Qué distintas vemos las cosas según el cristal con el que miramos. Ayer estuve viendo los viejos videos VHS que filmábamos en las vacaciones y me doy cuenta de que cuando los hacía orientaba la cámara a las cosas pintorescas que veíamos en los viajes, digamos que enfocaba a la Torre Eiffel, por ejemplo, mientras que ahora lo que me interesa de esos vídeos es ver a mis hijos pequeños, (tan pequeños que apenas consigo adivinar en ellos las personas adultas que ahora son), algún amigo que ya no está y cosas que desaparecieron y no volverán más, como mi pelo oscuro sin asomo de canas. La dichosa torre Eiffel sigue estando ahí, en el mismo sitio que estaba, pero mis hijos pequeños ya no existen. Si volviera a filmar esas películas pondría la torre Eiffel como un simple fondo para captar las payasadas de mi hijo que nos hacían reír a todos y a mi hija correteando alrededor derrochando alegría, que son las cosas que ahora me interesan y no ese amasijo de hierros que quiso ser la mayor muestra de modernidad jamás construida y que hoy contemplamos como se contempla una vieja iglesia medieval.
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