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miércoles, 26 de noviembre de 2008


No soy optimista, desde luego. Mis más próximos me dicen que soy aburridamente pesimista. Tampoco creo que sea para tanto. Tal vez se han cansado de oírme decir siempre las mismas cosas, porque la bazofia es siempre la misma. Pero, aunque no soy optimista defiendo, y lo he hecho ya en este blog, que no todas las noticias son malas. Esta semana ha habido, por lo menos, una buena: la concesión del Premio Nacional de las Letras a Juan Goytisolo.
Enseguida se ha apresurado el escritor a decir que no es una buena noticia para él: “Al llegar al hotel me dieron la mala noticia”. Ha dicho en El País. La noticia es buena para nosotros, los que le hemos leído y, especialmente, para sus paisanos: los ciudadanos del mundo y los renegados de la ortodoxia hispana. Personalmente no comparto sus obsesiones literarias y vitales particulares. No soy homosexual, como él se ha reconocido, después de haber vivido un romance eterno con su Monique Lange, desaparecida hace más de diez años, ni tampoco he caído nunca en la tentación de abrazar el credo comunista como hizo en su juventud, pero me siento hermanado con Goytisolo por su amor a la puta verdad. Igual que antes para ser español había que besar la bandera y servir al ejército, (los varones), ahora para tener esa nacionalidad tan peligrosa debería ser obligatorio haber leído antes “Señas de Identidad” y “Reivindicación del Conde Don Julián”: la puta verdad.
Cuando Juan Goytisolo era un autor antifranquista, escribía sobre los campos de Nijar y sobre los paisanos que poblaban ese paisaje. Ahora que esos paisanos gastan su tiempo libre en llenar los supermercados el fin de semana, el autor sólo se interesa por los paisanos del Magreb que comparten con nosotros el Mare Nostrum (y gran parte de su identidad cultural) pero a quienes negamos el pan y la sal porque no son europeos. Y no lo hace como idealista ni como revolucionario, solamente le interesa la puta verdad, como al autor de El Libro de Buen Amor o al de La Celestina, a San Juan de la Cruz, Cervantes, Max Aub, Lezama Lima o Blanco White, los autores que ha reivindicado este especial Conde Don Julián que acaba de entregar el solar patrio a la morería. Que sea en hora buena.

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