Como decíamos ayer… Hablábamos en nuestra anterior entrada sobre
la polémica creada por Antonio Muñoz Molina al afirmar que el único
intelectual que quedó en la España de la post-transición fue El Roto. Pues
bien, hay que reconocer que en el grupo de los que fueron críticos con la “ejemplar transición” se
encontraban también otros, entre ellos la revista “Le Monde Diplomatique” que publicada en Francia daba
voz en español a esa parte de la izquierda derrotada que fue la del exilio.
Derrotada porque venían de una derrota vil, la del fascismo sobre la República
Española, y derrotada porque después de cuarenta años de separación con la
patria se produjo un gran divorcio con la sociedad española, cosa que aprovechó la
izquierda “del interior” para quitársela de encima. Ignacio Ramonet, incansable
director de la publicación, representa a esa izquierda que se opuso al
franquismo y también a la tibia transición democrática.
Entramos hoy en la revista y
leemos esto:
“Un país endeudado y sometido
a los dictados de organismos financieros internacionales; con una clase
política mediocre, corroída por la corrupción y detestada por la opinión
pública; una desconfianza general hacia las instituciones; un Estado
desprovisto de soberanía monetaria; con un sistema bancario estafador y ladrón;
un paro masivo; una infame ley de hipotecas y miles de desahucios...”
Pensamos: ¡qué retrato más
despiadado de nuestra actualidad! Pues no, se pregunta Ramonet: “¿Hablamos de
la España de hoy?” Y su respuesta es: “No, del Ecuador de antes de 2006, de
antes de la “revolución ciudadana” impulsada por Rafael Correa, brillantemente
reelegido presidente el pasado 17 de febrero”.
La moraleja de este informe es
muy clara: no estamos condenados a hundirnos en la miseria que actualmente nos
corree… Pero para salir de ésta hay que buscar una salida razonablemente de
izquierdas, de una izquierda sin tibiezas y sin complejos. Las demás salidas ya
las han propuesto la derecha y la izquierda “realista” y todo el mundo sabe con
qué resultado. La solución no es una política como la de Correa, es una
política nuestra pero que, como la de los ecuatorianos, parta de una crítica al
neoliberalismo que campa a sus anchas por el mundo globalizado desde los años
ochenta y de una economía basada en la especulación y no en la producción de
bienes y servicios, para, en última instancia, servir a los intereses del ser
humano.
En esa misma publicación
encontramos un escrito demoledor del escritor chileno afincado en Gijón Luis Sepúlveda.
Se titula la fábula del gato de Felipe González y se refiere a aquella frase
famosa que el entonces presidente español tomó de Deng Xiaoping. La frase
decía: ““no importa si el gato es blanco o negro; lo que importa es que cace
ratones”. Frase que fue el punto de partida del alzamiento de la economía china
con base en el pragmatismo (y la hipocresía de cambiar de sistema económico sin
cambiar el político) y del hundimiento de la española, levantando la bandera de
salida para la gran carrera de la picaresca, la corrupción y el pelotazo
hortera, carrera que recientemente hemos terminado con el fracaso por todos
conocido.
Nadie debe dejar de leer este
artículo que no vamos a pegar aquí, pero al que se puede acceder en esta dirección.
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