Sí, es verdad, me he dejado llevar por el marketing al titular esta entrada. En realidad no es un método científico. Bueno, a decir verdad, no es ni un método: es una forma de análisis, eso sí, científica de la realidad, lo que se llama un análisis fenomenológico.
Viene esto a cuento porque he
encontrado por ahí un fichero de texto que hice hace ocho años y medio, cuando
culminé mi último intento por dejar de fumar. Digo el último porque hubo varios
empeños previos fallidos hasta llegar a aquél que fue el definitivo. Había
leído entonces que para dejar de fumar había que hacer una lista de las
ventajas e inconvenientes que tenía el hábito de fumar para mí.
En cuanto a las ventajas, casi
se podría decir que se resumían en una: el fumar es un placer, genial, sensual;
citando el conocido tango que cantaba Sarita Montiel. Este tango (que
seguramente fue compuesto por encargo de las tabaqueras) nació en 1922 de la pluma del músico Juan
Viladomat Masanas y del letrista Félix Garzo, (gracias Wikipedia), y ha ayudado a
establecer la relación que siempre sentimos entre cigarrillos y placer. Ahora,
pasados tantos años desde que dejé el hábito, aún recuerdo la satisfacción que me producía ver la cajetilla de
tabaco encima de la mesa, con sus cigarrillos finos, bien emboquillados, y su envoltorio
de cartón con hermosas ilustraciones. Entonces no traían aún esas advertencias
sanitarias tan terribles que hoy traen. Esto ya lo sabía Karl Marx y lo
llamaba: el sentido fetichista de la mercancía y formaba parte de su teoría de
la alienación. Por desgracia, hace ya tiempo que dejamos de leer a Marx, tras
el fracaso del comunismo, que no fue una responsabilidad de Marx si no de los
criminales tiranos que lo crearon, pero lo terrible es que los expertos en
marketing sí lo han seguido leyendo y han aprendido mucho de él. En realidad si
analizamos el fenómeno del fumar podemos comprobar que, por sí mismo, tal hecho no es
portador de placer. Cualquiera que no haya fumado nunca opinará que el sabor
del tabaco es sencillamente asqueroso, que produce una sensación muy
desagradable en la boca, como de masticar alquitrán, (que es lo que en realidad
hacemos), y que hace daño en los bronquios, que realmente lo hace.
Entonces, ¿dónde está el
placer? Sencillamente, en la adicción. Es el mismo mecanismo que hace que un
heroinómano no deje de pincharse. Pero, además, la heroína como antes lo fue la
morfina y antes el opio tiene la facultad de anular en el sistema nervioso todos los dolores, ya sean físicos, mentales, anímicos, etc. Su potencial es
tremendo. Por eso los heroinómanos están tan delgados: teniendo heroína no
comen, no sienten hambre, sólo deseos de consumir.
El tabaco no tiene esos
efectos, el tabaco no produce ninguna de
estas sensaciones tan potentes. Lo único que comparte el fumador con el heroinómano
es una adicción tremenda. De ahí viene el placer de fumar: calma la adicción que
previamente nos hemos creado y eso produce placer. Cuando aún no tenemos
adicción el tabaco es sencillamente asqueroso. Cuando yo empezaba a fumar, las
astutas empresas tabaqueras habían creado unos cigarrillos que tenían un cierto
sabor mentolado y que producían una sensación que calmaba el desagradable tránsito
del humo por nuestras vías respiratorias.
El tabaco tiene un veneno natural, la nicotina, que genera la planta para defenderse de sus agresores. Para que los insectos no la devoren, ha generado esta sustancia, que los mata. Por eso, ante la bajada del consumo de tabaco, los estados han pensado, para compensar a los cultivadores, utilizarlo como plaguicida de la agricultura pero han tenido que prohibirlo porque estaba acabando con la población de abejas, dañando gravemente a la apicultura.
Entonces, si es tan desagradable, ¿por qué fumábamos? Pues por una razón muy sencilla, porque habíamos visto fumar a los adultos, (se empieza a fumar siempre en la adolescencia), y eso nos parecía un signo de madurez y nos hacía parecer “personas interesantes”. Habíamos visto a Marlon Brandon fumando en Salvaje y a Audry Hepburn en Desayuno con diamantes, también a Ingrid Bergman, a Marlene Dietrich y los admirábamos a todos y admirábamos su imagen y el halo de glamour que desprendían.
