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miércoles, 6 de noviembre de 2013

Futuro planetario.



¡Déjenme de historias, bastantes crisis tenemos ya!
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La falta de conciencia ambiental de este país tiene que asombrar a cualquiera que se acerque a la realidad patria. Para la mitad de la población los problemas medioambientales son una tontería de cuatro niñatos que no tienen otra cosa mejor que hacer. Podemos llamar a esta opinión la desinformada. La otra mitad, más informada pero más cínica, reconoce que es verdad que hay un problema ambiental, pero dice “qué podemos hacer”, y añaden, “si queremos vivir como personas civilizadas tendremos que pagar un pequeño precio por ello.
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La primera opinión corresponde a gente que no está en este tiempo. Su discurso no ha llegado aún al siglo XXI, viven, en el nivel de la ideología ambiental de la primera mitad del siglo XX. Deberían hacerse mirar. Suelen ser gente de la tercera edad o en puertas de alcanzarla.  
Por otra parte esa mentalidad tiene su origen en una muy equivocada política proteccionista que utilizó una errónea política de comunicación. Todavía hoy hay gente que confunde a los ecologistas con la sociedad protectora de animales, incluso entre los propios proteccionistas. Todo esto viene de la época en que, por ejemplo, se pedía: “salvad las ballenas”. Para la gente común, esos cetáceos que no habían visto en su vida y que no tenían esperanzas de ver en lo que les quedara por vivir, no era algo que les fuera a afectar de forma acuciante. Además, la mitad de la población, la del género femenino, lloraba al ver a los proteccionistas lanzar botes de pintura roja sobre los vestidos de blancas pieles que llevaban algunas privilegiadas. Y digo que lloraban, pero no porque se acordaran de la cantidad de zorros polares que había que matar para hacer un abrigo de esos, sino porque todas aspiraban a tener algún día uno así y sentían como propia la agresión. Las políticas proteccionistas se equivocaron desde todos los puntos de vista. El problema no eran las ballenas, el problema era la disminución de la biodiversidad, cosa que cualquiera podía ver en su propio entorno. Una pérdida que todo el mundo podía comprender si se le explicaba correctamente. Cada vez había menos cernícalos primilla en las torres de las iglesias, desaparecían las grandes rapaces y los grandes felinos, la variedad de pájaros en los parques y en los bosques que rodean las ciudades disminuía y todo el mundo podía verlo si quería y había personas que hicieron mucho para que la gente lo viera, como Rodríguez de la Fuente en la televisión española, David Attenborough en la británica y Jacques Cousteau en la francesa, entre muchos otros.
Con el tiempo, los proteccionistas cambiaron su discurso y eso ayudó a que calara una cierta conciencia medioambiental en la gente. Abandonaron ese modo negativo de hacer las cosas, el que habían usado para librar la guerra contra las agresiones a la naturaleza, y se centraron más en la “formación ambiental”, la información y la comunicación en los medios, (aunque es cierto que organizaciones como Greenpeace siempre se han centrado en ese lado belicista del asunto).
Aún así, el otro día escuché comentar que si un informe de impacto ambiental obliga a modificar un proyecto que afecta a una población de aves en peligro de extinción deberían de ser los ecologistas, (los únicos a quienes importa que haya buitres negros en esa población), los que deberían pagar el incremento de las obras.
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A continuación apareció en la opinión pública la segunda respuesta crítica contra las llamadas ecologistas para solucionar los problemas medioambientales, la que hemos definido como la respuesta cínica.
Pronto comprobaron los científicos que el problema al que nos enfrentábamos no se reducía a la merma de la biodiversidad que se estaba produciendo, o dicho de otra forma, que eso no era el problema sino una de las manifestaciones del gran problema, que no era otro que la constatación de que la actividad humana, en especial la realizada a partir de la revolución industrial, había modificado gravemente las condiciones de todo el medio natural. Era además una enfermedad que afectaba a todo el planeta, (hipótesis de Gaia), no sólo a sus zonas más degradas. La contaminación del aire, de las aguas, de la tierra, la liberación a la atmósfera de ingentes cantidades de gases (clorofluorocarburos o CFCs) que estaban acabando con la capa de ozono que nos protege de la radiación solar excesiva y, por último, aunque no menos importante, el efecto invernadero que estaba provocando el aumento de determinados gases en nuestra atmósfera y en especial el CO2 liberado en todas las combustiones producidas, estaban dañando de forma grave la salud del planeta y estaba produciendo ya el cambio climático cuyas consecuencias eran desconocidas pero con toda seguridad terribles para el futuro de la vida planetaria.
