Aquel
amigo mío que me informó de que las ciencias habían acabado con la filosofía,
que había pasado a ser una cosa del pasado y claramente irrelevante, me
preguntaba ayer: “¿Quién entiende lo que está pasando en EE.UU. con la victoria
de Donald Trump?”
Con
un poco de mala fe le respondí: “pregúntale a la física”.
A
lo que me contestó: “Esto es un tema de la sociedad”.
“Pues
pregúntale a los sociólogos”. Le dije.
Pero
claro, los sociólogos nos responderán que el x% de la población blanca mayor de
25 años y con estudios superiores había votado en un y% a la candidatura de
Hilary Clinton, y otras cosas de este cariz.
Los
datos son muy buenos porque sirven de ayuda para hacer un análisis, pero quién
lo hace ahora. Tal vez el problema no sea sólo sociológico. Tal vez haya
también razones culturales, psicológicas, morales. Bueno, habrá que crear una
comisión dónde estén representados todos estos campos y alguno más por si
acaso, tal vez los meteorólogos, (por lo del cambio climático), y algunos más.
Estas
comisiones tal vez se empiecen a formar a partir de ahora. No me extrañaría.
Pero, aun así, no llegaríamos a ninguna conclusión. Los científicos no tienen
vocación crítica, sólo analítica, así que nos aburrirían aportando estadísticas
y poco más.
Tal
vez el problema es que no existe una sociología de la sospecha. Porque, según
Paul Ricoeur, sí existen filosofías de la sospecha, como las de Marx, (sobre la
economía), Freud (sobre la psicología) y Nietzsche (sobre la cultura). Estos
tres filósofos, (pues los tres lo fueron más allá de la economía, de la
psicología o de la antropología), entendieron que la conciencia, en su conjunto
es una conciencia falsa, debido a los intereses económicos, a la represión del
inconsciente o al resentimiento de los débiles.
A
partir de aquí se empiezan a entender muchas cosas, pero claro, para eso se
precisa de una actitud crítica de la que las ciencias carecen. No hace falta
que uno sea licenciado en filosofía, es una actitud. Podemos encontrarnos con
personas sin especialidad científica ninguna que tienen una visión más lúcida
que otros, como podemos ver en el ejemplo siguiente.
Un prócer de la patria se dirige al vulgo (con
boina): “¡O nosotros o el caos!” Y el vulgo, como es ignorante, (pero sabe que
a ellos no los quiere), responde: “¡¡El caos, el caos!!” Y el prócer, desde su
alto atril, les contesta: “es igual, también somos nosotros”.
Esta
portada de la vieja revista HEMANO LOBO del 2 de agosto de 1975 era una viñeta
de Ramón, que, muy acertadamente, el diario digital PÚBLICO ha recuperado en un
artículo titulado: “14 viñetas viejunas que siguen vigentes hoy día”.
Tal
vez esta viñeta nos dé una primera respuesta a las preguntas que nos hacemos
sobre lo de Trump.
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