De la noticia aparecida en El País del domingo sobre la lucha que han iniciado muchos países de África contra
las bolsas de plástico podemos sacar varias conclusiones.
La primera podría consistir en la importancia que tiene la toma de conciencia sobre la peligrosidad que conlleva el uso y sobre todo abuso
de las bolsas de plástico. En el reportaje se ofrecen datos muy alarmantes,
como que el 80% de los ganados en Mauritania contienen plástico en su aparato
digestivo, lo que les dificulta la asimilación de los alimentos, pudiendo
llegar en muchos casos a la muerte por inanición; o la constatación en
Bangladesh de que muchas de las inundaciones allí producidas, que se saldan con
cientos de muertes, son potenciadas por la gran
cantidad de plásticos que se amontonan obstruyendo los pasos del agua.
También deberíamos reconocer que
estos países, recordemos que entre ellos se encuentran algunos de los países
más olvidados del planeta, pueden adoptar medidas que sean un ejemplo a seguir
por todos. Los países más avanzados de Europa en la protección del medio
ambiente, como Suiza, también han tomado medidas contra estos productos que
contaminan los suelos, las aguas y hasta el aire de todos, pero en otros, como
el nuestro se producen avances pero de una manera muy lenta y con una eficacia
todavía muy limitada.
Publica el periódico un
comentario de Fabrice Laviolette sobre las medidas adoptadas en Ruanda que muestra a las claras el alcance y la eficacia de éstas: “La prohibición de este tipo
de bolsas es total. Y puedo asegurar que funciona. A diferencia de lo que pasa
en la mayor parte del continente, en las calles de Kigali está todo limpísimo,
no se ve una sola bolsa de plástico”.
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