Durante años nos enfrentamos al grave problema del deterioro de la capa de ozono, pero como quiera que ese problema está producido por una serie de gases, (los CFCs), pronto la industria pudo cambiar éstos por otros menos dañinos, con lo que desde el año 2000 se viene produciendo una reducción del agujero en la capa de ozono del 1% anual, lo que hace pensar que el problema estará solucionado hacia la mitad del presente siglo, según informaciones publicadas en prensa.
El problema de la capa de ozono nos dio la clave para solucionar el resto de los problemas mencionados. Si la causa era la intervención humana en el medio ambiente, había que suprimir o, cuando menos, limitar esa intervención para que los efectos dañinos desaparecieran. Esto lo puede entender cualquiera. El problema llega cuando se le propone a la población que cambie algunos hábitos que tienen efectos muy dañinos para el medio pero que están muy arraigados en su cultura, como por ejemplo que reduzcan el uso del transporte en automóvil y lo sustituyan por el transporte público, la bicicleta, vehículos no contaminantes o que sencillamente se desplace andando, cuando esto sea posible. Hay una parte de la población que se opone con energía a esta opción. Lo que la mayoría de la gente no sabe es que quien lidera esa opinión son los productores, distribuidores y vendedores de combustibles fósiles, (gasolinas, gas, carbón), las grandes compañías energéticas, como las eléctricas, los fabricantes de coches, etc., que utilizan los medios de creación de opinión en su propio beneficio, según campañas bien orquestadas que cuentan con profesionales de la información a su servicio (¿te gusta conducir?). Llegados a este punto, la cuestión se ha convertido en una cuestión política pero considerando que la política no es lo que hacen los diputados en cortes, (no sólo), sino que la política es la toma de decisiones ante cuestiones que nos atañen a todos. Aquí no vale decir que toda la política es una basura. Serán criticables determinados sistemas, determinadas instituciones o determinadas personas, pero la política es imprescindible porque si no tomamos las decisiones democráticamente alguien vendrá a tomarlas por nosotros y lo hará en base a su interés no en base al interés colectivo.
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Las peculiaridades que presenta España en el terreno medioambiental son las derivadas de nuestro propio devenir histórico. Nuestro país quedó muy marginado de las corrientes industrializadoras y sumido en un atraso económico notable con respecto a los países del centro y norte de Europa. España, tras la época del franquismo, tenía un solo deseo unánime, un deseo que ponía de acuerdo a todos los sectores sociales, políticos y económicos: la modernización del país. Esta modernización pasaba por una cierta industrialización muy matizada: accedimos a Europa cuando ya se había iniciado la deslocalización industrial de la economía globalizada, que se puso de manifiesto con la crisis de la siderurgia y de la supuesta reconversión de los astilleros, que nunca llegó a ser tal, sino el desmantelamiento de estas industrias. Sin embargo la modernidad en España pasaba también por tener un vehículo propio y un vehículo que fuera algo más que el austero Seat 600 que habíamos conocido en el franquismo, algo muy parecido al “Trabbi” de los alemanes del este. Ahora teníamos grandes coches franceses de las marcas Renault o Peugeot, italianos, japoneses y los míticos alemanes Opel o Volkswagen e incluso los exclusivos BMW, Audi y Mercedes. Teníamos calefacción y en verano aire acondicionado en nuestras casas y habíamos olvidado aquellos tiempos en que nos salían sabañones en las manos del frío que pasábamos. Mucha gente se mudó a un adosado, que por sus propias características consumía mucha más energía en calentarse y en enfriarse, y compró coches para todos los miembros de la familia. Por diversión, tenían además alguna moto, tal vez una pequeña embarcación con un motor Yamaha de muchos caballos o una caravana que luego fue cambiada por una autocaravana de varias toneladas de peso.
