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jueves, 30 de julio de 2009

Humo humano


Solamente una parte significativa del pueblo vasco parece encontrarse aún en el siglo XX. Peor para ellos. Durante el siglo pasado cundió la estúpida pretensión de cambiar el mundo a golpe de bayoneta. Desde Hitler y Mussolini a Stalin, desde Pinochet a Mao y Pol Pot.
Este último, por ejemplo, para instaurar un régimen de tipo maoísta en Camboya empezó por eliminar los restos de la burguesía y por realojar a la población, trasladándola al campo desde las ciudades, siguiendo el diseño de sociedad que él mismo había concebido. Esta operación culminó con la muerte de un millón y medio de ciudadanos de su propia etnia: los jemeres. Estos jemeres rojos instauraron un régimen de terror que sólo fue suprimido mediante la invasión de Camboya por los vietnamitas, que se encontraban bajo el régimen comunista que había derrotado a los EE.UU.
El libro de Nicholson Baker, “Humo humano: los orígenes de la Segunda Guerra Mundial y el fin de las civilizaciones”, publicado por editorial Debate, trata de las peligrosas expectativas que se desarrollaban en el mundo “civilizado” desde los primeros años del pasado siglo. Al principio el libro sorprende e incluso decepciona un tanto. Uno espera una narración histórica de los hechos, máxime cuando el autor creo que es más literato que historiador. Por el contrario el libro es una disposición cronológica y temática de las fuentes, especialmente periodísticas, de la época en cuestión. Declaraciones de los protagonistas que no han sido manipuladas ni interpretadas y que hablan por sí solas. Por ejemplo, el gran salvador de la corona británica, Sir Winston Churchil, al que los historiadores (ingleses) han convertido en una especie de héroe, se presenta aquí en sus declaraciones a la prensa, en las que ensalza el uso del gas mostaza para convencer a los hindús de la necesidad de doblegarse al imperio de su majestad o defendiendo en Roma las tesis del dictador italiano Mussolini. Podemos comprobar que la actitud de los alemanes hacia los judíos no era muy diferente de la seguida por muchos otros europeos y norteamericanos o cómo todos los países se rearmaban con vistas a lograr la supremacía en Europa y controlar así el negocio del imperialismo y la sumisión de las economías nacionales a la gran industria del armamento.
Baker presenta las fuentes sin más y son las fuentes las que hablan por sí solas. El libro se convierte así en un alegato pacifista, haciéndonos ver que nunca los fines justificarán los medios y que no debemos perder el control democrático de la sociedad porque si no los esbirros de Marte, que siempre están ahí, acabarán controlando nuestras vidas como ya han venido haciendo.
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