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viernes, 14 de octubre de 2011

Conversaciones en el ascensor.

Ayer, cuando volvía del trabajo, coincidí en el ascensor con un simpático vecino que, a falta de otra cosa que decir, me espetó: “qué calor hace, me encanta que dure el verano, es tan triste cuando está nublado y llueve.
*
Yo le contesté como sigue. Los refranes sirven lo mismo para un roto que para un descosido. Por ejemplo si decimos “no por mucho madrugar amanece más temprano” y luego decimos “a quien madruga Dios le ayuda”, parece como que hubiera contradicción entre uno y otro, porque los refranes, en contra de lo que piensan muchos, no siempre crean sabiduría, a veces sólo la adornan un poco. Cuando llegué a Extremadura me llamó la atención un refrán que decía así: ”el tiempo no se lo come el lobo”. Al principio no entendí muy bien qué quería decir, tratando de imaginarme a lobos comiéndose tiempos, cuando hace tanto que aquí no existen esos depredadores. Ahora sé que se refiere a que el tiempo atmosférico tiene que hacer su ciclo anual, es decir, en verano tiene que hacer calor y si no lo ha hecho en julio ni en agosto lo hará en septiembre y en octubre. Creo que ese refrán sí crea sabiduría. Mucha más que algunos investigadores, organismos científicos o instituciones meteorológicas que a principio del verano andan diciendo todos los años estupideces del tipo: “este verano va a ser especialmente caluroso”, como dijeron este año en el mes de junio, cosa que motivó muchos comentarios a la hora del primer café al entrar al trabajo. Como ya sabemos, el pronóstico falló, como suele fallar todos los años, (no queda mucho para que alguien diga que este invierno va a ser especialmente duro o especialmente templado y algún idiota lo suelte a la hora del café), pero lo que no suele fallar es el refrán del lobo y el tiempo, que se basa en el principios de la termodinámica que afirma que la energía  ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. Porque el calor y la humedad existentes en el planeta son constantes y lo único que hacen es pasar de un lugar a otro y transformarse de una cosa en otra. Es fácil comprobar que siempre que aquí hay una sequía hay inundaciones en otro sitio. Esto quiere decir que el planeta funciona como un sistema en equilibrio, que tiene alteraciones internas localizadas y transitorias, pero que en su conjunto todo se conjuga para que funcione como un reloj, qué digo, mucho mejor que cualquier objeto creado por la mente humana,  por lo que muchos creen  que estas cosas, los planetas y las estrellas, han sido creadas por un Ser Supremo. Pero hay que tener en cuenta que si en un sistema equilibrado desde hace millones de años, introducimos nueva energía, por ejemplo la producida por la quema de combustibles, que estaba latente en el interior de la tierra y que se formó por la acción indirecta del sol pero que ahora hemos liberado y ha entrado a formar parte de la energía de ese elemento que llamamos el planeta tierra, se puede producir una alteración grave del equilibrio que acabe con todas esas cosas tan delicadas que conocemos como “la vida”. Porque son pocos los planetas que tienen vida en su interior y son pocos, que sepamos ninguno, los que la han desarrollado hasta los niveles en que lo fue en este planeta. De modo y manera que esta vida tan magnífica y que se basa en unos delicadísimos equilibrios, tanto en el plano biológico, como bioquímico, pero también en cuanto a la energía existente en el conjunto, equilibrios que el hombre es incapaz de controlar ni por asomo, (aunque al principio de cada estación digan que va a pasar esto o aquello, tal vez para que pensemos que lo tienen todo muy bien atado), esta vida, digo, se puede poner en cuestión, se pueden producir alteraciones que acaben desequilibrándolo todo y den al traste con millones de años de existencia en el planeta, por ir al trabajo en un coche privado donde no le veas la cara a esos tipos tan feos que van en el metro.
*
Cuando finalmente cerré la puerta del ascensor, a mi vecino, que había estado esperando mientras se enfriaba ya su comida en la mesa, le oí decir: “vete a tomar por culo, tonto de las narices, la próxima vez te va a saludar en el ascensor…” Dejé de oírle cuando llegó a su planta y salió de la cabina dando un portazo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre has sido un pesado, pero en el ascensor ya es que te has pasado.

El vecino

Ángela dijo...

¿En qué piso vives?

manuel larios dijo...

En un tercero

Enrique Falcó dijo...

jeje grande Manolo!!!! Un abrazo