En medio de esta alegría llegan los ecologistas que nos increpan con sus matracas de limitar el consumo energético y la toman ahora con el coche como antes la tomaron con esos abrigos de pieles tan bonitos.
En los países del norte, el ecologismo, pese a ser un movimiento crítico y por tanto más cercano a la izquierda puso de acuerdo a la izquierda y a la derecha y todos los partidos aceptaron, en mayor o menor grado, que los límites propuestos por los ambientalistas eran más que razonables. En España ha sucedido algo parecido pero en el sentido contrario: todos los partidos del “arco parlamentario” responden a esa mentalidad nacional que ve los problemas ambientales como una pose snob. Tendrán que pasar las generaciones que conocieron los años de la transición para que en este país se ponga en cuestión ciertos aspectos de la modernidad que deben ser revisados en aras de la salvación del propio planeta en el que vivimos.
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Tanto los defensores como los detractores de la lucha medioambiental utilizan una serie de razonamientos que en base a un cómputo casi contable de ventajas e inconvenientes devienen en un resultado de la cuestión en uno o en otro sentido. Sin embargo, los contrarios al ecologismo olvidan una cosa crucial: lo que está en juego es la propia vida del planeta y por tanto de la continuidad de la especie humana. 
Veamos las diez tesis para obviar el problema medioambiental. Los diez mandamientos anti-ecológicos.

TESIS 1. ¿Calentamiento atmosférico? A mí me gusta el calor, soy friolero.
Es la más estúpida de todas las tesis pero existe. Conozco a personas que lo dicen y que después se quedan tan anchas. El grado de conciencia medioambiental de algunas personas es tan ridículo que esta respuesta existe. Lo único que se puede comentar de esto es que se trata de una manifestación de la incultura que aún queda en este país.
TESIS 2. No está demostrado que haya un cambio climático y, además, ha habido muchos anteriores y no ha pasado nada.
El actual presidente del gobierno de España afirmaba en la oposición en el 2007 que un primo suyo científico le había dicho que no había forma de saber nada sobre el cambio climático  porque no se podía saber ni el tiempo que iba a hacer al día siguiente. Nadie ha encontrado aún a ese primo. Con esta tesis tan estúpida como rotunda se acallan las críticas de un plumazo y para siempre.
Se ha escuchado en muchas ocasiones que los cambios climáticos son cosas normales y sin consecuencias. Se sabe que el que se produjo hace 65 millones de años acabó con los grandes dinosaurios, (lo cual fue una gran consecuencia, sobre todo para ellos), pero además, ninguno ha sido producido por la acción continuada del hombre. Unos fueron cambios atmosféricos graduales a lo largo de miles de años y otros accidentes como el choque de un meteorito con la tierra o la explosión de un volcán. No tienen nada que ver con el que nos espera ahora.
TESIS 3. Estamos hablando de millones de euros en pérdidas por la aplicación de las políticas restrictivas de los ecologistas. ¿Queremos volver a la Edad Media o vivir como salvajes? 
Este tiempo atrás alguien decía: prueba a contar tu dinero sin respirar. Eso es lo que nos pasará: quedará mucho dinero pero desaparecerá la vida planetaria. Respecto al dinero, ha publicado El País que el incumplimiento de los timoratos límites de emisiones de Kioto nos ha costado ya 800 millones de euros. La superación de los límites de contaminantes en Madrid y Barcelona supondrían multas millonarias que la Unión Europea nos viene perdonando hasta ahora, pero no perdonan las enfermedades pulmonares y de todo tipo que esta situación produce y que la gente está ya sufriendo. ¿Es el tabaco el principal problema de salud pública que existe? 
Por otro lado, nadie ha pedido volver a la Edad Media, simplemente que dejemos de usar el automóvil para ir a comprar el periódico y que usemos los sistemas alternativos que se proponen. 
