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jueves, 10 de abril de 2008


Las cosas al final aparecen. A veces cuesta toda una vida pero la verdad suele salir a la luz. A menudo es ya demasiado tarde, pero siempre es un consuelo. Cuando las bombas de Palomares a todo el mundo le quedó la sensación de que no se decía la verdad y que el paripé ridículo del ministro Fraga (ministro de Información y Turismo del Caudillo de España) escondía algún resto de verdad que se nos ocultaba. Ahora ha aparecido la contaminación que se negaba.
En el periódico El Mundo (que no es santo de mi devoción, excepto el suplemento cultural), escribe
Antonio Burgos (que sí es santo de mi devoción, o a lo mejo no tan santo), quien explica con detalle y mucha gracia lo sucedido entonces.

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