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lunes, 23 de enero de 2012

Occupy The White House.



 Paul Krugman Premio Nobel de Economía (2008), EL PAÍS:

Llámenme raro, pero de verdad que estoy disfrutando con el espectáculo de Mitt Romney interpretando la danza de los siete velos

(Romney padre, por cierto, pagaba el 37% de sus ingresos en impuestos).

 
La razón principal por la que los ricos pagan tan poco es que la mayor parte de sus ingresos adoptan la forma de plusvalías, que están gravadas con un tipo máximo del 15%, muy por debajo del máximo que se aplica a sueldos y salarios. De modo que la cuestión es si las plusvalías (tres cuartas partes de las cuales van a parar al 1% más alto de la distribución de la renta) merecen un tratamiento especial.
 
Y los tipos ultrabajos de hoy en día (los más inferiores (sic) desde los tiempos de Herbert Hoover) no se introdujeron hasta 2003, cuando el expresidente George W. Bush presionó parra que se aprobara una rebaja del impuesto sobre plusvalías y una reducción del impuesto sobre dividendos en el Congreso, algo que consiguió explotando la quimera del triunfo en Irak.
 
Los defensores de los impuestos bajos para los ricos esgrimen fundamentalmente dos argumentos: que los impuestos sobre plusvalías bajos son un principio consagrado por el tiempo, y que se necesitan para fomentar el crecimiento económico y la creación de puestos de trabajo. Ambas afirmaciones son falsas.


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