TESIS 4. Que lo solucionen otros, yo no soy el culpable de lo que está pasando, que lo arreglen las industrias y los políticos. Yo ya me ocupo de solucionar mis problemas que son muchos. Que lo soluciones los americanos que son los culpables.
Esto es muy español, es una nueva versión del “¡qué inventen ellos!”. Porque esto se arregla también inventando. Por ejemplo, creando una gran industria de renovables que podamos exportar, que genere cierta riqueza y que cree algunos puestos de trabajo. Es simplemente cambiar la dirección de la economía teniendo en cuenta los criterios ambientales, junto con los demás criterios y no sólo los de esas empresas que tienen a nuestros expresidentes en sus consejos de administración.
Además es parte del sentido de la irresponsabilidad que nos han imbuido recientemente como consecuencia de una supuesta libertad basada en el lema: fuera límites. La libertad no consiste en vivir sin límites, los límites existen y han existido siempre, es una cuestión de acabar con los abusos de los poderosos, lo cual es otra historia.
TESIS 5. Esto del ecologismo esconde intereses particulares de unos pocos “proteccionistas”. Estas cosas son matracas de alarmistas y de políticos sin escrúpulos, al final, todo esto pasará y se olvidará. ¡Menudo negocio montaron con las subvenciones a las renovables!
En todo interés público existen intereses privados que coinciden con aquel. Eso es inevitable, pero no quiere decir que el problema medioambiental lo hayan producido los técnicos medioambientales para buscarse trabajo. Eso es ridículo pero si además metes a políticos sin escrúpulos, tu tesis ha triunfado entre el público desencantado. Todo esto se olvidará, sí, pero el día en que no quede nadie para recordarlo, porque mientras haya humanos y la situación sea la que es hoy habrá mucha gente con el sentido común suficiente para tener presente este problema. Con las renovables se montó un buen negocio, ¿y qué tiene eso de malo? ¿las demás fuentes de energía no reciben subvenciones? Por las nucleares se pasó un canon para construirlas que pagaban mis padres en el recibo de la luz. Luego pasaron un canon por el parón nuclear que establecieron los socialistas, creo que les pagaremos el desmontaje y estoy seguro de que les pagamos el almacenamiento de substancias radioactivas residuales. ¿Quién paga los daños de Fukushima y los de Chernobyl? ¿Acaso las compañías eléctricas?
TESIS 6. Es cierto que hay una crisis medioambiental, pero hasta que no superemos esta crisis económica no podemos disponer de medios para solucionarla. Ya lo haremos más adelante.
Buen truco. ¿y si no hay un más adelante? ¿y si de esta crisis no salimos los trabajadores y las clases medias? ¿y si se produce una hecatombe antes?
Los científicos advierten de que estamos llegando a cambios irreversibles. No hay  tiempo.
TESIS 7. Todo esto es cierto pero es demasiado tarde (o incluso demasiado pronto, da igual) para tomar medidas.
Es la tesis contraria a la tesis 6, pero en el fondo se trata de lo mismo: poner disculpas para no hacer nada.
TESIS 8. Es cierto que hay algún problema medioambiental pero antes de que se vaya todo al garete el desarrollo tecnológico descubrirá algún sistema que nos salve, como por ejemplo la fisión nuclear, barata e ilimitada, o el motor de agua. Además, ya tenemos la energía nuclear que es limpia, barata y no crea gases de efecto invernadero.
Esto ya lo dijeron: en el futuro ya sabremos qué hacer con los residuos radioactivos. Pues ya ves, todavía no lo sabemos.
TESIS 9. ¿Crisis medioambiental? ¿Qué crisis?
"Es que el árbitro tenía que haber pitado penalti en aquella jugada, además yo nunca habría puesto a ese tipo a jugar tan adelantado. No saben lo que hacen. ¿A quién coño le importan la crisis medioambiental? De crisis estoy hasta donde no te digo."
TESIS 10. La vida es muy corta y sólo se vive una vez, lo que pase cuando yo haya desaparecido me trae sin cuidado.
Pura filosofía, pura ética. Es una muestra indiscutible de una gran civilización que será recordada… No sé quién quedará para recordarla. 

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