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martes, 19 de marzo de 2013

El gato y el ratón.



Como decíamos ayer…  Hablábamos en nuestra anterior entrada sobre la polémica creada por Antonio Muñoz Molina al afirmar que el único intelectual que quedó en la España de la post-transición fue El Roto. Pues bien, hay que reconocer que en el grupo de los que fueron críticos con la “ejemplar transición” se encontraban también otros, entre ellos la revista “Le Monde Diplomatique” que publicada en Francia daba voz en español a esa parte de la izquierda derrotada que fue la del exilio. Derrotada porque venían de una derrota vil, la del fascismo sobre la República Española, y derrotada porque después de cuarenta años de separación con la patria se produjo un gran divorcio con la sociedad española, cosa que aprovechó la izquierda “del interior” para quitársela de encima. Ignacio Ramonet, incansable director de la publicación, representa a esa izquierda que se opuso al franquismo y también a la tibia transición democrática.

Entramos hoy en la revista y leemos esto:

“Un país endeudado y sometido a los dictados de organismos financieros internacionales; con una clase política mediocre, corroída por la corrupción y detestada por la opinión pública; una desconfianza general hacia las instituciones; un Estado desprovisto de soberanía monetaria; con un sistema bancario estafador y ladrón; un paro masivo; una infame ley de hipotecas y miles de desahucios...”

Pensamos: ¡qué retrato más despiadado de nuestra actualidad! Pues no, se pregunta Ramonet: “¿Hablamos de la España de hoy?” Y su respuesta es: “No, del Ecuador de antes de 2006, de antes de la “revolución ciudadana” impulsada por Rafael Correa, brillantemente reelegido presidente el pasado 17 de febrero”.

La moraleja de este informe es muy clara: no estamos condenados a hundirnos en la miseria que actualmente nos corree… Pero para salir de ésta hay que buscar una salida razonablemente de izquierdas, de una izquierda sin tibiezas y sin complejos. Las demás salidas ya las han propuesto la derecha y la izquierda “realista” y todo el mundo sabe con qué resultado. La solución no es una política como la de Correa, es una política nuestra pero que, como la de los ecuatorianos, parta de una crítica al neoliberalismo que campa a sus anchas por el mundo globalizado desde los años ochenta y de una economía basada en la especulación y no en la producción de bienes y servicios, para, en última instancia, servir a los intereses del ser humano.

En esa misma publicación encontramos un escrito demoledor del escritor chileno afincado en Gijón Luis Sepúlveda. Se titula la fábula del gato de Felipe González y se refiere a aquella frase famosa que el entonces presidente español tomó de Deng Xiaoping. La frase decía: ““no importa si el gato es blanco o negro; lo que importa es que cace ratones”. Frase que fue el punto de partida del alzamiento de la economía china con base en el pragmatismo (y la hipocresía de cambiar de sistema económico sin cambiar el político) y del hundimiento de la española, levantando la bandera de salida para la gran carrera de la picaresca, la corrupción y el pelotazo hortera, carrera que recientemente hemos terminado con el fracaso por todos conocido.

Nadie debe dejar de leer este artículo que no vamos a pegar aquí, pero al que se puede acceder en esta dirección.

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