Siempre he pensado que no es
cierto, al menos en mi caso, eso que dicen los alemanes de que los españoles
hemos vivido durante años por encima de nuestras posibilidades, porque uno ha
procurado, salvo casos de fuerza mayor, comprar lo que se podía comprar y no
comprar a crédito. Sin embargo últimamente estoy dándome cuenta de que tal vez
sí, tal vez hayamos vivido un poco por encima de nuestras posibilidades.
El último coche que me compré, el
año antes de que estallara la crisis fue un Audi. Un modelo sencillo, un A3, de
cilindrada baja y semi-nuevo, pero aun así, pienso ahora que en lugar de
comprarme un coche alemán podía haber comprado uno italiano, un Fiat, un
Lancia, un Alfa-Romeo, o quizás uno francés, Renault, Citroën o Peugeot.
También podía haber comprado uno japonés, que son incluso más fiables que los
alemanes y no cuestan tanto. Después me di cuenta de que mi frigorífico era un
Liebherr, mi lavadora una AEG, y mi friegaplatos un Siemens, de esos que dicen
que no hacen ruido, un electrodoméstico para melómanos. Pero con un poquito más
de ruido me podía haber comprado los electrodomésticos de la marca Zanussi o, mejor aún, Fagor, que son
españoles. Me habría ahorrado una buena cantidad de dinero comprando
electrodomésticos españoles, o de la marca del Carrefour.
Llevo años viajando por Europa,
pero con especial inclinación hacia el centro del continente. He viajado varias
veces a Múnich, a Viena y a Salzburgo. También a Berlín, a Praga y a Ámsterdam.
Durante muchos años he hecho camping en Friburgo, en la Selva Negra y en la
zona de Garmisch-Partenkirchen en los Alpes. También en el Tirol, en Salzburgo,
en Zúrich y los Alpes suizos. Al lado de
lagos y bosques, tomando cervezas en los Biergarten de Alemania, Holanda,
Austria o Suiza.
En un lugar de esos viajes, tal
vez para las vacaciones próximas podría volver a visitar sitios magníficos de
nuestra Península Ibérica, de España y Portugal. Recorrer el sur de Francia, la
península itálica, Croacia y sobre todo, llegar a la cuna de la civilización,
del pensamiento racional y del arte, es decir a Grecia. Sin olvidarnos de Turquía,
la Magna Grecia, y de la orilla sur del Mediterráneo que esconde magníficos
tesoros.
De paso voy a dejar las clases de
alemán de la Escuela Oficial de Idiomas. Qué lástima que no den ahí clases de
latín o griego clásico.
Deutschland, Deutschland … für die deutsche.
2 comentarios:
te imagina que soy descendiente de alemanes, mi madre lo es, y lo poco que me gusta alemania. solo fui a Berlin e a Munich, su ciudad, he estudiado 5 de aleman y no hablo. na verdade prefiro el frances, dizem que mi bisabuela era una puta francesa, creo que heredado la parte puta. pero me gusta mas que alemania. volvo esta semana al sur de francia, para hacer mas fotos. concordo contigo, nada de comprar cosas alemanas. en españa y portugal lo tienem tambiem mejores. con ruido o no, da igual. saludos luiz
Sabía de tu opinión.
Sin embargo yo tengo que decir que hay muchas cosas de Alemania que me gustan, por ejemplo la música clásica. Los alemanes son muy perfeccinistas y hacen las cosas bien, (también los crímenes contra la humanidad). El caso es que esta crisis del euro me ha enfadado un poco con ellos.
Espero ansioso las fotos que vas a hacer en Francia.
Tal vez en Agosto vayamos al Pirineo y pasemos a Francia.
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