El diario Público recoge hoy unas declaraciones del expresidente Aznar, (yo sueño con que regrese pues todo el mundo tiene pesadillas alguna vez), sobre las revoluciones del norte de África que no tienen desperdicio, así que las trascribo aquí con letras de oro para que la lean mis amigos de este blog:
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“No estamos simplemente en un juego de qué bonito es reclamar más libertad y más democracia, que lo es, o que justo es reclamar más libertad y más democracia, que lo es. Es tener en la cabeza cómo es posible ordenar procesos políticos de modernización del mundo con unas garantías de estabilidad, para todo el mundo, y a su vez también para los intereses del mundo occidental”.
“Los países musulmanes tienen enormes dificultades para adaptarse al mundo moderno”.
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Como los países musulmanes tienen esas enormes dificultades, vamos a darles una clase desde aquí sobre lo que es la modernidad.
La modernidad no es ese mundo cultural que se origina en el Renacimiento y culmina en la Ilustración, en el cual los valores del hombre están por encima de cualquier otro sujeto trascendente o no, aquel modelo cultural en el que la libertad individual y la dignidad de todos los hombres eran los garantes de la convivencia y que tenía en la democracia su forma de representación en la sociedad y en la política.
Eso puede parecer muy bonito, que lo es, pero no se trata de eso. Queridos niños moros, la modernidad es la economía de mercado en su versión 5.0, es decir, globalizada, trasnacional y noble, en la que el beneficio del esfuerzo de las personas se destinará exclusivamente a engrosar las cuentas corrientes de unos pocos especuladores sin que sirva para el beneficio de tu sociedad, tu país ni, desde luego, para beneficio de los trabajadores que han producido esa riqueza.
Es que estos países moros no son capaces de entenderlo, mira que Aznar se esfuerza en explicarlo pero nada. No hay forma de que entiendan nada estos fanáticos.
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1 comentario:
No es que parezca un cretino, que lo es, es que le gusta escucharse su propia voz y se pone a hablar sin tener una idea muy clara de lo que va a decir y le sale alguna cosa que parece una tontería, que lo es.
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