En Extremadura se puede observar como la civilización equivoca sus caminos. En otros ámbitos este tipo de equivocaciones sucedieron tiempo atrás, hoy ya no se repiten. En esto la región se constituye en una máquina del tiempo que nos permite ver como sucedió.
Informa el diario Hoy que la autopista que unirá Cáceres con Badajoz tiene el visto bueno medioambiental. No sé lo que habrá tenido que ver con esto el hecho de que D. Santiago A. Hernández Fernández, otrora máximo dirigente del grupo ecologista local ADENEX, haya sido nombrado recientemente Presidente del Consejo Económico y Social de Extremadura. Lo más importante del caso es que no parece que haya necesidad alguna de tener una autovía para unir las dos ciudades. El tráfico existente es mínimo y no he conocido jamás una aglomeración de coches en ese recorrido. Los recursos de la Comunidad Autónoma son limitados y los que se necesitan para hacer una autovía son inmensos. Esos recursos no van a ir a otros campos como la cultura, la educación, la salud de los extremeños, etc. Van a ir a la autovía que unirá estas dos ciudades.
Por otra parte, entre éstas existe una sierra baja, la Sierra de San Pedro, que es una Z.E.P.A. es decir una Zona de Especial Protección para las Aves, según los convenios internacionales que tiene suscritos España. Quiere decir que la zona es una reserva natural que aloja restos de naturaleza virgen y que es altamente sensible a cualquier tipo de impacto. El informe ambiental habla de numerosas medidas que habrá que tomar para disminuir los impactos en el entorno natural. Desde “todas las cosas” asumiríamos estos impactos como necesarios y solo haríamos votos para que se cumplieran las medidas correctoras si estuviéramos hablando de la Nacional V (Madrid-Lisboa), o de la N-630, Ruta de la Plata, felizmente convertida recientemente en autovía en todo su ámbito extremeño. Nos parecería muy bien. Pero la carretera de Cáceres-Badajoz, hoy por hoy, no precisa, en nuestra opinión, de tantos recursos y sacrificios. Es ponerse el remedio antes de que exista una necesidad, según una mentalidad trasnochada que cree que solamente haciendo autovías vamos a convertirnos en una región puntera de Europa, una región que, por ejemplo, no tiene un solo kilómetro de ferrocarril electrificado o que mantiene su patrimonio histórico mal conservado, incluidos monumentos señeros como el Monasterio de Guadalupe o la Catedral de Plasencia, el casco antiguo de Badajoz y otros.
Por cierto, en Badajoz todavía no se ha hecho una autovía de circunvalación que descongestione el tráfico de la ciudad.
Informa el diario Hoy que la autopista que unirá Cáceres con Badajoz tiene el visto bueno medioambiental. No sé lo que habrá tenido que ver con esto el hecho de que D. Santiago A. Hernández Fernández, otrora máximo dirigente del grupo ecologista local ADENEX, haya sido nombrado recientemente Presidente del Consejo Económico y Social de Extremadura. Lo más importante del caso es que no parece que haya necesidad alguna de tener una autovía para unir las dos ciudades. El tráfico existente es mínimo y no he conocido jamás una aglomeración de coches en ese recorrido. Los recursos de la Comunidad Autónoma son limitados y los que se necesitan para hacer una autovía son inmensos. Esos recursos no van a ir a otros campos como la cultura, la educación, la salud de los extremeños, etc. Van a ir a la autovía que unirá estas dos ciudades.
Por otra parte, entre éstas existe una sierra baja, la Sierra de San Pedro, que es una Z.E.P.A. es decir una Zona de Especial Protección para las Aves, según los convenios internacionales que tiene suscritos España. Quiere decir que la zona es una reserva natural que aloja restos de naturaleza virgen y que es altamente sensible a cualquier tipo de impacto. El informe ambiental habla de numerosas medidas que habrá que tomar para disminuir los impactos en el entorno natural. Desde “todas las cosas” asumiríamos estos impactos como necesarios y solo haríamos votos para que se cumplieran las medidas correctoras si estuviéramos hablando de la Nacional V (Madrid-Lisboa), o de la N-630, Ruta de la Plata, felizmente convertida recientemente en autovía en todo su ámbito extremeño. Nos parecería muy bien. Pero la carretera de Cáceres-Badajoz, hoy por hoy, no precisa, en nuestra opinión, de tantos recursos y sacrificios. Es ponerse el remedio antes de que exista una necesidad, según una mentalidad trasnochada que cree que solamente haciendo autovías vamos a convertirnos en una región puntera de Europa, una región que, por ejemplo, no tiene un solo kilómetro de ferrocarril electrificado o que mantiene su patrimonio histórico mal conservado, incluidos monumentos señeros como el Monasterio de Guadalupe o la Catedral de Plasencia, el casco antiguo de Badajoz y otros.
Por cierto, en Badajoz todavía no se ha hecho una autovía de circunvalación que descongestione el tráfico de la ciudad.
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