Podrían estar callados. Pero no,
ellos hablan y hablan, ofenden. ¿Cómo es posible? Pues, porque están crecidos,
se sienten fuertes. Siempre han sido fuertes. La familia Oriol es la dueña de
la electricidad en España desde que se dejaron de usar las velas en las casas y
se pusieron los primeros interruptores eléctricos, aquellos que encendían una
bombilla dándole media vuelta a una palomilla de porcelana. Todos los regímenes
políticos les han apoyado porque tienen mucho dinero y porque es una industria
estratégica. Por eso mismo es una industria que debería estar nacionalizada. No
es casual, ni inocente, el hecho de que nuestros expresidentes de gobierno se
pongan a sueldo de estas compañías.
Los que vivimos aquellos años,
aun siendo niños, tenemos claro el recuerdo del Caudillo inaugurando pantanos
por toda la geografía española. Esos pantanos los pagamos los españoles de
nuestros impuestos, eran de financiación pública, seguramente con los primeros
créditos del Banco Mundial que los americanos trajeron a partir de 1953 cuando
el Generalísimo firmo los pactos que vendieron la patria a los otrora enemigos
del eje. Aquellos pantanos servían para equilibrar la disponibilidad de agua
pese a las sequias, servían para convertir en regadíos tierras que habían sido
de secano y servían, por último, para conectar una turbina al final de todo el
sistema. Con esas turbinas se generaba la electricidad que luego Hidroeléctrica
Española nos cobraba. ¿Cómo nos resarcía esa empresa de los Oriol de la presa
que le habíamos pagado nosotros? En aquellos años del franquismo, en los que no
había corrupción, (porque la prensa ni nadie podía airearla), ¿quién sabe cómo
funcionaban los acuerdos entre el estado y la familia Oriol? Si es ahora, con
prensa libre y con un sistema democrático y hacen lo que quieren, ¿qué no haría
el Sr. D. Jose María de Oriol y Urquijo, marqués de la Casa Oriol, en aquel
entonces?
En aquellos años, mis padres pagaban
en el recibo de la luz un canon para construir centrales nucleares, para que no
fuéramos menos que el resto de países europeos. Menos mal que el franquismo se
acabó y llegó la modélica transición que nos trajo un sistema democrático, en
el que todos participábamos de las decisiones. Y todos participamos (con
nuestro voto) de la decisión de Felipe González, esa lumbrera de la patria, ese
prócer nunca bien ponderado, que permitió que para que se paralizara la
construcción de centrales nucleares (Valdecaballeros) pudieran las eléctricas
cobrar un canon en el recibo de la luz para compensarles de las molestias. Así
que cobraron de la construcción y cobraron de la paralización, nosotros pagamos
y pagamos y Felipe fue elevado a la condición de Consejero de Gas Natural
Fenosa, donde se aburría sobremanera recordando sus viejos tiempos de
protagonista de la Historia Universal.
Luego llegó Aznar. Qué no les
daría Aznar. (Qué no daría yo por olvidarte, por no echarte más de menos, por
arrancarme del alma tu cara, tu risa y tu boca). Pero esta santa comunión de la
política y de la industria estratégica también tuvo su momento de pena, su
dolor. Ese que la derecha llamaba “el peor presidente de la democracia” y la
izquierda oficial “ese indocumentado”, sí, José Luís Rodríguez Zapatero, les
impuso a las eléctricas la obligación de comprarle la luz a cualquiera que
pusiera unas placas solares fotovoltaicas y produjera luz para engancharla a la
red eléctrica. En realidad se trataba de un sistema de intercambió entre las
fotovoltaicas y la energía de la red: en momentos de producción las
fotovoltaicas venden a la red y en momentos de demanda compran de la misma.
¡Cómo si todos pudiéramos hacer negocio con la electricidad! ¡Cómo si eso no
fuera un privilegio del Conde de la Casa Oriol y otros próceres de la patria!
