El periódico británico The Guardian publica un reportaje de Mark Weisbrot sobre la situación actual de Venezuela y el conflicto entre el gobierno y la oposición.
Aprovechamos la excelente traducción que ha realizado el periodista español Emilio Arrojo para tratar de hacer un poco de luz sobre este controvertido tema.
LA VERDAD SOBRE VENEZUELA: UNA REVUELTA DE RICOS, NO UNA
"CAMPAÑA DE TERROR"
Mark Weisbrot (*Publicado en The Guardian, el jueves 20 de
marzo de 2014).
Las imágenes forjan la realidad, lo que da a la televisión,
los videos y hasta a las fotografías un poder con el que pueden cavar profundo
en la mente de las personas, incluso sin que ellas se den cuenta. Pensé que
también yo era inmune a los repetitivos retratos de Venezuela como Estado
fallido en medio de una rebelión popular. Pero no estaba preparado para lo que
vi en Caracas este mes: qué poco de la vida cotidiana parecía estar afectado
por las protestas, la normalidad que reina en la gran mayoría de la ciudad.
También yo había sido engañado por la imaginería mediática.
Grandes medios han reportado que los pobres en
Venezuela no se han unido a las protestas de la oposición de derecha, pero esto
es un eufemismo: no es solamente que los pobres se abstienen – en Caracas, son
casi todos excepto pocas áreas como Altamira, donde pequeños grupos de
manifestantes se meten en batallas nocturnas con las fuerzas de seguridad,
lanzan piedras y bombas incendiarias y corren del gas lacrimógeno.
Caminando desde el barrio de clase
trabajadora Sabana Grande hasta el centro de la ciudad, no hay señales de que
Venezuela esté al borde de una "crisis" que requiera la intervención
de la Organización de Estados Americanos (OEA), a pesar de lo que John Kerry
diga. El Metro también trabajaba muy bien, aunque no pude bajarme en la
estación Altamira, donde los rebeldes habían puesto su base de operaciones
hasta que los sacaron esta semana.
Logré ver las barricadas por primera vez
en Los Palos Grandes, área de clase alta donde los manifestantes sí tienen
apoyo popular y los vecinos gritarán a cualquiera que trate de remover las
barricadas – algo arriesgado de intentar (al menos cuatro personas
aparentemente han sido asesinadas a tiros por hacerlo). Pero incluso aquí en
las barricadas, la vida era bastante normal, excepto por algún tráfico fuerte.
El fin de semana, Parque del Este estaba lleno de familias y corredores sudando
en un calor de 32 grados – antes de Chávez, había que pagar para entrar y los
habitantes, según me dijeron, estaban decepcionados porque a los menos
acomodados se les permitía entrar de gratis. Los restaurantes siguen llenos en
la noche.
Viajar ayuda a verificar la realidad un
poco más, por supuesto, y yo visité Caracas principalmente para obtener
información en el área económica. Pero vine escéptico respecto al cuento,
reportado a diario en los medios, de que el desabastecimiento de productos
básicos era la razón para las protestas. La gente a la que la escasez le crea
más molestias es, por supuesto, los pobres y las clases trabajadoras. Pero los
habitantes de Los Palos Grandes y Altamira, donde vi verdaderas protestas,
tienen sirvientes que hacen cola para lo que necesitan y tienen el ingreso y el
espacio para acumular algo de existencias.
Esta gente no está sufriendo – les está
yendo muy bien. Sus ingresos han aumentado a buen paso desde que el gobierno de
Chávez tomó control de la industria petrolera hace una década. Incluso tienen
un gran apoyo del gobierno: cualquiera con una tarjeta de crédito (excepto
pobres y millones de la clase trabajadora) tiene derecho a $3.000 por año, a
una tasa de cambio subsidiada. Después, pueden vender los dólares seis veces
más caros de lo que pagaron, en lo que suma un subsidio anual multimillonario
en dólares para los privilegiados – y todavía estos son los que abastecen la
base y a las tropas de la sedición.
La naturaleza de clase de esta lucha
siempre ha sido cruda e irrefutable, ahora más que nunca. Caminando entre las
masas que fueron a las ceremonias por el aniversario de la muerte de Chávez, el
5 de marzo, se veía un mar de venezolanos de la clase trabajadora, decenas de
miles de ellos. No había ropas caras o zapatos de $ 300. Qué contraste con las
masas descontentas de Los Palos Grandes, que tenían camionetas todoterreno
Grand Cherokee de $ 40.000 portando el eslogan del momento: SOS VENEZUELA.
En lo que se refiere a Venezuela, John
Kerry sabe de que lado de la guerra de clases está. La semana pasada, justo
cuando me iba, el Secretario de Estado de Estados Unidos duplicó su descarga de
retórica contra el gobierno, acusando al presidente Nicolás Maduro de fomentar
una "campaña de terror contra su propio pueblo". Kerry también
amenazó con invocar la Carta Democrática Interamericana de la OEA contra
Venezuela, así como de aplicar sanciones.
