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miércoles, 1 de abril de 2015

La niña siria.

En Siria hubo un levantamiento contra el tirano el Asad. Pero como resulta que Siria tiene el grave inconveniente de no disponer de grandes reservas de petróleo, los occidentales nos quedamos cruzados de brazos porque el conflicto no iba con nosotros (con nuestros intereses).

Como quiera que en el pasado reciente no hicimos nada por ayudarles contra el tirano, ahora la situación se ha polarizado entre los seguidores de el Asad y los extremistas del Estado Islámico, o sea que la rebelión siria, que nació como un movimiento democrático, se ha transformado en un auténtico problema para nosotros, pues, como se suele decir, es peor el remedio que la enfermedad.

Pero el comportamiento de occidente es de lo más incoherente. Ahora estamos obsesionados en impedir que los musulmanes que viven en nuestros países se vayan a luchar para derrocar al tirano integrándose en las fuerzas del I.S.

Y digo yo que el I.S. es un régimen infame, (por cierto financiado por nuestros amigos Saudíes que también son suníes), pero ¿desde cuándo se le impide a un extranjero que se vaya a luchar a otro país? 
A mí no me gustan ni unos ni otros, pero todo esto no es el verdadero problema, es una cortina de humo para no fijarnos en lo que denuncia UNICEF, que es el problema siguiente:

  • 5,6 millones de niños que sufren situaciones extremas dentro de Siria: pobreza, desplazamiento y estado de sitio.
  • 2 millones de niños que viven ahora como refugiados en Líbano, Jordania, Irak, Turquía, Egipto y otros países del norte de África.
  • 3,6 millones de niños de las comunidades vulnerables en las que se albergan otros refugiados.
  • 2,8 millones de niños iraquíes obligados a abandonar sus hogares, muchos de los cuales se encuentran atrapados en las zonas controladas por los grupos armados.
Todo lo que pasa con la infancia en Sira, la parte más visible del drama humano, es lo que debería importarnos a nosotros y en lo que deberíamos fijarnos. Pero no hacemos nada, sólo reprimimos aquello que va contra nuestros intereses de países ricos (ricos aunque algunos estemos pasando algunos "apurillos").
De manera que podemos preguntarnos si no tendrá razón la niña siria que levanta sus manos cuando una periodista la enfoca con la cámara. No esperan de los extranjeros más que problemas e incomprensión. Ella, por si acaso, se rinde a la cámara. 




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