¡No habían compensado a la democracia bastante nombrando Consejeros de las
empresas a Felipe, a Aznar, a Miguel Sebastián! (a Zapatero no, por supuesto,
que él tampoco quiso). Menos mal que, finalmente, la derecha recuperó el timón
de la patria y las cosas volvieron a su ser. Ahora tenemos que pagarles a las
eléctricas todo el dinero que no les dimos en su día. Les hemos dado poco, hay
un déficit de tarifa. Eso hay que pagarlo.
En definitiva que esto de la luz
ha alimentado a muchas de las mejores familias de este país. Pero claro, la luz
no da para todo y los nietos de D. José María de Oriol necesitaban otro medio
de ingreso. Algo que fuera estratégico, fundamental, algo de lo que no
pudiéramos prescindir y por lo que pagáramos lo que fuera para estar tranquilos.
Y salió el negocio de la seguridad contra el terrorismo. ¡Menudo negocio! Hay
algunos insidiosos que afirman que el celo desmedido que el partido del
gobierno se trae contra el final de E.T.A. y, (en especial alguno de sus más
acérrimos defensores), se debe a que hay un gran negocio en la seguridad
antiterrorista que está en manos próximas al partido.
“No obstante, para facilitar la
transición empresarial, Interior mantuvo los pagos a Seguriber a lo largo de
2012. Y puesto que ETA se resistía a entregar las armas y disolverse –todavía
no lo ha hecho formalmente–, el ministro Jorge Fernández Díaz le renovó el contrato semestral a lo
largo de 2013 por un importe de 4,73 millones de euros.”
¡Hay que ser mal pensado! ¿Cómo puede uno
pensar que una liberal como Mónica de Oriol e Icaza esté en esto para llenarse
los bolsillos a costa del miedo de un país? “También fue casualidad que
naciera Seguriber, una empresa que empezó con apenas una docena de personas y
que hoy tiene 2.300. El que es hoy mi marido, también emprendedor y dueño de su
tiempo, le era difícil aceptar mis rígidos horarios en la empresa en la que
trabajaba y me propuso llevar una microempresa que él había fundado. Había una
oportunidad de comprar otra de similar tamaño, la compré, luego las fusionamos
y ahora somos socios: es decir, soy empresaria por casualidad y la causa fue el
acomodar mi horario en vez de a un jefe al de mi marido y socio. Eso fue en el
´89.”
Esta empresa ha dado grandes
cosas a la patria como por ejemplo la seguridad del Madrid Arena, donde
fallecieron las tres jóvenes.
Es muy fácil hablar mal de ella
ahora porque ha dicho las verdades del barquero: que los pobres de este país
quieren arruinar a los ricos con esas subvenciones exageradas que cobran, con
esos salarios mínimos exorbitados, cobrando un sueldo aunque hayan dejado el
colegio para meterse en los trabajos que la burbuja inmobiliaria trajo. Y luego
hay quien dice que la burbuja es culpa de los especuladores, como el padre de
esta señora, Miguel Oriol. ¡No señor, la culpa es de los albañiles que dejaron
el B.U.P. para ir a hacerse ricos a las obras!
Hay blogs maledicentes que andan
echándole en cara a D. Miguel de Oriol conexiones con la corrupción urbanística
del caso Malaya en el campo de golf de Layos (Toledo).
“El arquitecto Miguel de Oriol e Ybarra y su
hijo, Miguel de Oriol e Icaza,
este último firmante del proyecto del campo de golf de Carranque (Toledo) Para PEYBER-CCM, es decir, para VILLA ROMANA GOLF; son socios de Javier Arteche Tarascón y Luis María Maya Galarraga, dos de los
principales miembros de llamada “trama
vasca” de la Operación
Malaya.”
Sin embargo, estos proyectos,
fueron muy avalados y elogiados por la prensa de derechas, como el ABC. Aunque tal vez habría algo turbio en el tema, cuando luego recordaba que se hizo bajo el gobierno socialista.
Este país se puede sentir muy
orgulloso de sus políticos, de sus empresarios y de la prensa conservadora, (y
seguir pagando las facturas de todos ellos).
Por los siglos de los siglos
Amen.
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