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martes, 21 de junio de 2011

Demócratas.

El diccionario de la R.A.E. dice, en su entrada a la palabra “democracia”, lo siguiente:
1. f. Doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno.
2. f. Predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado.

Viene a cuento esta consulta al diccionario oficial de la Academia porque a veces olvidamos el significado exacto de los términos y confundimos lo accesorio con lo principal, de la misma manera que venimos confundiendo los fines con los medios. Pero esa es otra historia.
Lo digo porque recientemente he escuchado declaraciones de algunos de nuestros próceres referentes al concepto de “democracia” que me han hecho cierta gracia, por decirlo de forma amable.
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Preguntado el Señor González Pons, vicesecretario de comunicación del P.P., sobre algunos acontecimientos relativos a las protestas del 15-M, afirma este Doctor en Derecho, que fue además profesor de Derecho constitucional en la Universidad de Valencia, con esa frase que han coreado las descentradas hordas centristas (según ellos se califican): esto es democracia y no lo de sol.
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Por otra parte, otro docto catedrático de Derecho constitucional y además, uno de los Padres de la Constitución española, el insigne profesor y político socialista Gregorio Peces-Barba, criticaba la iniciativa adoptada en Islandia según la cual la gente ordinaria iba a redactar la nueva constitución mediante una consulta a través de la red.
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De estos dos comentarios hay que sacar una conclusión clara: el parlamentarismo no es la democracia. La democracia es cosa del pueblo, no de los padres de la constitución ni de los partidos que ganan las elecciones, la democracia, repito, es cosa del pueblo.
El problema está en que para gobernar hay que tomar decisiones y no sería efectivo en la práctica andar consultando a todo el mundo cada vez que se va a hacer una ley, siendo además evidente que no todos pensamos igual y que si tenemos en cuenta las opiniones de todos no terminaremos de redactar ninguna norma ni llegaremos a tomar decisión política alguna. Las sociedades modernas son complejas tanto por el número de personas que las constituyen como por la diversidad de valores y de creencias que detentan esas personas. Así que hace algún tiempo se llegó a una forma de entendimiento para hacer posible el funcionamiento de la sociedad y la política que es la democracia participativa. Desafortunadamente no somos una sociedad como la que formaban los hombres libres de la ciudad-estado de la Atenas de Pericles que fue donde se creó el concepto de democracia. Nuestras sociedades requieren de otros medios para llevar a cabo los objetivos comunes.
Sin embargo, algunos tenemos la sensación de que esto de la representación democrática se ha tomado como excusa para que un nutrido grupo de oportunistas vivan a cuerpo de rey a costa del erario público, es decir, de nuestro dinero. También tenemos algunos la sensación de que estos oportunistas están al servicio de quienes más tienen, que son quienes controlan la vida económica de nuestro país en el entorno global de la economía, y de que hacen muy poco caso a las necesidades reales del común de los mortales.
Se podrá estar de acuerdo o no con estas sensaciones que uno comparte con los indignados del 15-M, pero lo que no se puede decir es que eso no es democracia (González Pons) o que la gente no está cualificada para organizarse como considere oportuno (Peces-Barba).
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En todo caso, la actitud de los indignados no es nada dogmática sino pragmática y dialógica, que, por cierto, es lo que nos enseñan las mentes preclaras de pensadores como Jürgen Habermas o Karl-Otto Apel.
No sé cual será el futuro, pero lo que sí sé es que tenemos derecho a diseñarlo entre todos. Democráticamente.  

1 comentario:

Ángela dijo...

Estoy totalmente de acuerdo.