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miércoles, 19 de febrero de 2014

Sobre el corto de animación "Cuerdas".

Nadie debería leer lo que sigue sin haber visto el corto que he puesto en la entrada anterior que ha recibido el Goya al mejor corto de animación este año.

No me extraña que le dieran el premio a éste. Una buena historia no cuenta una cosa: cuenta muchas. De hecho, una buena historia está llena de interpretaciones y de sugerencias. Esta película de poco más de 10 minutos de duración no para de sugerirme cosas, como cuando éramos niños y salíamos de ver “una del Oeste” y no parábamos de hacer comentarios sobre los distintos momentos de la acción, rememorándola.

Me gustan las películas de dibujos animados, sobre todo si están bien hechas y tienen una historia que contar. De niño vi todas las películas de Walt Disney de la época. (Eso entonces no se podía decir porque Walt Disney era para niñas. En aquella época tan sexista, los niños veíamos “las del Oeste” y las niñas las de Disney). Pues bien, en el corto de Cuerdas hay más “historia” que en todas aquellas películas juntas.

En primer lugar nos cuenta que en el mundo hay buena gente. Antonio Machado hablaba de esa: "mala gente que camina y va apestando la tierra". Pero el poeta, y nosotros, sabemos que también existe lo contrario. Sin embargo, nuestros valores están dirigidos al hedonismo. Vivimos en una sociedad de ricos, (aunque ahora nos lo estén poniendo más difícil), donde parece que nuestro único destino es disfrutar de los muchos placeres que nos ofrece la vida. Y debemos hacerlo, siempre que se pueda, que ya habrá tiempo para los sinsabores. El problema no es ese, el problema es que nos pensamos que todo lo que nos hace daño, o nos aleja de nuestros placeres, es un estorbo o es malo. Cosa que no siempre es cierta. La película nos cuenta como María, la protagonista femenina, abandona el juego que está jugando con sus amigas para dirigir su atención al chico que está en la silla de ruedas y que no puede hacer nada. Es decir, el amor, la amistad, la piedad o la empatía por “el otro” está por encima de los placeres, o dicho mejor: es un placer mayor que los demás placeres. Pero no sabemos cuál es la “razón” que fundamenta el comportamiento moral. No es que no lo sepa yo, (que ignoro tantas cosas), es que no lo sabe nadie. Uno de los más grandes filósofos del siglo XX, (tal vez el más grande), Ludwig Wittgenstein, decía: “Lo que dice la ética no añade nada a nuestro conocimiento. Pero es testigo de una tendencia del espíritu humano que yo personalmente no puedo sino respetar profundamente y que por nada del mundo ridiculizaría”. A lo más que llega este doctísimo sabio es a comprometerse a no ridiculizarlo, pero no nos da ningún fundamento racional del hecho de que la gente se comporte éticamente. Parece que, más bien, el comportamiento moral tiene una base más psicológica que filosófica. Pero el caso es que ahí está: gente derrochando amor sin miramiento, sin control, sin una razón, (aunque eso no quiera decir que sea algo irracional).

Después de abandonar a los amigos para centrarse en el niño enfermo, éstos comentan: es que María es rara.  Si fuéramos rigurosos con el lenguaje ya habríamos desechado la palabra “raro”. ¿Qué quiere decir raro? ¿Acaso las personas somos fotocopias de una persona ideal y si no es así es que uno es raro como, más o menos, pensaba Platón? En España uno de cada diez niños es rubio, luego es raro ser rubio. Pero en Escandinavia uno de cada diez niños es moreno, luego ser moreno es raro. Uno de cada diez personas es homosexual, a una de cada diez personas no le gusta el futbol, a mí no me gusta la cerveza helada en una copa helada… ¿Qué significado profundo tiene la palabra raro? Pues eso: absolutamente ninguno. ¿Es raro un niño porque tiene una enfermedad que lo tiene paralizado? ¿Estás seguro de que tú nunca tendrás una enfermedad así? Si hay algo que odio en este mundo es la palabra raro. Sí, es cierto lo que estás pensando, es que soy algo rarito.

Pero volviendo a lo que nos interesa que no es otra cosa que la historia de Cuerdas, un aspecto que me gusta de la película es que no termina bien. Alguien dijo alguna vez que las películas que terminan bien no hacen reflexionar. Si las tensiones creadas a lo largo de la historia al final se resuelven en un final feliz, uno se va a casa satisfecho; pero si no es así, uno se va a casa reflexionando sobre cómo son las cosas, sobre cómo deberían de ser, lo que está bien y lo que está mal. Es decir: crea un estado de sentido crítico en el público. Por eso una norma muy estricta de Hollywood que pocas veces se contradice es que en una historia puede pasar cualquier cosa pero el final tiene que ser un final feliz. Tal vez alguien pensará que nuestra película es una película de dibujos animados para adultos, personalmente pienso que no. Creo que hace más daño a la educación de los niños esta cultura del final feliz y el ocultar la realidad que mostrarla tal como es, aunque sea desagradable, triste o injusta.

Lo que hace María, la niña de la película, nos da una respuesta a la pregunta: ¿ante los terribles avatares de la vida qué podemos hacer? y la respuesta que nos da María es: hacer lo que se pueda. Utiliza las cuerdas para hacer mover sus pies, sus manos, su silla de ruedas. Esta chica utiliza su mucha inteligencia para tratar de solucionar, en lo que ella pueda, los inconvenientes que se presentan en la vida, en este caso en la vida de su amigo y cuando la maestra le dice que no pueden salir al patio porque hace mal tiempo y el chico está cansado, utiliza la música para hacerle feliz y la boca del muchacho se abre en un inicio de sonrisa. Lo coge en brazos y baila con él, mientras que los dos sueñan que están en una pista de baile en la que evolucionan como si el chico tuviera las piernas tan ágiles como las de ella.

Ahora que lo pienso, la película tiene un final feliz. El chico muere porque su enfermedad no hacía prever otra cosa y una de las profesoras le dice a la otra: “la verdad es que… su cara era de alegría”. Y añade: “no sé cómo se lo vamos a decir a los niños. Sobre todo a María”. La escena final es clave: María no sólo no es la que ha salido más perjudicada de haber hecho amistad con el chico enfermo, sino que ha decidido que eso es lo que quiere hacer: dedicar su vida a ayudar a formarse a niños enfermos o con limitaciones físicas o psíquicas. Se ha convertido en maestra de educación especial.

Las dedicatorias finales de la película son conmovedoras.

P.D. Yo estoy orgulloso de tener una hermana y una hija que, además de pedagogas, son maestras en educación especial.  



1 comentario:

Antonio Hernandez dijo...

Estimado Manuel, quiero agregar a su cometario que este corto retrata de manera casi exacta lo vivido por mi familia. Perdí a mi hijo hace 4 meses por una enfermedad invalidante e incurable. Mi hija menor (adoptada) se encargó por años de ayudarlo y de acompañarlo en cada cosa cotidiana, hasta el último día. Tuve el privilegio de saber lo que pasaría con mi hijo y el honor y la fortuna de adoptar a una niña que llegó a esta familia a traer sólo cariño y lecciones de amor. Si pudiera volver a vivir mi vida no dudaría ni un momento en volver a querer estos hijos tal como han sido. Es increible que historias como esta hay muchas y la gente debe saber que esto ocurre y nos humaniza a todos. Lástima que el video haya sido restringido para su reproducción, porque al mundo le hace bien un poco de humanidad y amor.