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lunes, 31 de marzo de 2008

FOTOS: Cañada de Sancha Brava




¿Quién hubiera aguantado este país sin Rafael Azcona?


El pisito (1958)
Se vende un tranvía (1959)
El cochecito (1960)
El secreto de los hombres azules (Le tresor des homes bleus) (1960)
Le italiane e l'amore (1961)
Plácido (1961)
Il mafioso (El poder de la mafia) (1962)
La muerte y el leñador [episodio de Les quatre vérités] (1962)
Una storia moderna: l'ape regina (1963)
El verdugo (La ballata del boia) (1963)
La donna scimmia (Se acabó el negocio) (1963)
Un rincón para querernos (1964)
Il profesore [sketch de Controsesso] (1964)
Una moglie americana (Una esposa americana) (1965)
L'uomo dei cinque palloni [sketch de Oggi, domani e dopo-domani] (1965)
Break up [versión completa de L'uomo dei cinque palloni] (1965)
Marcia nuziale (1966)
L'estate (1966)
Il fischio al naso (¡Qué dulce es morir así!) (1967)
L'harem (1967)
Peppermint frappé (1967)
La boutique (Las pirañas) (1967)
Tuset street (1968)
Los desafíos (1969)
La madriguera (1969)
¡Vivan los novios! (1970)
Las secretas intenciones (1970)
El jardín de las delicias (1970)
El monumento (1970)
El ojo del huracán (1971)
Un omiccidio perfecto a termini di legge (Homicidio al límite de la ley) (1971)
L'udienza (La audiencia) (1971)
La cera virgen (1972)
Si può... fare, amico (En el oeste se puede hacer... amigo) (1972)
Tarots (Ángela) (1972)
Una razón para vivir y una para morir (1972)
Ana y los lobos (1973)
La grande bouffe (La gran comilona) (1973)
Permette, signora, che ami vistra figlia? (1974)
Tamaño natural (1974)
Instant coffee (Malos pensamientos) (1974)
El poder del deseo (1974)
La prima Angélica (1974)
Touche pas la femme blanche (No tocar la mujer blanca) (1974)
Alla mia cara mamma nel giorno del suo compleanno (1974)
La revolución matrimonial (1974)
La adúltera (1975)
Pim, pam, pum... ¡Fuego! (1975)
L'ultima donna (La última mujer) (1976)
El anacoreta (1976)
Mi hija Hildegart (1977)
Una noche embarazosa (Il Pupazzo) (1977)
Ciao, maschio (Adiós al macho) (1978)
La escopeta nacional (1978)
Un hombre llamado Flor de Otoño (1978)
La miel (1978)
La familia bien, gracias (1979)

viernes, 28 de marzo de 2008

En el lago Malawi (4)


Maggie, nuestra piloto de helicópetero keniata, tenía la importante misión de sobrevolar el lago para procurarnos los avistamientos de aves necesarios para determinar sus movimientos, al tiempo que, desde tierra y mediante anillamiento de sensores electrónicos, se realizaba la misma tarea desde una central que seguía el vuelo de las aves mediante una especie de radar electrónico. Cuando aterrizaba en el aeródromo de Lichinga tomábamos un todoterreno y nos llevaba hasta el hotel. En el camino solíamos escuchar música, lo que dio pie a que comentara con ella mi admiración por algunos músicos africanos y el interés que tenía por esta música e incluso por los instrumentos musicales empleados. A ella también le gustaban Richard Bona y Saif Keita, así que hablábamos y hablábamos de las músicas locales. De esta manera surgió el tema de la música de Mozambique. Fue la primera vez que oí hablar de la timbila y de Eduardo Durao.

En el lago Malawi (3)

Itinerario en helicóptero de Kamuzu a Lichinga



Tuvimos que cruzar el lago en uno de esos terribles aparatos que, afortunadamente, Maggie conducía con evidente pericia, lo cual, al menos, era un pequeño consuelo en medio de tanta adversidad. El lago Malawi es conocido por las tribus locales como Nyasa, palabra que significa precisamente, eso: lago; y es que se trata de un charco de 560 km. de longitud, prácticamente un mar. Como curiosidad, dice la wikipedia que en este lago se produjo al inicio de la Primera Gran Guerra el ataque de un barco inglés a un acorazado alemán que patrullaba por él. Cuando leí eso me acordé de una de mis películas preferidas: La Reina de África; la película de John Huston protagonizada por Humphrey Bogart y Katharine Hepburn.
Atravesarlo en helicóptero fue toda una experiencia. Es una imagen conocida, esa famosa escena de National Geographic en la que la cámara sobrevuela por encima de un mar de flamencos que alzan el vuelo al ruido del motor. No había flamencos entonces, pero era igual de espectacular, con la diferencia de que aquello estaba siendo contemplado en vivo y no era una película.
El aeropuerto de Lichinga no puede llamarse aeropuerto en rigor. Se trata de una pista de aterrizaje con unas pequeñas instalaciones. Pero era más que suficiente para la pericia de Maggie, que con su helicóptero apenas necesitaba pista. Tampoco el hotel era lo que por aquí conocemos como tal, pero era suficiente y la ducha, aún con agua fría, era más que reconfortante, espeicalmente para la temperatura que teníamos. Después comimos pescado del lago, según mi amigo biólogo “oreochromis lidole”, aunque aquello en realidad lo llamaban chambo: pescado frito acompañado de patatas y cerveza. El lago había dado empleo a multitud de pescadores, pero la sobreexplotación estaba dejando sin trabajo a muchos. Ya no se obtenían tan buenas capturas como antaño, las redes llegaban vacías la mayor parte de las veces y la gente se estaba quedando sin su medio de vida.

jueves, 27 de marzo de 2008

La joven guardia roja.


Habla la insigne inteligencia de Jiménez Losantos para hacer una ironía sobre la autocrítica, ahora que algunos sensatos en la derecha se han dado cuenta (a base de recuento de votos) de su error estratégico. Habla (escribe), y no para, de las infamias cometidas por las comunistas a lo largo de su historia, para así desacreditar el propio concepto de autocrítica. El sabe mucho de eso. Yo no. Nunca fui comunista, ni aún en aquellos difíciles años del final del franquismo. El fue de Bandera Roja, una organización de élites comunistas identificada con los máximos excesos del maoísmo: la llamada revolución cultural.
Ahora aprovecha esa experiencia para seguir asumiendo la vanguardia de la derecha recalcitrante. Dios bendiga a Losantos, reza en voz baja Pepiño Blanco.
Quiere seguir al frente de la revolución cultural, ahora la de mi primo Rouco Valera.

En la muerte de una víctima de ETA.


Leo en la prensa el obituario sobre la muerte del que fuera presidente de la Audiencia Nacional, Fernando de Mateo Lage y el periódico El Mundo aprovecha para hacer un comentario sobre el luctuoso día en que recibió el paquete bomba que le cortó las dos manos y acabó casi con su vista. De todo ello me quedo con un dato. Los criminales colocaron su insensata carga mortal cobardemente escondida en un libro: El espía secreto de John Le Carré. ¿Qué pensarían estos estúpidos sátrapas que con la insana intención de hacer valer sus putrefactas ideologías decimonónicas se empeñan en la asquerosa empresa de acabar con la vida de personas y pretenden rodear su vil faena de un halo de culta erudición reivindicando su oficio con tan inmerecidas referencias?
¿Podrá esa bendita tierra del Norte volver alguna vez a ser un lugar de bien después de haber albergado a tan repulsiva troupe.