Eran exactamente las dos menos
cinco minutos. Es decir, sabía que le quedaban cinco minutos de trabajo antes
de que sonara la sirena. Siguió golpeando la piedra con la bujarda hasta que
finalmente sonó. Se levantó despacio, se fue hacia la percha, se sacudió un
poco el polvo y se colocó su vieja chaqueta de pana.
Al llegar a Casa Marcos pidió
lo de siempre. Del tiempo. Le sirvió Marcos de la botella y le llenó la copa.
Le puso, además, un platito con aceitunas.
“Yo siempre he dicho que no
hay nada como una copa de vino blanco y unas aceitunas antes de comer”.
Al poco sonó su teléfono móvil
y contestó. Estuvo un rato escuchando y luego Marcos escuchó lo que decía. Hablaba alto, haciendo
pausas entre frase y frase, incluso es posible que al otro lado le estuvieran
contestando o haciendo algún comentario corto:
“Hace tan poco tiempo que éramos unos críos,
unos adolescentes.
Yo, cuarenta años después me he convertido en
un hombre que camina inexorablemente hacia la vejez y que es aún más ignorante
de lo que era en ese tiempo. Todavía entonces pensaba que sabía alguna cosa,
ahora no. Ahora no sé nada.
“Como polvo esparcido al
azar”. Sin una misión, sin un objetivo, sin un fin.
Si pudiera te contaría algo gracioso, algo que te hiciera reír, pero como no soy capaz, te cuento estas tonterías, para intentar llamar tu atención. O tal vez, sólo quiero decirte que siento mucho no haber sabido nunca contarte algo interesante. Ya me hubiera gustado, sobre todo algo que te hiciera reír que es lo que importa. ¿Hay mayor satisfacción para un hombre que hacer reír a una mujer, especialmente a una mujer guapa? Yo creo que ni hacer el amor. No se arrepiente uno de lo que ha hecho mal, (ya sabes), sino de lo que no ha hecho. Nunca hicimos el amor y tal vez nunca te hice reír. No tengo fracasos siquiera comparables con éstos. Y tengo unos cuantos. Pero no me gusta ir de fracasado por la vida. No se lo digas a nadie.”
Si pudiera te contaría algo gracioso, algo que te hiciera reír, pero como no soy capaz, te cuento estas tonterías, para intentar llamar tu atención. O tal vez, sólo quiero decirte que siento mucho no haber sabido nunca contarte algo interesante. Ya me hubiera gustado, sobre todo algo que te hiciera reír que es lo que importa. ¿Hay mayor satisfacción para un hombre que hacer reír a una mujer, especialmente a una mujer guapa? Yo creo que ni hacer el amor. No se arrepiente uno de lo que ha hecho mal, (ya sabes), sino de lo que no ha hecho. Nunca hicimos el amor y tal vez nunca te hice reír. No tengo fracasos siquiera comparables con éstos. Y tengo unos cuantos. Pero no me gusta ir de fracasado por la vida. No se lo digas a nadie.”
“Marcos, ponme otra”. Le dijo.
El sol entraba por la cristalera haciendo daño a la vista.
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