En Siria hubo un levantamiento
contra el tirano el Asad. Pero como resulta que Siria tiene el grave inconveniente
de no disponer de grandes reservas de petróleo, los occidentales nos quedamos
cruzados de brazos porque el conflicto no iba con nosotros (con nuestros
intereses).
Como quiera que en el pasado
reciente no hicimos nada por ayudarles contra el tirano, ahora la situación se
ha polarizado entre los seguidores de el Asad y los extremistas del Estado Islámico, o sea que la rebelión siria, que nació como un movimiento democrático,
se ha transformado en un auténtico problema para nosotros, pues, como se suele decir,
es peor el remedio que la enfermedad.
Pero el comportamiento de
occidente es de lo más incoherente. Ahora estamos obsesionados en impedir que
los musulmanes que viven en nuestros países se vayan a luchar para derrocar al
tirano integrándose en las fuerzas del I.S.
Y digo yo que el I.S. es un régimen infame, (por cierto financiado por nuestros amigos Saudíes que también son suníes), pero ¿desde cuándo se le impide a un extranjero que se vaya a luchar a otro país?
A mí no me gustan ni unos ni
otros, pero todo esto no es el verdadero problema, es una cortina de humo para no fijarnos en lo que denuncia UNICEF, que es el problema siguiente:
- 5,6 millones de niños que sufren
situaciones extremas dentro de Siria: pobreza,
desplazamiento y estado de sitio.
- 2 millones de niños que viven
ahora como refugiados en Líbano, Jordania, Irak, Turquía,
Egipto y otros países del norte de África.
- 3,6 millones de niños de las comunidades
vulnerables en las que se albergan otros refugiados.
- 2,8 millones de niños iraquíes obligados
a abandonar sus hogares, muchos de los cuales se encuentran atrapados en
las zonas controladas por los grupos armados.
Todo lo que pasa con la infancia
en Sira, la parte más visible del drama humano, es lo que debería importarnos a
nosotros y en lo que deberíamos fijarnos. Pero no hacemos nada, sólo reprimimos aquello que va contra nuestros intereses de países ricos (ricos aunque algunos
estemos pasando algunos "apurillos").
De manera que podemos
preguntarnos si no tendrá razón la niña siria que levanta sus manos cuando una
periodista la enfoca con la cámara. No esperan de los extranjeros más que
problemas e incomprensión. Ella, por si acaso, se rinde a la cámara.
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