Como en la izquierda no buscamos
astucias para justificar las derrotas, hoy decimos todos que no hemos ganado. Y
es verdad. No sé por qué motivo las encuestas, incluso las últimas, las de a
pie de urna, nos daban más votos de los que luego han sido. Da igual. El caso
es que ahora hay que seguir.
¿No parece que cuando alguien
juega un partido, de futbol o de lo que sea, y se deja contagiar por el juego
del otro al final pierde el partido? Esa es la impresión que tengo desde
diciembre.
En estos meses se ha hecho un
esfuerzo para “pulir” detalles de la estrategia que pudieran impedirnos ganar y
creo humildemente que ahí nos hemos equivocado. Por ejemplo, la definición
ideológica. Podemos no tiene por qué definirse. Sabemos el trabajo que hay que
hacer y eso es suficiente, no necesitamos presentarnos como comunistas (Garzón
dixit) ni como anti-capitalistas, como dijo Teresa Rodríguez, ni
socialdemócratas, como se dijo en las últimas semanas de esta segunda campaña.
Lo que importa es que ha habido una transferencia enorme de dinero desde los
asalariados de todo tipo hacia el capital, y eso se tiene que acabar. Lo que
importa es que en España no hay un proyecto de país y Podemos sí lo tiene, como
por ejemplo, el plan de transición energética que redactó con Equo, que
supondría la rehabilitación de miles de edificios para mejorar su eficiencia
energética, así como la promoción decidida de las energías limpias. Lo que
importa es que la austeridad hay que cambiarla por trabajo, y por trabajo bien
hecho. Eso es lo que hay que decirle a la gente, no que venimos a instaurar una
segunda socialdemocracia y que, esta sí, va a ser la buena. No señor, venimos a
cambiar las cosas con cabeza, con moderación, pero con firmeza. Venimos a
terminar con las puertas giratorias, con la economía de la corrupción, con el
despilfarro político en las administraciones. Venimos a acabar con el gasto
innecesario en armamento y en operaciones de prestigio que ya no nos sirven de
nada porque nuestro desprestigio no lo arregla ni la virgen del ministro ese
que oye voces. Tenemos un proyecto que está muy claro y no hay que andar
vendiendo “crecepelos” porque no lo necesitamos, tenemos un producto magnífico,
a ver si nos enteramos, pero no necesitamos comerle el coco a nadie. Sólo hay
que vender honestamente lo que tenemos que es mucho y muy bueno.
Una vez más, hemos empezado por
Maquiavelo. Vayamos al grano, que la gente tiene muchos problemas y no quiere
ver torear a los políticos, quiere soluciones. Ya sé que no nos dejan vivir.
Que tienen los medios de comunicación para hablar todos los días de Venezuela,
para decirnos que los griegos no han podido y que lo único que podemos hacer es
postrarnos ante la troika y encomendarnos a la Merkel y al Deutsche Bank. Pero,
qué le vamos a hacer: habrá que trabajar mucho para llegar. Pues empecemos ya,
que corre prisa. Hablemos de economías, de derechos y libertades, hablemos de
propuestas y dejémonos de marear la perdiz que para eso ya ha habido muchos
antes que nosotros que lo hicieron y que lo siguen haciendo. Las cosas no se
hacen solas y esto lleva mucho curro.
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