Hay una última razón para seguir fumando, que es una consecuencia de las campañas anti tabaco: nuestro espíritu rebelde y libertario. Cuando dejé el tabaco el acoso al fumador estaba empezando, pero me servía de disculpa para seguir fumando: peor es la contaminación y nadie se preocupa de ponerle coto. Eso es cierto, pero aquí, en este contexto, se utiliza como disculpa para dar satisfacción al hábito.
Entonces, si es tan desagradable, ¿por qué fumábamos? Pues por una razón muy sencilla, porque habíamos visto fumar a los adultos, (se empieza a fumar siempre en la adolescencia), y eso nos parecía un signo de madurez y nos hacía parecer “personas interesantes”. Habíamos visto a Marlon Brandon fumando en Salvaje y a Audry Hepburn en Desayuno con diamantes, también a Ingrid Bergman, a Marlene Dietrich y los admirábamos a todos y admirábamos su imagen y el halo de glamour que desprendían.
Hay una última razón para seguir fumando, que es una consecuencia de las campañas anti tabaco: nuestro espíritu rebelde y libertario. Cuando dejé el tabaco el acoso al fumador estaba empezando, pero me servía de disculpa para seguir fumando: peor es la contaminación y nadie se preocupa de ponerle coto. Eso es cierto, pero aquí, en este contexto, se utiliza como disculpa para dar satisfacción al hábito.
Si no eres consciente de que
el tabaco es un engaño y de que no es una fuente verdadera de placer no dejarás
nunca de fumar por mucho que te hablen del cáncer de pulmón. El miedo te hace
rechazar el tabaco, pero siempre habrá un momento en que te engañes con cualquier
disculpa, (un cigarrito no me puede hacer mucho mal, de algo hay que morir), y
ya has caído otra vez en el hábito. Hay que tener claro que no quieres volver a
fumar porque no te interesa, para que dejes efectivamente el hábito. Todo el que deja el hábito lo ha intentado varias veces, pero si lo tienes claro, al final lo dejas y además sin demasiados padecimientos.
Bueno no quiero cansar más al
atribulado fumador aquí le dejo mi lista de ventajas e inconvenientes por si a
alguien le sirve.
VENTAJAS.
- Es un placer (¿?)
- Me ayuda a compartir con la gente.
- Me ayuda a compartir con la gente.
INCONVENIENTES
- Mancha los dientes de
nicotina y alquitrán que luego cuesta muchísimo limpiar.
- Quemas las camisas y la
ropa.
- Molestas a la gente que te
rodea.
- Ensucias los ceniceros, la
vajilla y el cubo de la basura que huele
a rayos.
- Limita tu libertad. Estas
atado a una dependencia muy grande. (1)
- También limita tu libertad porque te puedes ver obligado a dejar de fumar por una enfermedad. (2).
- También limita tu libertad porque te puedes ver obligado a dejar de fumar por una enfermedad. (2).
- Rebaja tu capacidad pulmonar
y crea problemas para hacer deporte, subir escaleras, correr, etc.
- Rebaja tu estado físico en
general, disminuye la capacidad sexual.
- Te impide saborear bien los
alimentos y limita el goce de la comida.
- Te hace sentirte mal cada
vez que vuelves a caer en el hábito, (3).
- Daña tu autoestima porque en
el fondo eres consciente de que tu voluntad no es tan fuerte como para dejar el
hábito.
- Hace subir la tensión
arterial, perjudica todo el sistema circulatorio, facilita todo tipo de
enfermedades circulatorias y cardíacas: infartos, ictus, trombos, etc.
- Está en el origen de muchos
cánceres directamente relacionados: garganta, pulmón, vejiga; y es un factor de
riesgo en todos los demás.
Además, desde que yo hice mi lista han aumentado los inconvenientes.
- No te dejan fumar en casi
ningún sitio.
- En lugar de ser un acto
social se ha convertido en un hábito anti social.
1 Una vez, cuando fumaba tabaco negro estuve en un país donde no lo fumaban y estuve desesperado hasta que pasamos a otro donde vendían cigarrillos franceses Galois.
2 Mi mujer dejaba de fumar en los embarazos y lo pasaba muy mal.
3 por ejemplo todas las mañanas, después de que te acostaste diciendo que no volverías a fumar más.
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