La soledad es una situación muy difícil de
soportar. No porque en sí sea un gran problema, al contrario, es una situación
en principio agradable, el problema viene cuando en un país como éste te tienes
que enfrentar a la vida sin nadie que te apoye. Este es un país de
clientelismos, donde todo el mundo se apoya en el grupo para conseguir sus
objetivos. Se dice que somos individualistas, nada más lejos de la realidad,
podremos ser egoístas pero nunca individualistas. Individualistas son los
anglosajones, los germánicos, los nórdicos, nosotros jamás. Nosotros somos gente
de tribu, gente de familia.
Recientemente estamos viendo ejemplos muy
claros de lo que solemos hacer los españoles para que el grupo nos acepte. Y
voy a poner un ejemplo muy claro de español, me refiero al cantante y poeta
Lluis Llach, que no debe de vender muchos discos últimamente, porque, en
realidad, no los vende casi nadie. Reconozco que me divierte poner como
prototipo de español a un poeta catalán que se gana ahora la vida militando en
Junts pel Sí y ocupando cargos a costa del administrado, pero es que a uno, con
la que está cayendo, no le quedan muchas situaciones divertidas.
El poeta cantante del que afirma la
Wikipedia literalmente: “Como pianista, demuestra un sólido conocimiento de la
tradición europea de canción culta desde Schubert a Hahn con toques de Satie
(Nounou) y sus contemporáneos catalanes como Mompou y Manuel Blancafort (A la
taverna del mar).” Este prodigio musical y literario se retiró de la creación
en 2007 y ahora se tiene que ganar la vida como puede, pero para ello, se ha
enganchado a un carro ganador, al menos en su tierra. Un poeta nunca debe dejar
la poesía, debe de morir con las botas puestas, o al menos con las pantuflas de
escribir poesías, porque si no te verás como don Lluis ocupando los trabajos
más rastreros que jamás hubiera imaginado su poética imaginación. “La
Generalitat sancionará a los funcionarios que no acaten la ley de desconexión”,
dice ahora el que escribiera esa canción himno antifranquista que fue la L'estaca,
que hasta Pablo Iglesias manda poner en sus mítines. Son obligaciones
familiares. Qué le vamos a hacer.
Que le pregunten si no a Carlos Herrera. El
Sr. Herrera fue un joven que quiso vivir de la profesión de periodista, que era
una cosa que le encantaba, pero, claro, esta profesión no se puede hacer en
solitario, tienes que hacerlo arropado por una familia y Carlos Herrera no
encontró otra mejor que la C.O.P.E., ¡coño! la familia de las familias, la
original: la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana. No está mal. Pero
para disfrutar de sus prebendas, (le han dicho que le van a dar un programa en
la 13TV que es una cadena que también es de la Iglesia), le encargan misiones
como por ejemplo convertirse en el mayor defensor de Mariano Rajoy, hoy
presidente del gobierno, tomorrow never knows. A su novia la han colocado en el
Gobierno de la Nación con un buen sueldillo y posibilidades de meter la mano.
¿Y si no tienes a nadie que te ayude un poquito
qué podría pasar? No lo sé, pregúntale a Albert Pla que va por libre y no se
casa con nadie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario