de semana que resumimos
diciendo que fuimos a la playa, fue en realidad una enorme acumulación de
instantes en los que tuvimos multitud de experiencias a veces contradictorias,
a veces difíciles de comprender, otras absurdas y nosotros somos los que ahora
las ordenamos en un relato que dice que fuimos a la playa. Pero como decía León
Felipe: “el miedo del hombre… ha inventado todos los cuentos”. El miedo a la
incoherencia de todos esos momentos inconexos en los que la vida nos lleva por
derroteros inesperados. Porque no sólo fuimos a la playa, también estuvimos a
punto de sufrir un accidente que hubiera cambiado nuestra vida de forma
radical, porque discutimos antes de salir de casa por cualquier cosa nimia y
estuvimos enfadados casi todo el fin de semana. En una tienda encontré un libro
que llevaba mucho tiempo buscando que no me compré y me dormí porque en la
televisión ponían un programa muy aburrido y no nos habíamos llevado nada para
leer. En lugar de contar todo eso contamos
que estuvimos en la playa, que el tiempo fue soleado y que el agua estaba aún
fría. Los relatos son siempre parciales, no contamos todo, con lo cual hacemos
una transmisión de datos tergiversada, a veces de manera inconsciente, otras de
forma consciente para defender una idea que queremos transmitir y que sólo
parcialmente se corresponde con lo que realmente sucedió. Fuimos a la playa y
lo pasamos muy bien, fuimos felices durante todo el fin de semana porque el sol
lucía espléndidamente y el agua estaba fresquita.
lunes, 21 de mayo de 2012
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