Alardear sobre la Carta Democrática contra Venezuela es casi como amenazar a
Vladimir Putin con un voto de la ONU sobre la secesión en Crimea. Quizás Kerry
no se dio cuenta, pero apenas unos días antes de sus amenazas, la OEA votó una
resolución que Washington introdujo contra Venezuela y le dio la vuelta,
declarando la "solidaridad" del organismo regional con el gobierno de
Maduro. Veintinueve países la aprobaron y sólo los gobiernos de derecha de Panamá
y Canadá se aliaron con Estados Unidos contra ella.
El artículo 21 de la Carta Democrática de
la OEA aplica ante la "interrupción inconstitucional del orden democrático
de un Estado miembro" (como el golpe militar de 2009 en Honduras, al cual Washington
ayudó a legitimar, o el golpe militar de 2002 en Venezuela, que tuvo aún más
colaboración del gobierno estadounidense). Debido a este voto reciente, la OEA
podría invocar la Carta Democrática más en contra del gobierno de Estados
Unidos, por las muertes que causan sus drones a ciudadanos estadounidenses sin
juicio, de lo que podría hacerlo contra Venezuela.
La retórica de "campaña de
terror" de Kerry está igualmente divorciada de la realidad y como era de
esperarse provocó una respuesta equivalente del canciller de Venezuela, que
llamó "asesino" a Kerry. Esta es la verdad sobre las acusaciones de
Kerry: desde que comenzaron las protestas en Venezuela, resulta que más
personas han muerto de la mano de los manifestantes que de las fuerzas de seguridad.
De acuerdo a las muertes reportadas por el CEPR (Centro de Investigación en
Economía y Política) durante el último mes, además de los asesinados por tratar
de remover las barricadas puestas por los manifestantes, por lo menos siete
aparentemente han muerto debido a las obstrucciones creadas por los
manifestantes – incluyendo un motorizado que se degolló con una guaya colocada
en la carretera – y cinco oficiales de la Guardia Nacional han sido asesinados.
Respecto a la violencia por parte de cuerpos de seguridad, presuntamente tres
personas podrían haber sido asesinadas por la Guardia Nacional u otras fuerzas
de seguridad – incluyendo dos manifestantes y un activista que apoyaba al
gobierno. Algunas personas acusan al gobierno de otras tres muertes por civiles
armados; en un país con un promedio de más de 65 homicidios por día, es
completamente posible que esta gente actuara por su cuenta.
Un total de 21 miembros de las fuerzas de
seguridad están bajo arresto por supuestos abusos, incluyendo por algunos de
los asesinatos. Esto no es una "campaña de terror".
Al mismo tiempo, es difícil encontrar una denuncia seria sobre la violencia
opositora entre los más importantes líderes de la oposición. Según datos de
encuestas, las protestas son rechazadas en gran medida en Venezuela, aunque se
ven mejor afuera cuando son promovidas como "protestas pacíficas" por
gente como Kerry. Las encuestas también sugieren que la mayoría de los
venezolanos ven estos disturbios como lo que son: un intento de derrocar un
gobierno elegido.
La política interna de la postura de Kerry
es bastante simple. Por un lado, tienes el lobby cubano-americano de la derecha
de la Florida y sus aliados neoconservadores gritando a favor del
derrocamiento. A la izquierda de la extrema derecha, bueno, no hay nada. A esta
Casa Blanca le importa muy poco América Latina y no hay consecuencias
electorales por hacer que la mayoría de los gobiernos del hemisferio se
molesten con Washington.
Quizás Kerry piensa que la economía de Venezuela
colapsará y que eso llevará a algunos de los venezolanos no ricos a las calles
contra el gobierno. Pero la situación económica en realidad se está
estabilizando – la inflación mensual bajó en febrero y el dolar del mercado
paralelo ha bajado drásticamente ante las noticias de que el gobierno está
introduciendo una nueva tasa de cambio basada en el mercado. Los bonos
soberanos de Venezuela tuvieron un rendimiento de 11,5% desde el 11 de febrero
(el día que comenzaron las protestas) al 13 de marzo, el más alto rendimiento
según el índice de bonos de mercados emergentes de Bloomberg. La escasez
probablemente bajará en las próximas semanas y meses.
Por supuesto, esto es exactamente el principal problema de la oposición: la
próxima elección será dentro de un año y medio y para esa fecha, la escasez
económica y la inflación que han aumentado tanto en los últimos 15 meses se
habrán aliviado. En este sentido, la oposición posiblemente perderá las
elecciones legislativas, así como ha perdido cada elección en los últimos 15
años. Pero su actual estrategia insurreccional no está ayudando a su propia
causa: parece que han dividido a la oposición y unido a los chavistas.
El único lugar donde la oposición parece estar ganando amplio apoyo es en
Washington.
*Publicado en The Guardian, el jueves 20 de marzo de 2014.
Traducción de Emilio Arrojo.
1 comentario:
Me dice Emilio Arrojo que la traducción no es suya, él sólo nos la hizo llegar.
Publicar un comentario