No
saciados de palacios en Potsdam, aun continuamos al día siguiente visitando el palacio
de Charlottenburg en Berlín, después de habernos cambiado a un hotel cerca del
aeropuerto previendo ya el final del viaje. Habíamos estado en sus jardines en
un viaje anterior pero esta vez dedicamos la mañana a visitar su interior porque además llovía de nuevo. Es
interesante el interior del palacio: pinturas, esculturas, instrumentos
musicales, decoración barroca, lámparas de cristal, una capilla que tiene hasta
un órgano e incluso una sala con miles de piezas de cerámica esmaltada. Después
del recorrido vimos varias exposiciones de cuadros, de vajillas, platas y
joyas, todo ello muy bien presentado. Un gran palacio para Sofía Carlota de
Hannover, aficionada a la música, que tocaba el clavecín y fue amiga de
Corelli, quien le dedicó sus famosas sonatas para violín solo op. 5 y también a
la filosofía, siendo alumna de Leibnitz, quien le profesó un gran respeto
intelectual. Su muerte a los 36 años dejó desolado a Federico I de Prusia que construyó
en su honor el palacio y se retiró a él, a pesar de que entonces estaba a las
afueras de la capital.
Después
de comer, tomamos un tren y nos fuimos al gran parque berlinés: al Tiergarten. Desde
su extremo occidental paseamos por sus jardines, sus bosques y lagos, hasta que
llegamos a la Columna de la Victoria, la Siegessäule, con la estatua dorada que
lo corona, (que en nuestro viaje anterior no pudimos ver porque estaba en
restauración), y los relieves que conmemoran las victorias sobre Napoleón.
Después
nos dirigimos hacia el otro extremo: quería conocer la sala de la Filarmónica
de Berlín, la Philharmonie. Allí está el Instituto Estatal de Musicología, el
Museo de Instrumentos, la sala de
música de cámara, (Kammermusiksaal), y por supuesto el gran edificio que
aloja la orquesta y donde ésta da sus conciertos. Pero además de este conjunto
musical estaba el Kulturforum que aloja museos y edificios culturales, como el
Museo de Artes Aplicadas o de arte industrial, (Kunstgewerbemuseum), el Museo de Pinturas (Gemäldegalerie), La
Nueva Galería Nacional (Neue Nationalgalerie), un edificio de Mies van der Rohe
donde se exhiben las colecciones de arte del siglo XX, el Gabinete de Grabado,
(Kupferstichkabinett), la Biblioteca de
Arte (Kunstbibliothek), la Nueva Biblioteca del Estado (Neue Staatbibliothek),
Instituto Ibero-americano (Ibero-Amerikanisches Institut), el Centro dedicado a
la Ciencia (Wiessenschaftszentrum) y la iglesia de San Mateo (St. Matthäus
Kirche), que siempre estuvo allí. En la librería de uno de los museos pude
comprar un facsímil de un libro antiguo sobre la obra de Schinkel con grabados
ilustrando sus edificios. En ese momento me hice el propósito de volver a Berlín
con una entrada para la Filarmónica y entonces recorreré el Kulturforum con
todas sus salas.
Para despedirnos de Berlín tomamos unas cervezas en la
Berliner Republik, nuestra cervecería favorita de la Schiffbauerdamm, junto a
la estación del S-bahn de Friedrichstraße.
SABADO
21 de SEPTIEMBRE
Al contrario de lo que ocurre en la T4 de Barajas,
al llegar al aeropuerto de Tegel hay un panel electrónico dónde te indica la
zona a la que debes dirigirte según tu vuelo. De esta manera se descentraliza
el tránsito del aeropuerto y no se producen esos espacios inmensos y anodinos
que hay en el de Madrid. Todo queda cerca, como en un aeropuerto de una ciudad
pequeña. Claro que no tiene el aspecto magnífico, grandilocuente, de la
terminal que diseñó Richard Rogers: la T4 madrileña.
Al llegar a Barajas el termómetro marcaba 35 grados
y la gente hablaba a voces en las cafeterías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario