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martes, 22 de abril de 2008

De Mayo del 68 al Gran Inquisidor


No me extraña que las jóvenes generaciones estén hartas de oírnos hablar del dichoso Mayo del 68. No es para menos. Pero resulta curioso que cuarenta años después de aquello mucho intelectual español no se haya enterado aún de qué iban aquellas movilizaciones del Quartier Latin. Hablan del tema en el Babelia de El País colaboradores habituales como Josep Ramoneda, Octavi Martí, Antonio Elorza y algunos grandes escritores como Juan Goytisolo, Fernando Savater, Ignacio Vidal-Folch y Antonio Muñoz Molina. Termina con una intervención breve del inefable Raimón.
Según la mayoría de estos autores el 68 fue un fracaso. Una revolución puede servir para dos cosas: para tomar el poder o para cambiar la sociedad, difícilmente para ambas. En ningún momento aquellos estudiantes de París quisieron cambiar el poder. La frase “la imaginación al poder” está mal interpretada, en ese sentido. Lo que verdaderamente querían era cambiar la sociedad. De todas maneras, tanto en un sentido como en otro hay que reconocer que el 68 fue un éxito. Para la toma del poder porque una generación nueva lo conquistó en toda Europa después de haber estado en los motines de Paris en cuerpo o en espíritu. En cuanto al cambio en la sociedad, también hay que reconocer que las cosas no volvieron nunca a ser iguales desde los años sesenta, a pesar de que haya mucha gente interesada en la reacción y las presiones sean enormes en ese sentido.
En Europa, muchos intelectuales, como los que escriben en El Páis, más pendientes de los movimientos en el Partido Comunista que de la marcha de la insurrección social, equivocaron la lectura de lo que estaba pasando. Estos intelectuales son como Jean Paul Sartre vendiendo periódicos maoístas después de los acontecimientos, decidido a llevar la acción política hasta sus últimas consecuencias. Todos estos marxistas, incluyendo al, a la sazón, omnipresente Herbert Marcuse, no pintaron nada en el famoso Mayo y estaban al otro lado de los que gritaban las consignas poético-revolucionarias por todos conocidas. El movimiento fue un movimiento exclusivamente libertario y quien quiso continuar la lucha mediante la militancia en un partido (comunista, maoísta o trostkista) no tenía ni idea de lo que estaba pasando: “and you know that something is happening, but you don’t know what it is”. Que decía Bob Dylan por entonces. Lo malo es que cuarenta años después parece que siguen sin saberlo.
Peor ha sido lo que ha pasado al otro lado de la mar océano. De los movimientos libertarios se pasó al consumo de drogas, extendiéndose la heroína por todo el corpus social, y de ahí al sida o a la religión salvífica. EE.UU. se perdió hace mucho tiempo para la causa del buen sentido. No me extraña que uno de los primeros viajes de su Santidad, el Inquisidor, (ahora patriarca de la cristiandad), haya sido a tan degenerado país, pese a no ser un país católico. Las personas son iguales aquí y allá y en todas partes se encuentran toda clase de tipos humanos, pero la mentalidad dominante en el Imperio es la que todos conocemos, (¿qué voy a explicar?), aunque sea un tópico, un lugar común, la afirmación de que los americanos son así..

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