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jueves, 7 de noviembre de 2013

Tortilla para la cena.

No volveré a cenar tortilla de patatas. Ha sido una noche horrible y es que no puedo cenar tortilla de patatas, porque me voy a la cama y no paro de tener pesadillas, es algo genético, le pasa igual a mi madre. Anoche tenía para cenar una ensalada y un poco de pescado ahumado que había sobrado del día anterior, pero no me apetecía tomar nada frío. Son los primeros días verdaderamente otoñales y por la noche refresca un poco en casa, porque todavía no ponen la calefacción en mi bloque. Así que me dije: “¡Por una vez no pasa nada!” Pero fue una gran equivocación. Ya no volverá a pasar. No merece la pena sufrir tanto, porque, hay que reconocerlo, aunque sólo sea un sueño se sufre y mucho. La tortilla estaba deliciosa, con mucha cebolla bien frita, ni muy hecha ni muy cruda, en su punto.
Que ¿qué soñé? Puaf…
No recuerdo qué problemas políticos habíamos tenido, pero la cuestión es que soñé que el presidente del gobierno salía en la tele dando una rueda de prensa plagada de medidas económicas todas ellas terriblemente restrictivas. Me desperté sobresaltado y tuve que tomarme un vaso de leche caliente para volver a conciliar el sueño. Me dormí, pero lo que vino luego fue todavía peor. Soñé que el gobierno perdía las elecciones y la derecha ganaba en todos los estamentos del Estado. A continuación nos bajaban los sueldos, nos subían los impuestos, nos recortaban todo lo que habíamos conseguido a lo largo de tantos años de esfuerzo y lucha: la sanidad, la educación pública, la asistencia social, todos los subsidios, dejaban a los inmigrantes morirse en la calle, a los parados no les daban ni para comer, España volvía a ser un país de caridad, como lo ha sido casi siempre a lo largo de su historia, como en los años del franquismo. Te acuerdas de los programas de la radio: Ustedes son formidables. También le quitaban casi todo el dinero a la investigación, a la protección del medio ambiente, a la ayuda al desarrollo, a todo. ¿Y sabes para qué era todo eso? No te lo puedes ni imaginar: para dárselo a los bancos. ¿Qué para qué? Para que se lo quedaran ellos. No, no daban créditos, no hacían nada por el resto de la sociedad, se lo quedaban los más ricos de los ricos, los banqueros como Botín y demás.
No te preocupes, no se me volverá a ocurrir cenar tortilla de patatas. Es que me sienta fatal. Que ganas tenía que amaneciera, desayunar frugalmente y salir hacia el trabajo con un periódico bajo el brazo. Con un periódico deportivo, claro.


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