Lo que sigue es un artículo publicado en su día (8 de abril
de 2010) no por una hoja panfletaria, ni por ningún grupo radical, ni por ningún país enemigo de la patria. Lo que sigue es un artículo publicado en el New YorkTimes de esa fecha.
El más conocido de los jueces de
instrucción de España, Baltasar Garzón, está siendo procesado en un caso con
motivaciones políticas que debería haber sido ya anulado.
El juez Garzón está acusado de
ignorar la ley de amnistía de 1977 por decidir investigar las desapariciones de
más de 100.000 personas durante la década de 1930 en la guerra civil de España
y en las décadas de represión franquista que siguieron. Los cargos fueron
presentados por dos grupos de extrema derecha que temen una investigación
abierta del registro del franquismo. Por desgracia, uno de los magistrados,
colegas del Sr. Garzón, es quien ha sostenido la demanda y presentado cargos
formales esta semana.
Como resultado, ahora será
suspendido de sus funciones en espera de juicio. Si es declarado culpable,
podría ser excluido de la judicatura por un máximo de 20 años, lo que pondría
fin a una carrera dedicada a la persecución de los crímenes de terroristas y dictadores . Sería un gran favor para sus enemigos políticos, pero daría la
imagen de una parodia de justicia.
Los crímenes reales en este caso
son las desapariciones, no la investigación del Sr. Garzón. Si, como parece
probable, se tratara de crímenes contra la humanidad según el derecho internacional,
la amnistía producida en 1977 en España no podría legalmente absolverlos. Los
presuntos autores están muertos, y el Sr. Garzón hace mucho tiempo detuvo su
investigación, que ha pasado a la jurisdicción local de los tribunales españoles en
las zonas donde las víctimas fueron exhumadas.
El Sr. Garzón es un juez valiente
y polémico que se ha granjeado muchas enemistades con los años. Ha llevado
casos contra terroristas vascos y de Al Qaeda, poderosos políticos españoles,
dictadores latinoamericanos y matones de la mafia rusa.
Casos de alto perfil, como su
intento de procesar al ex dictador chileno Augusto Pinochet, le caracterizan, y
a veces le llevan a extralimitarse. Pero su objetivo constante ha sido negar la
impunidad a los poderosos y ampliar el alcance del derecho internacional sobre
derechos humanos.
El Sr. Garzón debe ser autorizado
a reanudar su trabajo a la mayor brevedad posible. España necesita una
explicación honesta de su turbulento pasado, no el enjuiciamiento de aquellos
que tienen el valor de denunciarlo.
El juicio contra Garzón se inicia
hoy, cuando toda la prensa española se llena de homenajes hacia el que fuera el
creador del gran partido de la derecha. Es indiscutible que Don Manuel Fraga
tuvo una época en que trabajó para la democracia española con cargos políticos
relevantes como la presidencia de la Xunta de Galicia a la que llegó en varias
ocasiones por el voto mayoritario de sus paisanos, pero no es menos cierto que
antes de eso fue primero el ministro de Franco que se bañaba en Palomares con
los americanos para hacernos creer que el accidente de un avión cargado de
armamento nuclear no tenía ninguna importancia y, sobre todo según uno recuerda, el
ministro de la gobernación de Arias Navarro que decía que la calle era suya,
(según ha difundido la prensa a menudo), y que nos mandaba a la policía
nacional para que nos persiguiera a los que en la calle defendíamos la
democracia y pedíamos una amnistía para todos los presos políticos, (y algunos
hasta para los no políticos).
Ahora se le entierra diciendo que
fue él quien defendió la democracia, al tiempo de que se aprovechan de aquella
ley de amnistía, (que finalmente aprobó Suárez y no Fraga por la presión de
toda la sociedad), para procesar al juez Garzón por dar trámite a una propuesta
basada en crímenes contra la humanidad, que como todo el mundo debería de saber
ya, son crímenes que no prescriben nunca y que no pueden ser acallados por una
ley ordinaria.
Bienvenidos al reino del revés.
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